Límites del raulismo
Ni la reintroducción parcial de elementos capitalistas, ni cierta
apertura democrática fueron los factores claves —aunque sí
contribuyeron— en el fin del "socialismo real" en la URSS
Redacción CE, Madrid | 29/10/2016 10:29 am
Medir el avance de las reformas emprendidas por el régimen de Raúl
Castro implica al menos dos caminos posibles.
Uno es el más practicado a diario: constatar que hasta el momento los
cambios económicos han sido pocos, limitados y lentos, y aquí el debate
se centra en mirar al conocido vaso de agua: cuánto hay de lleno y
cuánto de vacío. Al final todo se reduce al optimismo o pesimismo del
observador, o a los intereses o la voluntad que le guían.
El otro es más amplio, pero también más desesperanzador: contemplar lo
que ocurre en Cuba y contrastarlo con lo que sucedió en la desaparecida
Unión Soviética, sin detenerse a enfatizar los casos puntuales sino
considerándolos simplemente como breves pasos dentro de un largo camino.
Como la prensa no se cansa en su afán de detenerse en los ejemplos
concretos, en este artículo se prefiere la visión de conjunto.
Nadie duda que la meta de Leonid Brezhnev era preservar el Estado
soviético. Pero ese empeño en sobrevivir no hizo más que contribuir a su
destrucción. Los funcionarios y miembros del partido no hacían más que
volver, una y otra vez, a las viejas consignas de Lenin y Stalin, aunque
nadie creía en ellas y nadie pensaba ni por un momento que Brezhnev
creía en ellas.
Raúl Castro se ha dado cuenta del peligro que representa este aferrarse
al pasado, aunque públicamente no lo admite y su hermano mayor se
encargue de vez en cuanto en reafirmarse en la vieja utopía, no por
convicción sino por justificación de vida.
Yuri Vladímirovich Andrópov hizo pocas reformas y su mandato tuvo corta
duración: se extendió desde el 12 de noviembre de 1982 hasta su muerte,
15 meses más tarde. Sin embargo, su sucesor, Konstantín Chernenko, aún
hizo menos en un sentido propio, por lo que vale considerar que ese
pobre legado que fue el modelo de Andrópov mantuvo su vigencia hasta
mediados de 1986.
El modelo de Andrópov se caracterizó por la reafirmación de la ley y el
orden: mayor disciplina laboral, campañas en contra de la corrupción y
el alcoholismo y cambios en el aparato administrativo, con la
eliminación y transformación de ministerios: de pronto surgía un
poderoso sector, con la fusión de dos ministerios, que al poco tiempo
era dividido en… tres nuevos ministerios.
Durante los últimos años Raúl Castro ha estado repitiendo, con pobres
resultados, un esquema similar.
Con la llegada de Mijaíl Gorbachov al poder, en 1985, vino el anuncio
oficial de que la economía soviética estaba estancada y que era
necesaria una reorganización acelerada. Luego se pusieron de moda los
términos "glásnost" (apertura, transparencia) y "perestroika"
(reconstrucción), pero la realidad es que la creación de empresas
comerciales y asociaciones con empresas occidentales no nacieron con
Gorbachov sino datan de la época de Brezhnev. Es por ello que tal
práctica —más allá de las razones perentorias y conocidas de las
dificultades económicas reinantes en la isla— se acepte y alabe
actualmente en La Habana.
Puede afirmarse que el modelo cubano —con esa mezcla de improvisación,
ajiaco ideológico y oportunismo que siempre lo ha caracterizado— pueda
situarse en una etapa "pre Gorbachov" en estos momentos, en lo que se
refiere a control estatal en los principales aspectos sociales y
económicos, y ni siquiera pensar en un acercamiento a un "socialismo
pluralista" en lo político, como llegó a plantear Gorbachov. La ecuación
cambia en cuanto a la cultura.
Lo que sí ha asumido el régimen raulista es una actitud distinta ante
los intelectuales y artistas. Ello puede llevar a confusiones en cuanto
a su alcance.
En primer lugar, hay que reconocer esta apertura. En segundo, añadir que
es pautada desde arriba y acorde a un criterio pragmático, del cual se
dio cuenta en su momento Gorbachov.
Durante el mandato de éste, se publicó la novela antiestalinista Los
hijos del Arbat, de Anatoli Ribakov, y salieron relucir nombres hasta
entonces prohibidos como Anna Akhmatova, Andrei Platonov, Mijaíl
Bulgakov, Alexandr Tvardovsky y Vasily Grossman. Pero el cambio también
obedeció al hecho de que los límites de "lo permitido" estaban lo
suficientemente interiorizados, lo que hacía innecesario la utilización
burda del terror para recordárselos a los intelectuales y artistas.
No fueron estos los únicos cambios que merecen recordarse. Otros como
facilitar los viajes a Occidente, el contacto con colegas de los países
capitalistas y autorizar a la Iglesia Ortodoxa una mayor participación
en tareas caritativas, así como permitir la entrada de biblias, hicieron
de la URSS un país más libre. Igual ocurre ahora en Cuba.
Pero ni la reintroducción parcial de elementos capitalistas, ni cierta
apertura democrática fueron los factores claves —aunque sí
contribuyentes— en el fin del "socialismo real" en la URSS y el bloque
de países del Este. Fue el rechazo de Gorbachov al uso de la fuerza para
mantener el sistema. Y ese paso, es el que Raúl Castro no parece estar
dispuesto a dar.
Este artículo retoma ideas ya publicadas en CUBAENCUENTRO, pero que
mantienen su vigencia en la actual situación en la Isla.
Source: Límites del raulismo - Noticias - Cuba - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/cuba/noticias/limites-del-raulismo-327416
sábado, 29 de octubre de 2016
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