El que sabe, sabe
FERNANDO DÁMASO | La Habana | 1 Dic 2015 - 2:30 pm.
Los medios oficialistas abundan sobre los disímiles problemas que
afectan al sector agropecuario del país. Escriben y hablan de
deficiencias administrativas y organizativas, planificación superficial,
malos contratos, incumplimiento de las cosechas, falta de recursos y
pésima utilización de los existentes, implementos de mala calidad con
elevados precios, carencia de fertilizantes y de otros insumos
necesarios, ausencia de regadíos, cosechas no recogidas en tiempo,
productos echados a perder o pobremente comercializados, caminos en mal
estado e insuficiente transporte, mal funcionamiento de acopio,
exagerados márgenes de ganancia, pobre explotación de tierras, mal
manejo del ganado, muertes y pérdidas del mismo, ausencia de fuerza de
trabajo, baja productividad, falso cumplimiento de los planes, impagos a
los productores y muchas cuestiones más.
Dirigentes de todas las instancias repiten que se están tomando las
medidas pertinentes para resolver la situación, algo que llevan haciendo
desde hace más de medio siglo, sin resultados palpables. También
exhortan a los campesinos a trabajar con conciencia, elevar el sentido
crítico y las exigencias, comprometerse con el Partido y con la patria,
ser dignos de la responsabilidad depositada en ellos, acabar con la
anarquía, y otras frases hechas, más cercanas a las consignas políticas
que a las leyes económicas.
Que el sistema socialista no funciona en ninguno de los sectores donde
se hace presente no constituye ningún secreto. Sin embargo, es en el
agropecuario donde mayor aparecen sus fallas, ya que las mismas afectan,
de una u otra forma, a todos los cubanos, debido a que la necesidad de
alimentarse, con productos escasos y de altos precios, forma parte del
día a día de la mayoría de las familias. Hasta ahora, las medidas
tomadas últimamente tampoco han aportado mucho, incluido el otorgamiento
de tierras en usufructo.
Los dirigentes parecen desconocer la forma de encauzar correctamente al
sector, algo que muchos campesinos, cuando se conversa con ellos,
parecen saber. Resumiendo las opiniones de algunos, tanto pequeños
propietarios como usufructuarios, esto es lo que proponen:
Entregar todas las tierras en propiedad (nada de usufructo) y que el
pago por las mismas se realice mediante amortización con parte de las
cosechas realizadas; regular la tenencia de la tierra y evitar
latifundios, sin menoscabar el derecho a poseer más de los mejores
productores; dejar que sea el productor quien determine qué sembrar, qué
cantidad y dónde y cómo comercializarlo; que los precios surjan de la
relación oferta-demanda y no sean fijados por el Estado; reconocer al
intermediario como eslabón necesario entre el productor y el
comerciante; autorizar la existencia de establecimientos particulares,
además de los estatales, para la venta de implementos agrícolas; otorgar
créditos bancarios con impuestos razonables para el desarrollo de la
producción y la adquisición de equipamiento tecnológico; liberar el
comercio interno y externo del monopolio estatal.
Tal vez aquí no se encuentren todas las medidas necesarias, ni el
contenido de las mismas abarque todos los aspectos a tener en cuenta,
pero, sin la menor duda, de ponerse en práctica, estas ideas incidirían
positivamente en el mejoramiento del sector.
Claro está que también representarían una pérdida importante del poder
económico actualmente en manos del Estado. La pregunta es: ¿estarán
nuestras autoridades dispuestas, por el bien de los cubanos y del país,
a dar estos pasos?
Source: El que sabe, sabe | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1448857378_18467.html
martes, 1 de diciembre de 2015
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