La movilmanía
25 Abril, 2017 6:03 pm por Jorge Luis González Suárez
Plaza, La Habana, Jorge Luis González, (PD) Las comunicaciones modernas
andan por la estratósfera. Todo está en el éter. La desaparecida
locutora Eva Rodríguez exclamaría: ¡En el aire!
Del cielo cayó uno de los inventos más populares de hoy: el celular.
Estos artefactos o cachivaches pueden ser normales o inteligentes. Bruto
es quien no lo sepa manejar.
La gran innovación telefónica trajo consigo una enfermedad: la
movilmanía. Consiste en exhibirse con el celular, demostrar que usted
sabe usarlo mejor que otros, decir que el suyo está más actualizado y
gastar divisas.
Ni Bell, ni Meucci, pudieron imaginar su aparato sin hilo. La reducción
de su tamaño les parecería de ciencia ficción. Llevarlos en los
bolsillos, increíble.
El disco se sustituyó por teclas y éstas por el dedo. Sirve para
realizar muchas cosas, entre ellas, comer catibía.
Permite hablar y caminar a la vez. Es como una oferta: 2×1. Otros lo
aprovechan para oír música o ver videos. Hay dos variantes. Con altavoz,
para molestar al que lo rodea, o con cablecitos colgados al tronco de la
oreja. Los usuarios se convierten en sordos por voluntad propia. La
última forma da la posibilidad de que lo arrolle hasta un tren.
Una forma de idiotizar perfecta son los juegos. Las personas adoptan
cara de gente con síndrome de down. La atención está dirigida nada más
que a la pantalla. Si gana, sonríe. Cuando pierde, pone cara de pocos
amigos. Puede hacerlos en la guagua o la parada. Así pierde menos tiempo
del que pierde en esa tontería.
Los cubanos acogieron con furia la novedad. Es cierto que llegó con buen
retraso, pero llegó. No creo exista un compatriota que no lo conozca.
Buena cantidad de ciudadanos ya lo poseen.
Tener un celular da distinción. Es un instrumento casi imprescindible
para la localización.
Aprender su uso requiere un curso mínimo técnico. Su instructor no tiene
que ser maestro profesional. Es cualquiera. Mientras más le explican
menos entiende.
Tiene programas llamados aplicaciones. En mi época, aplicación era
portarse bien y por eso, daban una medalla en la escuela.
La edad no es un impedimento en su aprendizaje. Al contrario, mientras
más pequeño sea, mejor. Un niño asimila la instrucción a velocidad
vertiginosa. Un joven es habilísimo. Un viejo tarda un año en aprender y
se traba a cada rato y tiene que lanzar S.O.S a la grey juvenil.
La marca señala la categoría del dueño. Si el suyo es Alcatel, usted
será de 5ª categoría. Para alcanzar el primer lugar debe tener un
Airphone- 5. Es como decir el pedigrí. La variada escala por marcas es
necesaria para darle el sitio que a usted le corresponde.
La otra parte del negocio se encuentra en el precio. Decir que el suyo
vale más que el de su socio es muy importante. Implica que usted es un
ser de porcentaje. Las palabras mágicas son: yo pagué tanto por este
celular. Esa definición se corresponde con la calidad de su equipo. Y la
suya también. Especule con esto. Verá los resultados que obtiene.
Acceder al WiFi ya no es un sueño. El pequeño inconveniente es que debe
asistir a una de las zonas permitidas. Allí encontrará una tribu
completa de humanos con celulares. Cada uno con su artilugio, va y habla
con su familiar de la Yuma. Estos ven también a los de acá. Conversan
sin decir nada significativo. Así gastan su dinero.
Estos sitios públicos tienen una dificultad: la conexión. Esta palabrita
se halla en el argot actual. Conectarse es lograr su propósito. No
hacerlo es invertir su presupuesto y no lograr nada. El único que se
beneficia con ambas acciones es ETECSA.
Tuve la dicha de recibir un móvil hace poco. Gasté $41.50 cuc en la
línea y el Nauta. Ya invertí, de los 10 cuc de recarga, $1.62 en
mensajes. Y ninguno ha llegado a su sitio. Evidentemente, soy un viejo
obtuso. Pero ya soy persona. Entonces, ¡que viva el desarrollo!
jorgelibrero2012@gmail.com ; Jorge Luis González Suárez
Source: La movilmanía | Primavera Digital -
https://primaveradigital.org/cubaprimaveradigital/la-movilmania/
miércoles, 26 de abril de 2017
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