martes, 27 de noviembre de 2012

Los últimos días del embargo a Cuba

Los últimos días del embargo a Cuba
Por: Antonio Caño | 26 de noviembre de 2012

Entre los cambios históricos que se registraron en las elecciones
presidenciales norteamericanas del 6 de noviembre, uno de los más
notables fue el de la victoria, por primera vez, de un candidato del
Partido Demócrata, entre la comunidad cubana de Florida. Eso, unido a
las tímidas medidas aperturistas puestas en marcha por el régimen cubano
en los últimos meses y al mayor margen de maniobra de que dispone en
Washington un presidente que no puede ser reelegido, crea el mejor
escenario que se ha conocido nunca para el levantamiento del embargo
económico de Estados Unidos a Cuba, una reliquia de la política exterior
norteamericana que ha sobrevivido hasta ahora pese a su ineficacia y su
falta de apoyo internacional.

La semana pasada, en la ritual votación anual en la Asamblea General de
las Naciones Unidas, todos los países condenaron ese embargo, con
excepción del propio Estados Unidos, que solo tuvo el apoyo de Israel y
Palau. La impopularidad de esa medida es evidente desde hace tiempo.
También es obvio que, después de 50 años en vigor, no solo no ha servido
para obligar al Gobierno cubano a adoptar medidas democratizadoras, sino
que muchas veces ha sido la excusa para no tomarlas.

Si el embargo ha sobrevivido hasta ahora ha sido, simplemente, porque
tenía el apoyo del exilio cubano, de fuerte influencia en el sur de
Florida, un estado fundamental en la pugna electoral en este país. Pero
eso ha cambiado ya. Nuevas generaciones de cubanos nacidos o crecidos en
Estados Unidos no se sienten obligados a ser fieles al Partido
Repúblicano como la única garantía frente al comunismo ni creen que la
batalla contra Fidel Castro deba de ser el motivo de sus vidas. Por
primera vez, un cubano-americano del Partido Demócrata, Joe García, ha
sido elegido para ocupar un escaño por Florida en la Cámara de
Representantes. Educados más en la solidaridad con sus familiares y
compatriotas de la isla que en el odio a quienes obligó a sus
antepasados al exilio, esa generación simpatiza con las medidas para
facilitar el intercambio tomadas por Barack Obama y tiene el deseo de
aumentarlo todo lo posible.

Esa corriente se ve, igualmente, favorecida por todos aquellos, sobre
todo en Florida, que ven oportunidades económicas en Cuba y quieren que
sus posibilidades de negocio no se vean limitadas por decisiones
políticas que, además, resultan anacrónicas. Estados Unidos favorece la
relaciones económicas con otro país comunista, como China, y, hasta hace
poco, ha permitido cierto intercambio comercial con naciones rivales,
como Irán, y continúa permitiéndolo con otras, como Venezuela. Los
empresarios están desde hace tiempo entre los sectores que favorecen el
levantamiento del embargo.

Siguen existiendo algunos que se resisten a dar ese paso. Los
representantes republicanos de la comunidad cubana en el Congreso aún
estiman que el levantamiento del embargo serviría para dar oxígeno al
régimen de los hermanos Castro, precisamente en el momento en que ambos
se aproximan al final de sus vidas.

Ese argumento, sin embargo, es débil ante el potencial que un mayor
intercambio tendría para agilizar la transición democrática y estimular
a los reformistas. El levantamiento del embargo podría, efectivamente,
mejorar las condiciones económicas de los cubanos. Pero también
facilitaría la presencia en Cuba de los grupos de oposición que actúan
desde Florida y, sobre todo, pondría en manos de la oposición interna
instrumentos de movilización de los que ahora mismo carecen. Con más
dinero, más ordenadores, más teléfonos móviles, acceso a Google y a
Twitter, las posibilidades de comunicar la realidad sobre el sistema
político cubano se ampliarían considerablemente. Por otra parte, es
dudoso que una población menos angustiada por la economía no estuviera
también más interesada en la democracia.

Barack Obama, que inició su presidencia con gestos de buena voluntad
hacia el Gobierno de La Habana parecía compartir ese punto de vista.
Pero, frustrado por la poca receptividad del régimen, y acuciado, como
sus antecesores, por el calendario electoral, abandonó enseguida ese
camino. Ahora, más preocupado por su legado histórico, tiene una gran
oportunidad de hacer algo que, probablemente, sería recordado como el
principio del fin del comunismo en Cuba. El levantamiento del embargo
tendría, junto a sus repercusiones previsibles, un efecto político y
sicológico que serviría para marcar un antes y un después en las
relaciones de Estados Unidos con Cuba y con toda América Latina. En
estos momentos, eso es posible sin dejar sobre el siguiente candidato
presidencial demócrata el pesado lastre de una derrota segura en
Florida. Más bien, todo lo contrario.

http://blogs.elpais.com/ala-oeste/2012/11/los-ultimos-dias-del-embargo-a-cuba.html

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