miércoles, 26 de abril de 2017

Un paseo por mi Habana

Un paseo por mi Habana
25 Abril, 2017 6:05 pm por Eduardo Martínez Rodríguez:

El Cerro, La Habana, Eduardo Martínez, (PD) Hoy he realizado otra de mis
caminatas exploratorias por mi Habana. Esta vez me fui a la zona más
antigua de la ciudad, en específico por los alrededores de la calle Obispo.

Una de las razones se basaba en que necesito adquirir CD pero no los
encontré. Desde hace meses escasean en las tiendas. Presumo se deba a la
gran crisis económica en donde se ha empantanado la nación que no le
permite a los compradores oficiales (los únicos autorizados) adquirir en
el exterior artículos que no sean de primera necesidad.

Las pocas divisas que no sean gastadas en propaganda deben de estar
siendo invertidas en comida, a pesar de que todo escasea y su oferta es
cada día más raquítica. Lo que abunda un poco es el pollo y los cubanos
podemos decir cuándo son de producción nacional o traídos de USA gracias
al peso y el gordo de los muslos con encuentros. Los nacionales parecen
haber acabado de salir de una huelga de hambre. Generalmente, cada uno
debe tener una libra de peso, pero en las pollerías se están viendo
forzados a cortar con sierras parte del huesudo cuesco para llegar al
peso requerido. La pechuga cuesta 4.50 cuc el kilogramo. Es cara para el
ingreso promedio nacional. Con el cuesco, la huesuda área de los
pulmones del pollo, solo se puede hacer sopita para los enfermos.

Después de caminar por horas e ingresar a todas las tiendas de todo
tipo, lo único que hallé fueron DVD, a setenta y cinco centavos, sin su
cubierta protectora, a granel, como decimos aquí. Es demasiado espacio
para mi literatura y caro para mi bolsillo.

Continué caminando y en una de las generalmente mejores tiendas para
piezas de autos en Prado y Ánimas solo encontré unos rodamientos de
Lada. Un señor acababa de pagar por toda la existencia de ventiladores
de seis aspas para el motor de la misma marca y me dejó sin opciones
para mejorar la refrigeración de mi cacharrito en este verano atroz.

También, por enésima vez, hoy me quedé con las ganas de adquirir algunos
libros buenos. En las librerías no hay uno solo que aborde nuestra
sociedad actual desde perspectivas críticas, solo hay la usual
apologética y mucha bobería académica, politiquería y autores
extranjeros malos. Y cada vez estos libros son más costosos, para no
perder la tendencia de caro y malo.

Bajando por el Prado veo al futuro hotel Manzana, justo en lo que fuera
la famosa Manzana de Gómez, edificio que financiara el magnate Gómez
Mena a inicios del siglo veinte.

Se reconstruye asimismo el Capitolio Nacional, hacia donde han retornado
a nuestro enorme e ineficiente parlamento, y también han reacondicionado
el Gran Teatro de La Habana.

Me llamó poderosamente la atención una serie de fotos muy antiguas
reproducidas a tamaño gigante e impresas sobre un nylon grueso a manera
de cerca que evita a los transeúntes ingresar en una zona de inminente
peligro bajo los portales de un edificio a punto de desplomarse por el
deterioro, justo en la esquina opuesta al Tribunal Provincial, la
antigua sede del desaparecido Diario de la Marina.

Hacia allí volví a atravesar Prado, ya sin autos estacionados por la
presión de la policía que los envía no sé a dónde, y me dediqué más de
una hora a analizar foto por foto. Pude ver por primera ocasión los
antiguos talleres de la Ciénaga donde se iba a construir el Capitolio,
los antiguos trenes y sus locomotoras, toda la infraestructura que
pronto iba a desaparecer. Detrás se ven claramente los edificios de las
fábricas de tabaco Partagás y H. Upman, edificados en mil ochocientos
ochenta y tantos, hoy aun en pie en el mismo lugar. Se ve asimismo una
foto de una decena de obreros manipulando una rudimentaria grúa en los
inicios de las obras del Capitolio y muchas otras más. Las personas que
veía con sus sombreritos de pajilla y ala recta estaban trabajando;
algunos, supongo que jefes, vestían baratos trajes completos al
inmisericorde sol de siempre. Todos están hoy muertos. Veo sus sonrisas,
imagino las chanzas que se estarían diciendo, analizo sus ropas, sus
actitudes y sus imágenes a casi tamaño natural. Hoy no podría conversar
con ninguno de ellos, sus cuerpos probablemente polvo casi cien años
después del momento cuando se tomaba la instantánea. Probablemente
también nadie los recuerda, ¿cómo eran? ¿Qué pensaban de Machado?
¿Cuánto les pagaban? ¿Tenían familia? Las fotos no explican tanto.

Así, mientras avanzaba, me percato que La Habana, ciudad maravilla,
¿será posible?, no tiene nuevas urbanizaciones innovadoras. Nada de
edificaciones altas y ultramodernas. Se detuvo en 1959, con el
consiguiente deterioro sostenido, casi sin mantenimiento.

Hoy estaban recambiando los adoquines de Obispo. No hay inmobiliarias
que destruyan lo obsoleto y aporten modernas soluciones a las
necesidades estéticas y funcionales de esta urbe tan necesitada, como
toda la nación.
¿Y la Habana del siglo XXI? Lo viejo se reconstruye, pero no tenemos lo
nuevo. ¿No hay futuro? Yo creo que sí.
eduardom57@nauta.cu; Eduardo Martínez

Source: Un paseo por mi Habana | Primavera Digital -
https://primaveradigital.org/cubaprimaveradigital/un-paseo-por-mi-habana/

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