El trabajo por cuenta propia llega en un momento crucial e indispensable
para la remodelación de la economía y la sociedad cubana
Eugenio R. Balari, Mérida | 24/08/2010
La ampliación legal del trabajo por cuenta propia en Cuba es una buena
noticia para muchos ciudadanos que viven en la Isla, hagamos un intento
entonces de situar la cuestión en su justo lugar.
Se crea o no, este ha sido paradójicamente y durante años un
controvertido y polémico asunto dentro del país. Ha contado con muchos
defensores y también con no pocos ―y sobre todo influyentes―
detractores, los que, dicho sea de paso, lograron imponer sus criterios
a lo largo de mucho tiempo.
Cada vez que la válvula de escape se hizo necesaria, se permitió el
trabajo por cuenta propia y este jugó un papel importante en la solución
de innumerables necesidades acumuladas en el seno de la sociedad cubana,
amén de posibilitar el trabajo de decenas de miles de personas y
garantizar su poder adquisitivo legítima y decorosamente, aunque siempre
autorizado con ciertas limitaciones y no visto del todo con agrado por
las mismas autoridades.
Desde una percepción objetiva, dadas las coyunturas actuales de los
problemas cubanos, el trabajo por cuenta propia llega en un momento
crucial e indispensable para la remodelación de la economía y la
sociedad cubana y, sobre todo, de ciertas situaciones inmediatas que se
tienen que enfrentar.
No es que a través del mismo desaparezcan o se solucionen los agudos y
críticos problemas fundamentales económicos y sociales existentes, pero
su presencia y desarrollo puede contribuir a romper el hieratismo y las
absurdas amarras en que cayó el modelo en los últimos años.
Puede ser solución o alivio para la situación de muchas familias cubanas
y un buen precedente para propiciar el azaroso camino de la recuperación
nacional.
Lo importante ahora es que la exacerbada burocracia "socialista" no lo
asfixie con sus tradicionales y antediluvianos prejuicios y juicios
ideológicos.
Es conveniente agregar que durante las últimas décadas en América Latina
y el Caribe se ha expandido el llamado trabajo informal o también
denominado trabajo por cuenta propia; por lo pronto es lo que nos ha
venido diciendo de manera reiterada y con cifras la CEPAL.
De acuerdo con los profesionales de la economía, este tipo de trabajo no
se caracteriza por ser el más eficiente y productivo, tampoco el mejor
pagado y menos aún el de mayores garantías o más seguro para el ciudadano.
Sin embargo, esta forma de actividad laboral tiene la virtud de
contribuir, sobre todo en épocas de crisis económicas, a mitigar el
lacerante fenómeno del desempleo y la ausencia de poder adquisitivo.
El trabajo informal o por cuenta propia fue la primera forma de trabajo
conocida y realizada por los individuos desde el primitivismo humano.
Valga decir que es ante todo un trabajo personal y privado. Es evidente
que no es de naturaleza colectiva, aunque puede las más de las veces
ponerse en función de ella.
El mismo tiende de forma gradual a fomentar la propiedad colectiva en
los marcos de la propiedad privada, la división social del trabajo y su
necesaria proyección colectivizada, pero por lo pronto, ello no ocurre
sino durante un largo período de tiempo o una etapa histórica determinada.
Por lo general, el trabajo por cuenta propia trata de actividades
individuales que realizan determinadas personas, pero en ocasiones éstas
son efectuadas con el apoyo o complementación de familiares o amigos,
los que reciben su compensación monetaria por parte del trabajador
principal a cuyo cargo se encuentra establecida la actividad en cuestión.
Es muy difícil en cualquier sistema impedir que ello ocurra, en unos
casos porque se vulneran sistemas impositivos y en otros para poder
decir que no se explota trabajo ajeno y se obtienen mayores ganancias.
La mayoría de las acciones que realizan los trabajadores por cuenta
propia son de carácter manual, aunque en muchos países de la región
―sobre todo en los últimos años― han crecido de manera significativa las
de naturaleza intelectual.
Hay varios rasgos que identifican al trabajador por cuenta propia. Entre
otros, éste depende de sus posibilidades físicas o intelectuales para
realizar su labor y no requiere de inversiones, o en todo caso de
inversiones cuantiosas. Además, en la mayoría de los casos, quienes
realizan este tipo de labor no son contemplados por los sistemas de la
seguridad social y sus cargas impositivas casi siempre son de poca magnitud.
Los trabajadores por cuenta propia obtienen los recursos monetarios a
través de sus gestiones y esfuerzos propios. Al no recibir beneficios
directos del Estado o de las pequeñas, medianas o grandes empresas ―sean
éstas privadas o públicas―, se distancian de cualquier dependencia o
subordinación paternalista o de presión que se les quiera ejercer.
Estos trabajadores entonces viven y se desarrollan con cierto grado de
autonomía al margen y con independencia de dichas instituciones. En
realidad se hacen mucho más independientes.
Ahora lo determinante son sus habilidades y esfuerzos físicos o
intelectuales para garantizar su vida y la de sus familiares o amigos.
Existen actividades por cuenta propia que son muy necesarias para muchas
personas. Algunos de dichos trabajos se requieren casi permanentemente y
varias de sus labores se aprecian en los mercados nacionales, mientras
que otras lo hacen en los planos domésticos y los servicios. Algunas
labores son físicamente duras o agotadoras; otras difíciles y complejas,
que requieren de ciertos conocimientos o experiencias acumuladas a lo
largo de los años.
Muchas de estas actividades también son bien remuneradas y sus ingresos
comienzan a sobrepasar a sus gastos.
La lógica tendencia a crecer ―a expandirse o a obtener más y mejores
resultados en lo que se hace― con frecuencia lleva a estos trabajadores
exitosos a la acumulación del capital obtenido, y de ahí a tratar de
desarrollar su actividad de una forma más organizada y colectiva.
Comienzan luego sus lógicas aspiraciones a convertirse en pequeños o
medianos empresarios.
Desde el punto de vista histórico, en ellos posiblemente se encuentra el
germen más importante de la posterior producción en gran escala y de los
avances tecnológicos que se han alcanzado en el sistema productivo mundial.
Para cualquier país, con independencia de su proyección ideológica, es
imprescindible que dichas actividades sean reguladas, pero sin que estas
medidas atenten contra su presencia y desarrollo conveniente en la sociedad.
Mucho más apreciadas son aún estas actividades laborales, cuando las
mismas se desarrollan en condiciones difíciles para cualquier economía o
se manifiestan circunstancias sobre todo de recesión o crisis.
Por ello pienso que al trabajo por cuenta propia, y al trabajador que lo
realiza, hay que acabar de apreciarlo como un elemento necesario de
cualquier sistema productivo. Complementario si se quiere, pero
imprescindible y útil para la satisfacción de innumerables necesidades
que se manifiestan socialmente, y que no se resuelven por otras vías.
No apreciarlo de esta forma es sencillamente un oportunismo.
Considero que es imprescindible y, además, justo que lo dignifiquemos,
apoyándolo y ofreciéndole la cooperación y el respeto, amén de las
seguridades sociales que el mismo se merece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario