Resignación en Cojímar
LUZ ESCOBAR, La Habana | Mayo 27, 2016
Rodar en Cuba se convirtió "en una misión", dice el director de 'Papa'
El busto de Ernest Hemingway, salpicado de salitre, fue fundido a partir
de llaves, cerraduras, viejas propelas de barcos, cadenas y tornillos de
bronce. Objetos recolectados por amigos del famoso escritor y pescadores
de Cojímar, un poblado que hoy vive de recordar al autor de El viejo y
el mar, alejado ya de aquella épica de anzuelos y redes.
Los turistas pasan poco tiempo en esta localidad del municipio de Habana
del Este, apenas unos minutos. Llegan en busca de algo que les haga
revivir la hazaña del personaje de Santiago y su enorme pez, que los
tiburones devoraron mientras lo traía hacia la costa. Creen que hallarán
a toda la población volcada hacia las olas y los mariscos, pero
encuentran una zona absorbida por la estandarización y la abulia que
recorre el país.
Ninguna señal indica el sitio donde se alza la escultura del Premio
Nobel de Literatura, realizada por el artista Fernando Boada sin cobrar
un centavo. Solo los guías que muestran el lugar a extranjeros y los
vecinos más viejos hacen un alto frente al monumento. Cuentan los
lugareños que no pocos visitantes se llevan una fotografía del cercano
busto de José Martí, pensando que es el escritor estadounidense.
La plaza donde tradicionalmente se miden los ejemplares capturados
durante el certamen anual de la pesca de la aguja tampoco está señalada.
El pasado domingo tuvo lugar la edición provincial y el ganador fue el
joven Michel González. El pescador podrá participar en la justa
internacional que se realiza a mediados de junio en la Marina Hemingway,
al oeste de la ciudad.
La cita con participantes extranjeros, en el extremo opuesto de La
Habana, ha robado protagonismo a la competencia local y ha derivado en
un encuentro lleno de recursos y glamour. De los más de cien barcos que
concursarán, solo tres son cubanos, porque, según un empleado de la
exclusiva marina, se trata de una disciplina "muy cara".
Mientras, el sitio emblemático que inspiró al escritor languidece. En
años pasados, el Instituto Nacional de Deporte Educación Física y
Recreación (INDER) promocionaba la justa nacional de la pesca de la
aguja en Cojímar a través de la radio y la televisión. También otorgaba
recursos para su realización, pero eso es historia pasada.
"Esto no es ni la sombra de lo que una vez fue", comenta Juan, un
residente del lugar que compartió momentos con Gregorio Fuentes, amigo
de Hemingway y capitán de su yate Pilar.
"El pueblo estaba lleno de vida y todo se movía alrededor de la pesca",
recuerda el anciano. Cerca de donde está parado señalando hacia las
olas, otros dos cojimeros beben en uno de los bancos del parque un trago
de canchánchara, que crean ahí mismo mezclando un poco de aguardiente,
miel y limón.
Los hombres recuerdan la poca concurrencia que tuvo la competencia de
pesca del pasado fin de semana. "A eso ya no se le puede llamar ni
evento", dice el más viejo de ellos mientras bebe un sorbo. En su
opinión, se ha perdido "el colorido", porque "desde hace unos 15 años
los pescadores salen y punto".
El otro bebedor recuerda aquella época en que los competidores "venían
con uniformes de cada provincia participante" y "los barcos salían del
mismo muelle donde Hemingway tenía el Pilar". Con los años y mucho
abandono, el atracadero se ha deteriorado y las embarcaciones tienen que
zarpar desde otro lugar.
Durante el certamen de la aguja toda la zona se convertía en una gran
fiesta, pero ahora "los kioscos con comida no tienen nada de pescado,
solo pollo frito y boniato", ironiza el hombre, que evoca los tiempos en
que "se vendía calamar, mariscos y hasta manjúa".
Algunos han tratado de revivir la zona y enfocarla hacia el turismo.
Como un cojimero que quiso montar un negocio con seis bicicletas
acuáticas, pero los guardafronteras le advirtieron de que estaba
prohibido gestionar algo así de manera privada. El temor de las
autoridades radica en que los locales utilicen las frágiles
embarcaciones para huir del país.
Ahora, varios vecinos se han unido en una idea común que intenta atraer
parte de los 900.000 dólares otorgados por una fundación de Estados
Unidos para construir una instalación destinada a conservar los libros,
cartas y fotos del Nobel de Literatura. La restauración de la Finca La
Vigía, donde vivió el escritor en la barriada de San Francisco de Paula,
en la periferia de La Habana, también se contempla entre los planes.
"Aquí queremos hacer un monumento al patrón del Pilar", asegura uno de
los hombres sentados en el parque. "Se va a abrir el museo de Gregorio,
en la casa que era de él", detalla. "También hay que recuperar el hotel
que se está echando a perder, pero tiene una vista preciosa y le daría
tremenda vida a este pueblo".
La ilusión de muchos es que el recorrido turístico que incluye la finca
La Vigía "termine aquí, con un almuerzo en el bar La Terraza y una
visita a la glorieta donde está el busto de Hemingway", detalla el
ilusionado lugareño. "Ojalá que Cojímar se pueda salpicar con algo",
para que ese pueblo pesquero vuelva a la vida.
Source: Resignación en Cojímar -
http://www.14ymedio.com/reportajes/Resignacion-Cojimar_0_2006199364.html
sábado, 28 de mayo de 2016
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