El sindicalismo castrista preso de sus contradicciones ante un nuevo 1º
de mayo
[02-05-2012]
Elías Amor Bravo
(www.miscelaneasdecuba.net).- Este 1º de mayo, "Día del trabajo" de
2012, no trae buenas noticias para todos los cubanos. El sindicato único
la CTC ha anunciado que está de acuerdo con la política del gobierno
según la cuál los salarios no podrán registrar aumentos "hasta cumplir
con el reajuste laboral emprendido en el país y eliminar subsidios
innecesarios para elevar la productividad".
Para el sindicato único, correa de transmisión de la cúpula de poder
castrista, el análisis es coincidente con el del gobierno "hasta que el
país, con las medidas que se adoptan, no logre desinflar plantillas,
eliminar gratuidades y subsidios indebidos que conspiran contra la
elevación de la productividad del trabajo, no estará en condiciones de
hacer incrementos salariales cambiando la actual escala".
Así que, por primera vez en mucho tiempo, conceptos como productividad y
distribución socialista parecen luchar por un equilibrio imposible en la
destartalada economía castrista, en la que los salarios medios se sitúan
en torno a 450 pesos cubanos (unos 18 dólares al mes), tal vez los más
bajos de América Latina.
Un problema fundamental con los salarios en Cuba es su bajo nivel. Esto
limita la capacidad de consumo de la población que se ve obligada
sistemáticamente a depender de las remesas procedentes del exterior, de
los escasos bienes racionados, o del pluriempleo, dado que no está
autorizada la tenencia de activos y el nivel del sistema financiero es
muy rudimentario.
Para aumentar los salarios, el régimen castrista ha impulsado una serie
de medidas dirigidas a la drástica reducción de las infladas plantillas
estatales, la "reordenación laboral" con la supresión de medio millón
de empleos públicos de forma progresiva hasta el año 2015. Lo cierto es
que el ritmo de esta reforma se ha ralentizado notablemente, ya que solo
se han eliminado 140.000 puestos de trabajo estatales.
Sucede que, sin embargo, este tipo de medidas no necesariamente son las
más adecuadas para aumentar los salarios.
La idea castrista de que es "imprescindible desinflar plantillas para
lograr eficiencia y de ahí mejorar los salarios", apoyada plenamente por
la CTC, tropieza con el dato observado de que los niveles salariales de
los trabajadores que se mantienen en las empresas no experimentan los
incrementos previstos.
Ello ha supuesto que se abra una cierta desgana hacia este tipo de
medidas, apareciendo no pocas críticas que ponen el acento en los
errores ni equivocaciones, y excesos que dañen el derecho de los
trabajadores".
Tal vez por ello, y dentro de la nueva cultura de sobrevivir al precio
que sea instalada en la mayor parte de la dirigencia del régimen, los
trabajadores estatales "disponibles" (eufemismo oficial para referirse a
los despedidos) están empezando a dirigirse hacia el trabajo autónomo o
"por cuenta propia", que ya integra a más de 370.000 personas.
La denominada "actualización del socialismo" se está convirtiendo en un
quebradero de cabeza para el régimen, ya que no consigue tener éxito en
ninguna de las distintas opciones que se han ido experimentando
(entregas de tierras, compraventa de viviendas y autos, trabajo por
cuenta propia, concesión de subsidios para la construcción y reparación
de viviendas, etc).
Intentar aumentar los salarios reordenando el empleo es un error.
Pensemos en la economía ideadas por los hermanos Castro tras las
confiscaciones masivas de comienzos de los años 60. Todos los activos
son propiedad del estado, y por tanto, la producción que éste genera es
prácticamente el 100% del valor del PIB. Por lo tanto, los salarios que
se pagan a los trabajadores, fijados por ese propietario de los medios
de producción, se pueden situar al nivel que se desee, ya que no existe
un análisis micro subyacente que permita a los trabajadores y sus
representantes una cierta capacidad de negociación.
