José Fornaris (PD)
LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - Mi madre tiene 85 años,
pero todavía va al mercado a comprar la cuota de la libreta de
racionamiento; cocina para toda la familia, y además, cuida a dos
bisnietas. Tiene buena coordinación mental. Su discurso está relacionado
con las expectativas domésticas de la inmensa mayoría de la población.
Ella habla de la necesidad de que haya arroz, azúcar, más transporte
colectivo y vivienda para todo el que la necesite.
En su pequeño apartamento de una sola habitación residen ocho personas:
hijas, nietas y bisnietos.
Nunca la he escuchado hablar de guerra. Pero estoy preocupado, porque a
su casa no llevan las cámaras de la televisión para que sea posible ver
y oír, en el propio lenguaje de los necesitados (la inmensa mayoría) las
cuitas del ciudadano común. Sin embargo, nos presentan a Fidel Castro
haciendo propaganda de la guerra, algo prohibido por los organismos
internacionales que se ocupan del tema. Ha estado anunciado el
Comandante que la guerra nuclear es inevitable y que la tenemos pegada a
la oreja.
Cuando algunos decían que era brillante, la gente no le hacía mucho
caso; ahora que a nadie le cabe duda que lo mejor que pudiera hacer es
quedarse callado, porque cada vez que dice o escribe algo se nota más su
desencuentro con en el mundo, la gente menos caso le hace. Esa es la
suerte. Si se le tuviera en cuenta, dentro de nueve meses tendríamos una
explosión demográfica en Cuba. Por aquello de "a coger, a coger que el
mundo se va a acabar".
Además, en Cuba la gente no está nada motivada a trabajar. Si se
creyeran lo de la guerra nuclear a la vuelta de la esquina, en cuatro
días en verdad no quedaría ni dónde amarrar la chiva para que coma un
poquito de hierba.
Lo trágico de este tema es que no se sabe todavía hasta cuándo habrá que
mantener el presupuesto del sistema de comunicación masiva para mensajes
alarmistas saturados de propaganda ideológica.
Los medios lo siguen presentando como el Comandante en Jefe, aunque no
se ha visto a ninguna figura gubernamental o partidista a su lado
durante sus últimas salidas a la luz pública.
Aunque continúa siendo, al menos en teoría, el Primer Secretario del
Partido Comunista, con un Comandante en Jefe como ese, sus subalternos y
seguidores, si todavía tiene alguno, no necesitan enemigos.
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