CIRCUNSTANCIAS DE LA REALIDAD CUBANA
13-07-2010.
Dr. Darsi Ferrer
Director del Centro de Salud y Derechos Humanos Juan Bruno Zayas
(www.miscelaneasdecuba.net).- La Habana, Cuba. 8 de julio de 2010.- El
anuncio de la pronta excarcelación de los Presos de Conciencia de la
Primavera Negra del 2003, como resultado del proceso de diálogo entre
las autoridades del Gobierno y la jerarquía de la Iglesia Católica,
implica una significativa victoria para la Oposición y quizás represente
un paso de avance para la sociedad cubana, porque demuestra la vía de
encontrar soluciones civilizadas ante los desafíos devenidos de la
precaria situación que atraviesa el país.
La satisfacción porque termine la injusticia que sufren los Presos de
Conciencia y el martirio que soportan sus familias, debe servir de
incentivo para lograr que se gestionen nuevos pasos que alejen a la
sociedad de los apremiantes males que hoy padece y que amenazan a la
nación con convertirla en un estado fallido.
Urge que entre todos los actores que están vinculados de alguna u otra
manera con el panorama nacional, se negocien salidas viables para todos,
que contribuyan a mitigar el sufrimiento del pueblo, y a encauzar el
rumbo liberalizador y democrático de la Patria de Martí.
La acción realizada por el Gobierno, que permite la excarcelación de los
presos, constituye un paso meritorio de reconocimiento por su impacto
positivo y justo. Es de esperar que le sirva de referencia para asumir
pasos posteriores en el orden de ofrecer garantías jurídicas que eviten
para el futuro incurrir en otras oleadas represivas por motivaciones
políticas.
También representa una experiencia que invita a los dirigentes y cuadros
de la oficialidad, a que superen los temores e incertidumbres que
generan los cambios, es hora de que actúen desde una perspectiva más a
tono con las realidades y necesidades de los cubanos.
Los resultados concretos alcanzados por la Iglesia Católica con su papel
mediador en el proceso del diálogo, le aportan mayor reconocimiento como
institución independiente de la sociedad civil, y deben constituir un
estímulo para que le pidan al Gobierno que les reconozca derechos que
son inherentes a la esencia propia de la Iglesia, como es el brindar
asistencia religiosa dentro del sistema carcelario de la Isla y tener
más participación en la asistencia humanitaria de personas en
condiciones de desamparo. Esas funciones están aún hoy muy restringidas
por disposiciones del Gobierno y de eliminarse las restricciones
redundaría en beneficio para la población.
Parte importante del logro obtenido en el proceso de diálogo le
corresponde al gobierno español, con su papel conciliador acompañando al
Gobierno y a la Iglesia. Esos resultados positivos no deben ser
minimizados al estrecho propósito de tomarlos como bandera para
presionar a sus socios de la Unión Europea, en dirección de desmontar la
política vigente de la Posición Común.
Una actitud más responsable sería que se tomaran como aliento para
seguir influyendo en la adopción de medidas que faciliten en Cuba una
transición pacífica hacia un sistema democrático y plural, como el que
ellos disfrutan en España, que les garantiza el ejercicio de las
libertades y derechos fundamentales a sus coterráneos sin ningún tipo de
discriminación.
En las circunstancias actuales la Oposición precisa de superar los
obstáculos que le han impedido conducirse como bloque. Requiere de
asirse a una plataforma mínima de consenso donde se impulsen acciones
comunes que respondan a las necesidades presentes en la nueva realidad
de la nación.
Y la proyección de las acciones no es posible conducirla por la vía de
esquemas ideológicos o políticos, sino que debe intentarse desde una
perspectiva humanitaria, que se enfoque en disminuir las consecuencias
perjudiciales de la supervivencia cotidiana que sufren la mayoría de los
cubanos, y que busque la interacción constructiva con todos los actores
o agentes de cambio que puedan influir en las negociaciones para avanzar
entre todos a la implementación de soluciones para bien de la sociedad.
