Los estudiantes cubanos apenas leen
Martes, Mayo 1, 2012 | Por Orlando Freire Santana
LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -Son muchos los que aprecian una
contradicción en lo relacionado con el libro y la lectura en Cuba: se
compran muchos libros, pero se lee poco. En efecto, cada año las Ferias
Internacionales del Libro, que ahora se extienden por todo el país,
muestran grandes niveles de ventas, principalmente de ejemplares
dedicados a niños y jóvenes. Sin embargo, abundan los criterios de
bibliotecarios y dirigentes de los varios programas de promoción de
lectura que existen en la isla, en el sentido de lo poco arraigado que
se halla entre los cubanos el sano hábito de la lectura.
No hace mucho, y casi coincidiendo con la última Feria del Libro, se
celebró en La Habana el 8vo Congreso Internacional de Educación Superior
Universidad 2012. A propósito de ese evento, el semanario Tribuna de La
Habana (en su edición del domingo 25 de marzo) recoge unas interesantes
declaraciones de la doctora María Dolores Ortiz, asesora del Ministro de
Educación Superior y panelista del programa televisivo Escriba y Lea.
La doctora Ortiz afirmó que, en muchas ocasiones, los textos que se
entregan en las universidades como apoyo al curso escolar no son leídos,
pues cuando los alumnos los devuelven al concluir los estudios
correspondientes, están totalmente nuevos y se nota que no han sido ni
abiertos. Semejante observación pone en evidencia que buena parte de
nuestra educación superior se debate entre dos alternativas poco
halagüeñas: o los estudiantes se satisfacen con las notas tomadas en
clases, o al final aprueban las asignaturas con la ayuda de alguna de
las modalidades del fraude académico.
Con respecto a la primera de las prácticas mencionadas, no es ocioso
repetir que ni la más magistral de las conferencias puede sustituir al
libro de texto. Ni aun si estuviéramos en presencia de algún educador
eminente, como los ha tenido Cuba a lo largo de su historia. Recuerdo,
por ejemplo, que siempre se decía que haber sido alumno de Varela, Luz y
Caballero, Mendive o Varona, ya de por sí era un título. Y por supuesto,
mucho más necesitamos del libro ahora, cuando un número nada
despreciable de profesores universitarios, con poca experiencia y
deficiente preparación, son los encargados de impartir las clases y
conferencias. En ocasiones, incluso, se trata realmente de alumnos o
monitores que estudian en grados superiores a sus educandos.
Y qué decir de aquellos estudiantes que se gradúan por medio del fraude.
Los hay de varios tipos: los que pagan por enterarse con anticipación
del contenido de alguna prueba o examen; los que no se molestan en
presentarse a las evaluaciones, y después pagan por el aprobado; y
aquellos que, ante la complicidad de profesores que debían de garantizar
la pureza de los exámenes, extraen los famosos "chivos" que les permitan
responder las preguntas. Últimamente, en un intento por combatir este
flagelo, se ha orientado que los profesores dicten las preguntas en el
momento de la evaluación; es decir, que las pruebas no se impriman con
anterioridad. Pero ni así se logra disminuir el fraude.
De una u otra forma, lo cierto es que tales irregularidades en el
tránsito de nuestros estudiantes por la educación superior— por supuesto
que se presentan también en el resto de los niveles de enseñanza— traen
como resultado la existencia de muchos graduados con serias deficiencias
en su preparación. Dos ejemplos, entre los varios que pudieran citarse,
evidencian lo anterior: los casos de médicos graduados en Cuba que no
pueden revalidar sus títulos en el exterior, y aquellos profesionales
incapaces de redactar un informe con coherencia y una ortografía adecuada.
http://www.cubanet.org/articulos/los-estudiantes-cubanos-apenas-leen/
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