Viaje a pueblos muertos
Jueves, Julio 18, 2013 | Por Alberto Méndez Castelló
PUERTO PADRE, Cuba, julio, www.cubanet.org - Un evento científico sobre
comunidades rurales, auspiciado por la universidad Vladimir Lenin, de
Las Tunas, tuvo una subsede aquí, el pasado 29 de junio. Especialistas
del Reino Unido, Uruguay y Cuba, estudiaron, entre otros imperativos,
cómo reanimar la cultura rural.
Los participantes visitaron un conjunto de edificios de apartamentos, un
barrio de pescadores y otro de antiguos campesinos, instalados al otro
lado de la carretera circundante al extremo sur de Puerto Padre.
Construidos por micro brigadas, en los años setenta, en los edificios
del distrito conocido por La Micro residen personas de los más disímiles
orígenes sociales, los menos son campesinos. El barrio Boquerón, junto
al litoral, en otro tiempo habitado por pescadores, cuando aquí había
una próspera actividad, hoy apenas cuenta con barcos, y, luego de que el
ciclón de septiembre de 2008 se llevara el atracadero, este es un puerto
sin muelle.
Itabo es voz indígena que aquí todavía se emplea para nombrar un
antiquísimo camino carretero. A ambos lados de Itabo crecieron
cañaverales, sembrados de plátanos y de otros cultivos, además de
potreros, cuyos dueños, desde las postrimerías de la década del setenta,
comenzaron a vender para solares. Desde entonces puede verse allí gente
de campo. Ahora existen desde bohíos hasta chalets, pero no hay tiendas,
farmacias, ni nada que les haga la vida cómoda; no hay calles
pavimentadas, ni alcantarillado, y la mayoría de los vecinos hace sus
necesidades fisiológicas en letrinas, contaminando las aguas del manto
freático. Itabo es un barrio de campesinos sin campo.
¿Qué hacen en Itabo, El Boquerón o La Micro quienes estudian las
comunidades rurales? ¿Qué cultura rural pueden reanimar en quienes
salieron del campo porque de él no consiguieron sacar más que sus bohíos
llevándoselos en una carreta?
Ahora las autoridades entretienen los ocios de los campesinos putativos
llevando juegos rurales a tales lugares, que no son comunidades
campesinas, con todo y que la sociología haya incorporado nuevos
conceptos como el de "la nueva ruralidad". La mayoría de las comunidades
rurales de este municipio desaparecieron con el batey, la aldea nacida
con la grúa cañera y el ramal de ferrocarril, que les dio vida
uniéndolas con el central azucarero, valga decir con una civilización ya
fallecida en esta Isla.
Las autoridades bien pudieron pedir a los integrantes del evento
científico que concentraran sus estudios en Pozo Prieto, Merchán, La
Caoba o La Julia, comunidades verdaderamente rurales, cuyos vecinos
están emigrando hacia los barrios marginales de las ciudades, donde la
vida es más llevadera que en el rudo ambiente campesino.
Desaparición del batey
Para reanimar la cultura rural en Cuba debían, en primer lugar,
resucitar el batey. Pero el batey sólo es posible levantarlo sobre una
economía agroindustrial próspera, imposible de lograr con la
planificación socialista.
Establecidos en el campo con el único propósito de ganar dinero
produciendo caña para fabricar azúcar, los pobladores del batey fueron,
mayoritariamente, gente de los barrios marginales de las ciudades, o
inmigrantes europeos, norteamericanos y caribeños. Obreros agrícolas,
operadores de grúas, pesadores, tractoristas, camioneros, carreteros,
tenderos, cocineros, mecánicos, administradores, capataces, contables,
colonos…
Desde la nacionalización de la mediana propiedad rural, por la Segunda
Ley de Reforma Agraria, en octubre de 1963, y hasta la generalización
del corte de caña mecanizado, bien entrados los años setenta, miles de…
"voluntarios," fueron llevados a cortar caña y repartidos por cuanto
batey contara con albergue suficiente. No pocos hombres de ciudad se
casaron con mujeres de campo y vivieron en él hasta la desaparición del
batey de la campiña cubana.
Pero, en esencia, aunque no puede considerarse el batey como zona
urbana, al carecer de calles pavimentadas, alumbrado público,
alcantarillado o acueducto, ninguna de estas personas, habitantes
permanentes o temporales del batey, puede considerarse gente de campo o
población campesina, a pesar de la ruralidad atribuida por conceptos
sociológicos a quienes viven en la ciudad y trabajan en el campo
manteniendo rasgos de cultura campesina.
Población campesina es más que un concepto demográfico o sociológico, en
tanto es la que aporta color, olor, sabor, sonido y textura al campo de
cualquier país, y, sobre todo, es el segmento de población que además de
proveerla de alimentos, imprime en la nación valores éticos y
persistencia como pocos cuando el estatismo la invade.
En 1953, la población cubana era de seis millones de habitantes en
cifras redondas. Trescientos cincuenta mil eran trabajadores agrícolas
que sólo percibían 190 millones de pesos, el 10 % de los ingresos
nacionales. Con tan escaso presupuesto debían mantener a sus familias,
dos millones cien mil personas, un poco más de un tercio de la población
del país vivía con un promedio anual por persona de 91.56 pesos, $ 0.25
por día. A pesar de ese estado de necesidad, en el campo cubano
prácticamente eran desconocidos los delitos de hurto y sacrificio de
ganado y de robos con fuerza.
En 2002, poco más de once millones de habitantes integraban la población
cubana, de ellos poco más de cuatrocientos mil trabajaban en la
agroindustria azucarera, percibían sólo 1/20 parte del precio de la
libra de azúcar exportada, a 0.10 USD, y con tales ingresos debía
sustentar a sus familias, poco más de dos millones de personas. Ocioso
resulta repetir en qué medida están afectando a la economía y a la
sociedad cubana los delitos contra la propiedad y la falta de valores
morales por la transculturización del comunismo de Europa del Este hacia
la sociedad rural cubana.
Source: "Viaje a pueblos muertos | Cubanet" -
http://www.cubanet.org/articulos/viaje-a-pueblos-muertos/
jueves, 18 de julio de 2013
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