Las incógnitas detrás del Intercambio Cultural
El gobierno cubano históricamente ha usado el arte y la cultura como
engranaje de control social y como influencia, tanto nacional como
internacional.
Juan Juan Almeida
septiembre 01, 2014
Antes de que el sastre y toldero portugués Matías Pérez desapareciera en
el globo, ya Cuba y Estados Unidos mantenían sólidos nexos, incluído el
intercambio cultural, que continúa siendo hoy parte importante de
nuestra historia e identidad.
Con solo echar una ojeada podemos encontrar elementos cubanos en la
cultura americana y viceversa, tanto así, que "el cubanoamericano" es la
máxima expresión de esa fusión étnico cultural entre ambas naciones.
La reciprocidad cultural era frecuente, los artistas iban y venían
constantemente. La cosa se complicó durante la primera mitad del siglo
XX, cuando ambos gobiernos, y no pienso hacer el cuento de la buena
pipa, comenzaron a tener una relación basada en principios políticos tan
enfrentados que paradójicamente hicieron del sector de las artes, el de
la expresión del espíritu y la creatividad, un prisionero de las
circunstancias.
El Gobierno cubano históricamente ha usado el arte y la cultura como
engranaje de control social y como influencia, tanto nacional como
internacional. Hoy, en la era de la globalización, del internet y las
redes sociales, mucho más.
Fue para ello, y para socavar con paciencia y sutileza la polémica ley
del embargo, que a finales de los 90s creó la "Batalla de ideas", una
verdadera estrategia que estructuró nuevas caretas.
En 1998, con una economía deprimida y más del cincuenta por ciento de
los artistas cubanos desempleados. La estrechez financiera era tal que
lograba romper incluso la conexión con la inspiración, y muchos nombres
importantes decidieron emigrar. Pero esta vez, el Gobierno cubano no
estaba dispuesto a perder tan fácilmente el patrimonio cultural.
Para tal propósito se inventó la figura de "artista independiente",
categoría que aún les permite disfrutar más del destino que del viaje,
al darles la posibilidad de, pagando una candidad irrisoria de pesos
cubanos, fijar residencia legal indefinidamente fuera de Cuba, incluso
en Estados Unidos, sin perder el statu quo.
Otros artistas menos conocidos también lograron encontrar un vericueto
legal para, muchas veces amparados en falsos contratos de trabajo que
consiguen tejiendo una malla de sobornos, domiciliarse en el exterior de
la isla.
Así es como varios actores, escritores, cineastas, músicos, plásticos,
bailarines y hasta conferencistas salen de Cuba, como salieron la
mermelada de mango, el café y los cascos de guayaba, a producir en
libertad. Se instalan en Dominicana, España, Francia, México o cualquier
lugar del mundo atados a un sólo grillete, el de no involucrarse en
política. Ni opinar.
Al vivir fuera de la isla, estos artistas poseen cuentas en el exterior.
Hoy vienen a los Estados Unidos por intercambio cultural, actúan,
triunfan con poses de alpinistas urbanos encumbrados, y aunque ninguno
lo diga, nada les impide cobrar. La ley del embargo sanciona enviar
dólares a Cuba; no así al resto del mundo.
Como cubano, no me gusta estimular el clima de hostilidad que nos separa
como pueblo y que además sirve de plataforma política y económica a
grupos que nos manipulan desde ambas orillas del estrecho floridano.
Creo que el contacto con los exponentes de la cultura, llegados desde la
isla es una buena cosa. Estoy a favor del intercambio; pero no de esta
mentira que lo convierte en contrabando.
Source: Las incógnitas detrás del Intercambio Cultural -
http://www.martinoticias.com/content/cuba-intercambio-cultural-/73976.html
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