El disidente cubano Biscet afea a España su acercamiento al régimen de
los Castro
"Dar la mano a Raúl es dársela a un asesino", sentencia Óscar Elías Biscet
CARMEN REMÍREZ DE GANUZAMadrid@CarmenRemirez
30/05/2016 03:10Óscar Elías Biscet tiene un cierto parecido físico a
Barack Obama. Pero está muy lejos de serlo. Obama es de los que creen
que la apertura económica conduce irremisiblemente a la apertura
política. Biscet, sin embargo, cree que es al revés: sólo la libertad
individual lleva al emprendimiento, a la libertad económica. Pero
además, Obama ha recorrido el mundo desde la propia cima. Biscet, en
cambio, es la primera vez que sale de Cuba, donde hace ya muchos años
ejerció la medicina y vive de la ayuda de familiares y amigos,
«permanentemente vigilado», bien por los agentes, bien por los espías
que habitan en su propia cuadra. En realidad, ésta es la primera en que
el régimen le ha permitido abandonar la isla, hecha excepción de aquella
ocasión en que, tras la huelga de hambre de Guillermo Fariñas, fue
excarcelado junto a un centenar de presos políticos, e invitado a un
exilio que él se empeñó en rechazar junto a otros 12 irreductibles
activistas por los derechos humanos. Las autoridades le han permitido
atender a la invitación del primer ministro Víktor Orban a Hungría, y
esta semana hacía escala en Madrid, en la sede de Faes, para luego hacer
otro alto en el camino de regreso y recoger en Washington la Medalla
Presidencial de la Libertad que el Gobierno Bush le concedió en 2007. En
aquella fecha, Biscet cumplía el octavo año de su condena de 25 como
«amenaza para el Estado». Antes, ya había pasado otros tres a la dura
sombra de los calabozos de Cuba. En total, 11 años de su vida en los que
ahora apenas se detiene, más allá de recordar el apoyo de sus padres y
de su mujer, Elsa Morejón, activista como él y consumada tuitera, de la
que no se separa un minuto. Le parece más urgente, pasados dos meses de
la visita viral de Obama, contar que fue hace sólo dos semanas cuando
hubo de permanecer 10 largas horas en un calabozo de la Policía. Lo
detuvieron y lo encerraron, junto a un grupo de activistas, en «una caja
sin luz, con una puerta de hierro, en condiciones inhumanas y mezclados
con delincuentes comunes y asesinos». Y ello, por manifestarse en la
calle en contra de la detención del dueño de la casa que alberga las
reuniones de su grupo. Biscet preside una pequeña fundación, Lawton, que
defiende «los derechos humanos, especialmente el derecho a la vida, y la
libertad del pueblo cubano»; que en los últimos cinco años ha abanderado
la eliminación de las minas antipersonas, especialmente numerosas en
Guantánamo». «Estamos como el primer día», asegura, «sólo que la
represión y los asesinatos son más selectivos».No es la única vez que,
ante nuestro escepticismo, este cubano de rostro amable, movimientos
parcos, hablar quedo y acento cerrado, pronuncia la palabra «asesinato»
a lo largo de la charla. Le pregunto por el reciente abrazo de los
ministros Margallo y Pastor a Castro, y por si a los cubanos les
gustaría que el Rey de España visitara su país, no sin recordar que
Biscet fue nominado años atrás al Premio Príncipe de Asturias de la
Concordia. Pero él contesta tajante: «Nos gustaría que el Rey nos
visitara cuando el pueblo cubano viva en democracia y libertad, para
expresar nuestro amor y reconocimiento a una persona tan grande como él.
