MININT, Represión
Trabajar en el MININT como tradición familiar
El autor cuenta cómo escuchó de los métodos de tortura usados en Villa
Marista
Andy P. Villa, Guadalajara | 13/09/2012 10:47 am
Entre los años 1988 y 1991 estudié en la escuela de Telecomunicaciones
"Osvaldo Herrera". Allí tuve cuatro compañeros de aula que provenían de
familias con tradición en el MININT (Ministerio del Interior). Uno de
ellos era hijo de un alto oficial del Grupo MC (Moneda Convertible) y
vivía en una mansión con piscina cerca del barrio de Fontanar. Él mismo
nos contó cómo le entregaron esa casa a su padre, confiscada a personas
que abandonaron el país. Como dato curioso, la recibieron con un caballo
muerto dentro de la piscina.
En el año 1989, cuando toda Cuba se conmocionó con el juicio conocido
como la "Causa 1", fuimos testigos de la preocupación e intranquilidad
por la que pasó este compañero nuestro, hasta que se supieron los
nombres de los oficiales que resultaron fusilados o encarcelados en ese
proceso. Su padre corrió con mejor suerte y lo retiraron, no sé si
porque sabía demasiado o porque no estaba tan involucrado en el asunto
del narcotráfico.
Los otros tres eran primos. Uno de ellos era hijo de un alto oficial de
la Inteligencia y al terminar la escuela siguió los pasos de su padre.
Los padres de los otros dos trabajaban en Villa Marista. Ambos vivían
frente por frente a su lugar de trabajo, en las casas de la calle
"Anita" por el costado derecho de Villa. A ambos también el MININT les
dio sus casas, aunque mucho más modestas que la del oficial de MC en
Fontanar. Cabe señalar la importancia del trabajo de los dos, que para
tenerlos bien localizados situaron sus residencias a escasos metros del G2.
Uno de los padres era instructor (interrogador) con grados de capitán.
El otro era teniente y trabajaba en el Departamento de Comunicaciones,
era experto en telefonía y audio, y por lo tanto en intervenir
comunicaciones ajenas que fueran de interés del DSE (Departamento de la
Seguridad del Estado). Este último supe que visitó Miami hace unos años
atrás cuando aún trabajaba en Villa Marista, invitado por su hijo. Me
imagino que no les habrá dicho a los funcionarios de la SINA dónde
laboraba. Quién sabe cuántos micrófonos y cámaras de video habrá
instalado en la Florida y en qué lugares.
Volviendo a sus hijos (mis compañeros de clases), hice una especie de
acuerdo de ayuda mutua con ellos. Yo los ayudaba con la cuestión
académica, que implicaba facilitarles que copiaran mis guías de estudio,
que eran muy efectivas, y si eso no era suficiente (casi siempre era
así) los dejaba que copiaran de mi examen antes de entregarlo. En
cambio, ellos me enseñaron Taekwondo, materia en la que eran muy buenos.
Después de las clases, que eran en la mañana, ellos entrenaban durante
varias horas en Villa Marista. El Taekwondo que se imparte allí, y en
general en el MININT, no es como el que se aprecia en los eventos
deportivos, que está basado en marcar puntos. Este otro Taekwondo, así
como el Kárate o Judo, es una variante llamada "Operativo" y su objetivo
es causar daño en combate real, incluso la muerte, si así se requiere.
Ellos estaban tan enfrascados en este "deporte" y ponían tanto empeño en
sobresalir, para al terminar la escuela entrar con buenas credenciales
en las filas del MININT, que después de su entrenamiento en el DSE
continuaban entrenando por varias horas más, por su cuenta, en el patio
de una escuela primaria que en la tarde estaba vacía, que quedaba muy
cerca de Villa Marista, a un costado de la línea del tren que separa los
barrios de "El Sevillano" y "Miraflores". Era en esa sesión que me
incorporaba yo, y allí entrenaba con ellos y otros amigos más, durante
dos o tres horas diarias, hasta que se extinguía la luz solar.
Mis dos compañeros eran realmente muy buenos, al punto de llegar a medir
fuerzas con la persona más famosa en Ciudad de La Habana en combates
clandestinos de artes marciales, donde se hacían jugosas apuestas,
conocido como: "Miguelito el Bruce", que vivía en "El Recodo" a unas
cuadras de la Calzada de 10 de Octubre, en el barrio de Santos Suárez.
Estoy seguro que muchas personas que lean este artículo sabrán de quién
hablo.
La primera vez que escuché de los métodos de tortura usados en Villa
Marista fue por boca de ellos, cuando nos contaban sobre los dóberman
sin dientes, el gorila, las botas de hierro, etc., siempre en forma
confidencial y pidiendo discreción, pues eran temas tabú.
Cuando nos graduamos en el "Osvaldo Herrera", como técnicos en
Telecomunicaciones, nos tocó pasar el Servicio Militar. Yo fui enviado a
la unidad de comunicaciones UTM 1184 (Unidad Técnica del Mando) de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), subordinada directamente al
MINFAR. Ellos dos fueron enviados a "100 y Aldabó", en el Departamento
de Patrullas. Su función era detener, someter, y trasladar al DTI a los
futuros huéspedes de esta temida prisión de investigación. Cuentan que
se dieron gusto aplicando sus conocimientos en defensa personal, esta
vez ya en situaciones reales.
Al terminar su servicio militar en "100 y Aldabó" pasaron a la vida
civil, al menos aparentemente. Fueron situados a trabajar en "Suchel",
la famosa empresa cubana con capital extranjero de "Lever" (Inglaterra)
y "Camacho" (España) de cosméticos y productos de limpieza del hogar,
famosísima por el hurto y desvío de recursos de tan preciados artículos
de primera necesidad para la población.
En su paso por "Suchel" adquirieron sendas motocicletas, cadenas de oro,
dientes de oro, etc., por lo que no puedo definir de qué lado estaban
trabajando, si era para el DTI o por su propia cuenta.
Posteriormente, supe que habían cambiado su residencia para Miami. Lo
que no tengo claro es si evolucionaron en su forma de pensar y se
desengañaron del sistema castrista, o si aún son fieles a la tradición
familiar de fidelidad a Villa Marista y continúan "trabajando" en La
Florida.
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/trabajar-en-el-minint-como-tradicion-familiar-280026
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario