viernes, 19 de septiembre de 2014

Pagar con cualquier moneda ¿resuelve el problema?

Pagar con cualquier moneda ¿resuelve el problema?
YOANI SÁNCHEZ, La Habana | Septiembre 19, 2014

En una feria de artesanía cercana al Malecón, un vendedor ofrece unas
billeteras muy particulares. "Diseñadas para un país con dos monedas",
asegura el hábil comerciante mientras muestra sus dos compartimentos
bien diferenciados. Acostumbrados a vivir entre los pesos convertibles y
los pesos cubanos, apenas reparamos ya en todas las complicaciones que
esa dualidad nos trae cada día. Cálculos adicionales, largas colas en
las cajas de cambio y las confusiones al hablar, que obligan a aclarar
todo el tiempo si nos referimos al CUP o al CUC... son sólo algunas de
ellas.

Semejante entuerto se ha visto levemente aliviado con la aparición de
tiendas y mercados donde se puede pagar con las dos monedas. Se
necesitaron más de veinte años, desde la legalización del dólar, para
que se eliminara la dificultad de ir hasta la CADECA más cercana a
convertir nuestros pesos cubanos en chavitos. Este podría ser un claro
ejemplo de la lentitud con la que se adoptan las flexibilizaciones
económicas en el país, si no fuera porque hay otros aspectos de la vida
nacional que van mucho más despacio.

Hace unos años, un grupo de disidentes lanzó la excelente consigna "con
la misma moneda", para exigir una correspondencia entre el dinero de los
salarios y el que se necesita para comprar productos tan básicos como
aceite, jabón y leche. Recuerdo que en varias ocasiones algunos de
aquellos activistas fueron a un cafetería o a un restaurante y después
de consumir, pidieron la cuenta y pagaron con el devaluado peso cubano.
La acción les trajo desde detenciones policiales y amenazas, hasta golpes.

Ahora, el Gobierno ha invertido la consigna y parece decirnos "por el
mismo producto". No importa si la factura se expresa en esos billetes
sin rostros –con solo monumentos– que son los pesos convertibles. Ya es
posible liquidar la cuenta también con esos otros trozos de papel, que
llevan la sobria mirada del Apóstol o el severo semblante de Antonio
Maceo. ¿Qué importa con qué paguemos, ni cuántos hilos de seguridad
tiene uno u otro papel moneda? El centro del problema sigue siendo el
divorcio entre el costo de la vida y los sueldos.

La televisión oficial mostraba, hace unos días, un amplio reportaje
sobre "la buena acogida popular que ha tenido la medida" de permitir el
pago con ambas monedas. La Directora Comercial de la cadena CIMEX,
Bárbara Soto, refería la extensión paulatina de la prerrogativa a un
mayor número de tiendas en todo el país. Algunos clientes entrevistados
propusieron que el precio de cada producto estuviera visible tanto en
CUP como en CUC. Sin embargo, el informe periodístico evadió todo el
tiempo las preguntas principales: ¿Por qué un profesional debe trabajar
tres días para pagar un litro de aceite? ¿Hasta cuándo un obrero
necesitará una semana de faena para conseguir un kilogramo de pollo?

En estos momentos, son necesarias dos jornadas laborales para adquirir
un paquete de perros calientes, mientras un tetra pak de leche sólo
puede lograrse con el fruto de tres días. Esta mañana en el mercado una
mujer miraba una lata de salsa de tomate y parecía pensar: "para esto
necesito sudar por ocho horas, durante media semana".

En una sociedad con tan grandes distorsiones económicas, el papel moneda
ha perdido la capacidad de expresar el valor de las mercancías. El
mercado ilegal, la masiva entrada de remesas, el desvío de recursos y el
capital invisible de los méritos políticos alteran totalmente la
tasación que podemos hacer de cada producto. Para evaluar el costo de la
vida debe echarse mano de ecuaciones que incluyan el tiempo y el
esfuerzo para conseguir algo. ¿Cuántas horas hay que trabajar para
comprarse un trozo de queso, un refresco o un jabón de baño? Deberíamos
preguntarnos: ¿Después de cuántos viajes, el chofer de un ómnibus podrá
costearse una cerveza?

Es cierto que a partir de ahora la billetera que proponía aquel artesano
va siendo menos necesaria. Sin embargo, la deformación financiera que
padecemos no ha disminuido con la nueva medida adoptada. ¿Ha cambiado
algo porque podamos entregar indistintamente pesos convertibles o moneda
nacional a la empleada del supermercado? ¿Vivimos mejor ahora porque el
CUP y el CUC se mezclan en las cajas contadoras de las tiendas? La
respuesta es no. Un "no" que lleva la marca de agua de la realidad y la
tinta de la urgencia.

Source: Pagar con cualquier moneda ¿resuelve el problema? -
http://www.14ymedio.com/opinion/economia-doble_moneda_0_1636636322.html

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