Cuba está en lo mismo desde hace más de 50 años, donde por encima luce
bien el socialismo, pero en la realidad se sume en el fracaso y la pobreza.
Escrito por Claudio M. de Rosa
Lunes, 25 abril 2011 00:00
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En el VI Congreso del Partido Comunista Cubano (PCC), en reacción a la
crisis que tiene al borde del colapso financiero a la Isla, se
plantearon unas 300 medidas de apertura de la economía al sector
privado, acompañada de recorte de empleos, reducción de subsidios,
impuestos y descentralización del aparato estatal. Igual como se
derrumbó el modelo comunista soviético, está ocurriendo con Cuba, que ha
mantenido el modelo socialista sustentado en la ayuda externa. Así, este
VI Congreso aprobó una "plataforma de cambio", de "actualización del
modelo" del socialismo cubano, incluyendo una tímida pero decisiva
apertura a la economía de mercado.
Raúl Castro demandó "desterrar el inmovilismo fundamentado en dogmas y
consignas vacías" y a no frenar las reformas económicas, desafiando a
los ortodoxos que rehúsan reconocer que se tocó fondo con un modelo, que
por negar la libertad, acallar la crítica, quedó sumido en el pasado. A
cambio, Castro habló de la necesidad de descentralizar el Estado,
reducir su papel y sobre la necesidad de dar más espacio a la iniciativa
privada (ya se han otorgado más de 200 mil licencias para trabajar por
cuenta propia).
La demanda por cambios estructurales es una velada confesión del fracaso
de 50 años del modelo comunista, que Raúl Castro busca cubrir al
argumentar que estas transformaciones solo persiguen preservar el
socialismo, no destruirlo. Estos cambios tienen a la alta jerarquía del
PCC en una desorientación intelectual, de modo que dicen que "en la
actualización del modelo económico primará la planificación
(centralización socialista), la cual tendrá en cuenta las tendencias del
mercado (libertad de acción)". En su confusión buscan armonizar los
principios socialistas y los de mercado, dando "mayor autonomía de las
empresas estatales y el desarrollo de otras formas de gestión" como "la
inversión extranjera, las cooperativas, los agricultores pequeños, los
arrendatarios, los trabajadores por cuenta propia", aceptando como tabla
de salvación todo lo que se condenó por 50 años.
Para el Gobierno está claro que Cuba no puede gastar más de lo que gana.
Ante algo tan obvio, la realidad los está forzando a entender y a
terminar con 50 años de paternalismo estatal y buscar una modernización
de la economía. Para el PCC el gran desafío está en apoyar recortes de
gastos sin alterar el equilibrio social, en medio de una crisis de
liquidez que genera atrasos en los pagos a proveedores extranjeros hasta
de un año, lo que causa graves situaciones de escasez, en tanto Cuba
importa entre el 60%-70% de los alimentos que consume por medio de la
"libreta de racionamiento". Increíble: en 50 años ni siquiera lograron
el auto abastecimiento de los bienes de consumo básico, un grave fracaso.
Esta situación les demanda buscar formas cómo eliminar de manera
ordenada la "libreta de racionamiento", a 50 años de haber declarado el
carácter socialista de la revolución. Ya se han reducido las raciones de
las libretas, lo que equivale a una alta inflación que conlleva pérdida
de poder adquisitivo: ahora reciben 40%-60% menos de arroz, frijoles,
azúcar, carne de pollo, café, pan y huevos, lo que no alcanza ni para
cubrir las necesidades básicas de consumo ni de 10 días. En estas
circunstancias, súmele la pérdida de tiempo para sacar la libreta y la
escasez, todo lo que ha generado altos niveles de corrupción en todos
los niveles. Y no es para menos, porque el salario promedio ronda $25,
que no alcanza para cubrir el alto costo de la energía eléctrica y del
agua, aunque estén subsidiadas.
Por esto, las nuevas ideas incluyen pagar mejores salarios a los
trabajadores con mayor productividad, para estimular a que ellos salgan
adelante con sus propios esfuerzos; se habla de conceder créditos a
personas naturales; y de flexibilizar la política tributaria para
fomentar el trabajo, así como eliminar la doble moneda, que trae
confusión y corrupción. Cuba está en lo mismo desde hace más de 50 años,
donde por encima luce bien el socialismo, pero en la realidad se sume en
el fracaso y la pobreza. Probablemente el camino lo trazó China: mano
dura en lo político, pero libre mercado, con pinceladas neoliberales en
lo económico, algo paradójico que en pocos años convirtió a China en la
segunda economía del mundo.
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