jueves, 28 de abril de 2011

Pobres, pero contentos

Cuba: Pobres, pero contentos

En la barriada de Cayo Hueso, hay personas que son vistas con desdén. Es
el caso de Waldo, jefe de vigilancia en un comité de defensa a la
revolución (CDR). Un barrio repleto de jineteras y marginales que viven
de lo que se 'cayó' del camión.

Por su intransigencia y celo para hacer cumplir las orientaciones dadas
desde las superestructuras del poder, Waldo se ha ganado la antipatía de
la gente. Según las malas lenguas, además, es informante a tiempo
completo de los servicios especiales.

Talabartero retirado, Waldo tiene como hobby espiar detrás de su amplio
ventanal de hierro, los movimientos de personas marcadas como
sospechosas o conflictivas.

Su objetivo número uno es una pareja de "connotados
contrarrevolucionarios" residentes en su cuadra. Se siente un tipo
realizado cuando los tipos duros de la Seguridad acuden a él para que
les informe los pasos de ese matrimonio.

Waldo nunca ha titubeado en su apoyo irrestricto a Fidel Castro. Ni en
los tiempos más difíciles del período especial, cuando perdió la
dentadura por falta de proteínas, apagones de 12 horas y una neuritis
óptica que lo dejó casi ciego.

La vida lo ha tratado recio. Uno de sus hijos desertó del barco de la
revolución y ahora vive en la otra orilla. Su pensión de jubilado apenas
le alcanza para pagar el recibo de la luz y comprar alimentos otorgados
por la libreta de racionamiento. Poco más. Come y viste mal. Pero sigue
adorando a los Castro.

Waldo pertenece a ese segmento de necesitados al cual se refirió Raúl
Castro en su informe al VI Congreso del Partido. Ciudadanos que a pesar
de ser pobres a rabiar, son incondicionales a la revolución.

Cada día hay menos. Les presento su perfil. Por regla general, tienen
más de 60 años, son ex militares, comisionados políticos de escaso vuelo
o fervientes jubilados que se sienten útiles a la causa, espiando a sus
vecinos "antisociales" o al frente de una reunión del CDR para analizar
el último discurso político.

También hay jóvenes, oportunistas y trepadores, que se enrolan en el
proceso revolucionario para intentar sacar alguna tajada material. Como
Vivian, humilde y astuta muchacha, que se postuló y, sin resistencia,
obtuvo el cargo de delegada al Poder Popular de su circunscripción, lo
que le permitió tejer una red de influencias y resolver materiales de
construcción sin costo alguno a la hora de reparar su desvencijada vivienda.

O ex oficiales como Jesús, un piloto de guerra que participó en la
aventura de Castro en Angola, tan estricto a la hora de interpretar las
teorías marxistas que sus propios colegas del partido al verlo se
echaban a temblar.

Estos camaradas, tercos, fieles, pobres, pero felices con su revolución,
forman un núcleo de talibanes con una fe en los hermanos Castro a prueba
de bombas. Ellos no han obtenido ninguna ventaja material de la
revolución. Ni viajes al extranjero ni divisas para comprar pacotilla.
Son tipos puros.

Algunos incluso se sienten traicionados por los Castro. No porque les
dejó de otorgar una cuota adicional de café o un televisor chino de 21
pulgadas. No. Su desconfianza hacia los hermanos es por el rumbo que
está tomando la revolución.

Sobre todo la permisividad hacia los opositores y la debilidad para
combatir malandrines y putas. Estos comunistas acerados no acaban de
entender, por más que se lo explique el compañero Fidel, por qué a los
'parásitos y gusanos' se les recibe con alfombra roja y sus dólares les
permite a sus parientes en Cuba vivir a todo trapo sin trabajarle al
gobierno.

Tampoco estos intransigentes ven con buenos ojos que sus líderes quieran
sostener un diálogo con Estados Unidos. Crecieron odiando a los gringos
y al imperialismo.

En la soledad de la noche, les asaltan dudas ideológicas. Que se
desvanecen al amanecer. Y salen a tararear "pa' lo que sea Fidel, pa' lo
que sea". Ahora cambiaron la letra. Sustituyeron a Fidel por Raúl. Para
estar acorde con los nuevos tiempos.

Iván García

http://www.desdelahabana.net/?p=6387

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