Así pues, que los salarios en Cuba sean altos o bajos, es sólo
responsabilidad del gobierno, único pagador de retribuciones y el que
tiene absoluta capacidad para su determinación. La diferencia entre los
salarios y la producción también va a parar al único agente que tiene
capacidad para gestionar los activos de la economía, es decir, el
gobierno. Por tanto, si los salarios son muy bajos, la diferencia con la
producción debe ser cuantiosa. Si a ello se añade que las inversiones
apenas alcanzan una cuantía mínima, ¿dónde está esa apropiación de
rentas de la producción por parte del Estado castrista?
¿Alguien se ha preguntado alguna vez esta cuestión? ¿Qué hace el estado
con esas rentas de situación que obtiene de la producción después de
pagar bajos salarios a los cubanos y apenas realizar inversiones en
infraestructuras? Ahí reside la ineficiencia y el bloqueo interno de la
economía castrista, su capacidad para desviar un porcentaje del PIB muy
elevado hacia actividades improductivas, basadas en el manejo
ineficiente del gasto corriente, en organizaciones de masas, agencias
vinculadas al poder partidista y demás parafernalia que acompaña a la
llamada "revolución" desde sus inicios, por supuesto, incluidas una
sanidad y educación gratuitas en franco deterioro, y que en otros países
occidentales con economía de mercado, alcanzan niveles incluso superiores.
Solución a este problema. Complicada si no cambia el modelo. ¿Qué
modelo? La esencia del castrismo, la propiedad de los medios de
producción. Hay que transferir la palanca del sistema productivo a la
iniciativa privada para que la gestione. La producción nacional entonces
debería ser en un 80% o 90% de naturaleza privada, y el resto pública.
Los ingresos para sostener la actividad estatal se podrían obtener de la
fiscalidad sobre la actividad privada de rentas. Un modelo mixto, en el
que la actividad económica se dirija por la iniciativa empresarial
privada. La "actualización del socialismo" está muy lejos de este
diseño. Los problemas continuarán.
En todo este ámbito de reformas denominado "actualización del
socialismo", la participación de los trabajadores se ha visto limitada
por el carácter monolítico del sindicalismo castrista y la existencia de
una sola organización en régimen de monopolio en el país. No se observan
en el panorama castrista los principios de concertación social, basados
en el diálogo entre las organizaciones que representan a los
trabajadores y empresarios, inexistentes en la Isla, con el gobierno. El
diálogo social moderno en Cuba es un diálogo de sordos.
Por eso, no deja de ser hasta cierto punto lamentable que el máximo
dirigente sindical de los cubanos califique de "batalla económica" no
está exenta de "obstáculos y dificultades" a la "actualización del
modelo" y, sus llamamientos a elevar los niveles de producción, así como
a potenciar el ahorro, no dejan de ser más que unos brindis al sol,
complementados por un absoluto desconocimiento de cómo se trasladan los
efectos de las variables micro a las macro en una economía moderna.
Como viene sucediendo, ante la falta de ideas para transformar la
economía en la dirección correcta, sindicato único y gobierno único se
entregan a la lucha "enérgica y sistemática" contra los delitos, la
corrupción y la indisciplina social como si se tratase de una
prolongación temeraria de las consignas y de los slogans que, con tanta
alegría, se lanzan en este día tradicionalmente en La Habana,
Hasta los trabajadores por cuenta propia, presionados por la CTC, se han
visto obligados a participar en la conga sindical.
La escasa capacidad de influencia de estos nuevos emprendedores, muchos
de ellos autorizados por el régimen para ejercer sus actividades, y
amenazados de una eventual retirada de derechos como represalia a
cualquier desafección, vuelve a mostrar que en el castrismo no hay
transformaciones económicas, que la "actualización del socialismo" no es
más que una treta para ganar tiempo, y que por este camino, si no se
restaura el ejercicio de la propiedad privada y el mercado como
instrumento de asignación de recursos, no se llegará muy lejos.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=35875
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