No violencia en Cuba: ¿un caso particular? (II)
Luis Felipe Rojas
Holguín 11-03-2012 - 9:21 am.
El carácter comunitario y local de la lucha pacífica ha demostrado que
puede ser un camino exitoso.
El artículo anterior de esta serie desató una polémica en la que,
paradójicamente, no pude participar. Las razones del gobierno —la plaza
sitiada, el embargo norteamericano—, le confieren el derecho a negarme
el acceso a internet, o a vendérmelo a un precio impagable.
Los demócratas cubanos han dado fe de su decisión de "resistir la
opresión", un escalón de relevancia mayor tanto para el movimiento
juvenil serbio Otpor como para los antisegregacionistas sudafricanos.
Para Gandhi, volver una y otra vez al lugar de las detenciones, en masa,
agotaba las fuerzas colonialistas británica; lo sabía, por ello incluso
se presentaba junto a sus seguidores en las comisarías, para que los
detuvieran.
En el caso cubano aparece un ejemplo de "resistencia a la opresión" que
resulta una bandera, una luz, si se habla de constancia. Son las Damas
de Blanco, el puñado de mujeres que se presentó ante la Asamblea
Nacional a decir: ¡Estamos aquí y no nos detendremos hasta que liberen
al último de nuestros presos! La persistencia, la disciplina y la
convicción de que el único camino a seguir es el de la resistencia, les
ha rendido numerosos frutos.
Pero hay más.
Las detenciones de activistas de derechos humanos (esa práctica ya común
por parte del Estado) van ahora seguidas de gritos de alarma, de
mensajes a la red de redes, de llamadas a emisoras en el exterior y de
la activación de una red que en pocos minutos disemina la noticia a lo
largo de la isla.
Presentarse en una estación policial a indagar por la suerte de un
disidente detenido puede significar que las autoridades nieguen
cualquier tipo de información. Sin la indicación expresa de la policía
política, la Policía Nacional Revolucionaria asume todo el rol en la
cadena represiva, y ni siquiera informa. ¿Pero, siempre es así?
Cuando un pequeño grupo de opositores ha logrado organizar una red
solidaria de manera efectiva, los resultados han sido una victoria moral
que incide inclusive ante los impávidos ciudadanos, aquellos que no
creen que se les puede arrancar algo a quien detenta el poder.
Los casos de Raudel Ávila Losada en Palma Soriano, Santiago de Cuba; o
el del conocido Premio Sajarov, Guillermo Fariñas, en Santa Clara,
bastan para afirmar que se puede resistir a la opresión y salir airosos.
En numerosas ocasiones, uno y otro han protagonizado plantones delante
de diferentes estaciones policiales exigiendo la liberación inmediata de
activistas de derechos humanos. En otras oportunidades han reclamado el
cese de los atropellos a ciudadanos desconocedores de sus derechos
laborales, y hace poco fueron protagonistas de una sonada protesta que
los condujo a una victoria que aún hoy celebran.
"El poder de la noviolencia" es una excelente compilación que en 2005
Orlando Gutiérrez hizo desde el Centro de Estudios para una Opción
Nacional (CEON). En ella hace una relatoría de casos y testimonios de
organizaciones que lograron socavar a dictaduras postcomunistas y hace
énfasis en "algunos factores que no puede perder de vista el movimiento
cívico en la Isla". El carácter comunitario y local, comenta Gutiérrez
Boronat, le hará más fuerte y exitoso. Amén de los tentáculos de la
maquinaria represiva, la resistencia cívica ha fraguado acciones que,
enfocadas en las necesidades de la comunidad más cercana, han sido un
quebradero de cabeza para las autoridades.
No por gusto los centros de trabajo, las iglesias y las asociaciones
fraternales son vigilados de cerca y penetrados por oficiales de la
inteligencia. En todos los casos el miedo gubernamental radica en la
posibilidad de que una iniciativa local se articule con los proyectos de
emancipación a nivel nacional.
Liberar al país de la catástrofe nacional es tarea de muchos, vale la
pena que pensemos todos.
http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/10045-no-violencia-en-cuba-un-caso-particular-ii
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