No antes. Antes sería estrechar la mano a un dictador que, además, tiene
las manos manchadas de sangre, con más de 70 personas arrojadas a una
fosa común... Si el Rey le diera la mano a Castro, como ha hecho Obama,
estaría dando la mano a un asesino».Obama de nuevo... Ese político que
tanto le «disgusta»; no tanto porque se apartara de la Ley Helms-Burton,
«que exigía compromisos democráticos al Gobierno de Cuba», sino sobre
todo porque «está dando credibilidad a una dictadura que se prolonga en
el poder, para sufrimiento del pueblo». Biscet no figuraba entre los
disidentes con los que el presidente estadounidense tuvo el gesto de
reunirse en La Habana -«No me invitaron. Quizá no quiso oír una verdad
muy de cerca», ironiza-. Pasó todo el día en su casa, vigilado desde la
calle por «seis o siete agentes de la Seguridad del Estado». «Hubo un
operativo policial muy grande y varios detenidos», asegura, al tiempo
que su mujer interviene: «Ustedes, los europeos, están demasiado
acostumbrados a la libertad. En unos minutos de conversación no pueden
entender cosas de nuestro día a día, como que tengamos que dar a las
autoridades el parte de las personas que invitamos a nuestra propia
casa...».La apertura, según este disidente, no es tal. «El pretendido
cambio no es más que una actualización del sistema, o sea, más
comunismo. Si lo están haciendo es porque están en una grave crisis
económica. El propio acercamiento a los americanos se debe a que su
sustento, la Venezuela chavista, está cayendo. Pero es un proceso que no
va a funcionar ni va a beneficiar al pueblo». Niega que la nueva entrada
de capital español en la isla mejorará la calidad de vida de los
cubanos. «La dictadura controla desde la más pequeña cafetería hasta las
más grandes empresas. Los dólares y los euros irán a parar al Gobierno,
como siempre, y ellos darán a los trabajadores cubanos pesos, que son
como los bonos con que pagaban los antiguos terratenientes a los
campesinos». Desde luego, Biscet descarta una Transición a la española
en su país: «Es muy difícil. Aquí no hay un Rey. Además, también
podríamos evolucionar a un régimen como el de Corea, con un nieto y
sucesor más represor que el abuelo...». Ni siquiera Raúl es mejor que
Fidel: «Ningún dictador es mejor que nadie». Admite, sí, que las cosas
han cambiado: «En el 98 me impidieron salir de la isla con el argumento
inverosímil de que se les había roto el cuño (el sello que se estampa en
el pasaporte). Pero no que han mejorado: «Sigue habiendo presos
políticos en Cuba. Muchos están enmascarados. Y nosotros estamos bajo
licencia extrapenal, lo que equivale a una excarcelación por
enfermedad». Biscet tampoco le reconoce al más joven de los Castro su
propia liberación: «Fue la presión internacional y nuestra presión lo
que le hizo cambiar de idea. Tras caer enfermo Fidel, su hermano debió
querer alejarse de aquel mandato, comprendiendo que había sido un error
político, y nos liberó. Nosotros no habíamos cometido ningún delito».El
camino a la disidencia arrancó en Biscet con las denuncias contra la
práctica generalizada de abortos en estado de embarazo avanzado. Algo
que, con el tiempo y «el hecho de que Castro quería el apoyo de la
Iglesia», sí ha mejorado. Pero este cristiano protestante, «bautista»,
tampoco está muy agradecido a la mediación vaticana con el régimen: «Es
más traumático que lo de Obama, porque hay muchos fieles católicos en
Cuba que esperaban algo más de él. El mensaje del Papa da estabilidad al
régimen y no es el de Cristo sobre la verdad y la justicia». Según
cuenta, en la isla «hay libertad de culto, como exige la Constitución,
pero no libertad religiosa. Ninguna institución puede tener escuela ni
medios de comunicación. Y todas están infiltradas por la Seguridad del
Estado».Ni él ni los suyos están dispuestos a «pasar página», salvo el
milagro de que «estos dictadores dieran paso a los partidos, se
celebraran elecciones democráticas, se permitiera la prensa libre y la
empresa privada, y la gente pudiera estudiar libremente». «Mientras
tanto, no», subraya el disidente cubano de vuelta a su hogar... y a su
encierro.
Source: El disidente cubano Biscet afea a España su acercamiento al
régimen de los Castro | España | EL MUNDO -
http://www.elmundo.es/espana/2016/05/30/574b39d6e5fdeaab408b45d2.html
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