La decisión del Gobierno de excarcelar a los presos es motivo de alegría
pero también deja una estela de incertidumbre, porque la medida no se
acompaña de garantías que despejen los temores de que se trate de una
maniobra para ganar tiempo, más que de un cambio de política dirigido a
desmontar la aplicación del aparato represivo como instrumento de
intimidación y control social.
Resulta evidente que por sí sólo el Gobierno no tiene la capacidad de
resolver los crecientes problemas que afronta la sociedad cubana.
También es insuficiente la participación de la Iglesia por la enorme
dimensión de los problemas de la nación y la magnitud de los peligros
que la acechan. Es hora de que se reconozcan de manera oficial los demás
sujetos de la sociedad, en este caso los grupos y asociaciones de la
Oposición, y que se permita su participación normal en las distintas
esferas de la vida nacional, lo que daría más posibilidades de buscar
soluciones entre todos.
La Oposición por su parte puede llegar al consenso de trabajar por
lograr como segundo paso en la realidad del país, que el Gobierno haga
modificaciones a su Ley del Registro de Asociaciones, para que las
organizaciones de la sociedad civil sean reconocidas por el orden
jurídico. Ese es un derecho que, entre otros beneficios, resolvería la
exclusión que sufren miles de cubanos que son tratados como enemigos por
las autoridades y se les margina de su participación en los asuntos de
interés de la nación.
Otro reclamo mínimo de primer orden para la Oposición lo constituye la
petición al Gobierno de la ratificación de los Pactos de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas, ya firmados hace unos años, lo que
terminaría de evacuar las dudas y temores actuales sobre la intención de
los pasos dados por el Gobierno, y tendría por efecto el guiar a la
sociedad hacia un ambiente de civilización y ordenamiento jurídico, que
brinde mayores facilidades para continuar avanzado por el camino de las
negociaciones conciliadoras entre todos.
Una importante acción consensuada por la Oposición sería el de hacer
extensivo a los 27 países que conforman la Unión Europea, la propuesta
de que para el próximo encuentro que tendrán durante el venidero mes de
septiembre, donde analizarán específicamente la situación de Cuba,
avancen de la política comunitaria de presión sustentada en la Posición
Común a la implementación de una política coordinada que se enfoque en
la petición al Gobierno de la ratificación de los Pactos de Derechos
Humanos de la ONU y que legalice el reconocimiento jurídico de los
diferentes grupos de la sociedad civil.
También la Oposición puede influir de manera decisiva en la mediación
para adoptar soluciones que resuelvan el prolongado diferendo existente
entre los gobiernos de Cuba y EE.UU., que por las tensiones que provoca
y la falta de relación bilateral normal entre ambos países causa graves
perjuicios a la sociedad cubana, la que además tiene un sector
poblacional significativo que radica en el territorio americano,
principalmente en el estado de la Florida.
Concretamente la Oposición tiene la opción de proponerle al gobierno de
los EE.UU. que avance a la eliminación de las medidas de presión, como
la derogación del embargo económico, que interfieren con la vía de la
negociación como mecanismo pacífico y viable para la búsqueda de
soluciones al problema nacional. Y que además se vincule junto a la
Unión Europea, en una plataforma mínima, donde coincidan en la política
coordinada de apoyo a la propuesta de la Oposición, la que propone al
gobierno cubano la ratificación de los Pactos de Derechos Humanos y el
reconocimiento legal de las organizaciones independientes de la sociedad
civil.
La sociedad cubana necesita del empeño y la audacia de todos los actores
con capacidad para participar en la construcción de un destino nacional
que beneficie a todos. Es enorme el desafío y numerosos los factores
desfavorables que tienden al pesimismo y la desconfianza.
Pero el amor a la nación, la necesidad de adecentar a la sociedad y
conducirla a un ambiente civilizado, el deber y la responsabilidad de
actuar en favor del bien común y las crecientes penurias de la
población, obligan a convertir este proceso de diálogo que se ha
explorado con resultados alentadores en la esperanza de cambios, que
favorezcan a todos los cubanos y devuelvan la posibilidad de vivir
dignamente y en armonía dentro de la nación cubana. Lograr esos
resultados depende del esfuerzo de todos.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=28825
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