El embargo como enfermedad
El gobernante Raúl Castro busca exprimir al máximo el embargo, para
utilizarlo como arma masiva de distracción
Alejandro Armengol, Miami | 31/10/2016 9:37 am
No es el "mal del siglo" y mucho menos una epidemia. Aunque para algunos
llega a padecimiento mayor. El embargo de Estados Unidos hacia el
régimen cubano se ha convertido en una enfermedad.
Traspasadas las barreras ideológicas y económicas, cualquier arrebato
tiene cabida. La Casa Blanca se abstiene en una votación en la ONU,
sobre una medida que supuestamente debe representar o abolir. No la
defiende y deja los ataques otros. Sabemos las causas por la cual no ha
podido derogarla, pero ello no libra al país de la incongruencia.
Bondades de la democracia y males partidistas. Todo mezclado sin temor
al ridículo. Índice de esquizofrenia, por parte de un gobierno y un
Congreso.
La Plaza de la Revolución desata una campaña en contra del "bloqueo" y
recurre al extremo de ofrecer a los jóvenes el servicio de wifi gratis
para contar con su presencia. Reduce a propaganda burda el rechazo a un
conjunto de normas cada vez más limitadas. Lo lógico, en un país normal,
es aprovechar las ventajas creadas por la administración de Obama y
buscar otras. Pero Cuba no lo es. Raúl Castro busca exprimir al máximo
el embargo, para utilizarlo como arma masiva de distracción. El empeño
puede resultar provechoso de momento, para sus fines políticos. ¿Pero
por cuánto tiempo?
Ni siquiera Donald Trump, atento a buscar provecho para su campaña en
cualquier piedra del camino, apuesta por el embargo. Trump es un
"dialoguero". Catalogarlo como tal lo hubiera hundido ante el "exilio
histórico" hace unos años. Pero aquellos, los de entonces, ya no son los
mismos, aunque lo aparentan. El candidato republicano no ha hecho más
que "ofrecer un mejor acuerdo". Esa mentalidad de zoco parece salida de
la película Casablanca: "Para los amigos de Trump hay un pequeño
descuento… Y para los amigos especiales de Trump hay descuentos especiales".
Para ciertos exiliados cubanos, el embargo no se asume como negociación
sino como texto sagrado: es su "Santo Grial", la "Inmaculada
Concepción", la definición de su intransigencia. Negociar implica un
toma y daca, Y para ellos la conservación del embargo es una
satisfacción emocional, perpetuar una obsesión. Vale recordar que una
obsesión, una idea fija y recurrente, no es otra cosa que el síntoma de
una enfermedad mental.
En un esfuerzo tardío, Trump aspira a beneficiarse de un electorado que
combate sus fracasos con la misma obstinación que repite sus errores.
Solo que los números están en su contra. Si un grupo de exiliados
persisten en la repetición, el exilio en su totalidad, la comunidad de
Miami, como un todo, ya no es la misma.
El embargo no ha funcionado durante décadas, y esa es la razón
fundamental para desecharlo. El debate sobre su uso político ataca a la
intransigencia del exilio por su flanco más débil: el aferrarse
irracionalmente a una estrategia caduca. Muchas de las razones, para la
abolición de las leyes que agrupa el embargo, tergiversan sus
pronunciamientos sobre el "empoderamiento" y los beneficios al pueblo
cubano —detrás de ellas lo que realmente están son intereses
comerciales—, pero lógicas en su práctica.
Está claro que los posibles cambios que algunos quieren ver en Cuba —y
de los cuales no hay señal verdadera por parte alguna— son simples
pretextos. En igual sentido, es una falacia que una mayor entrada de
productos norteamericanos llevará una mayor libertad a Cuba. Mentira
también que el pueblo de la isla está sufriendo a consecuencia del
embargo y no por un régimen de probada ineptitud económica.
Sin embargo, aferrarse al embargo es defender una trinchera que es un
blanco perfecto para el enemigo, desde la cual no se puede lanzar un
ataque y que solo protege un pozo sin agua, custodiado por un puñado de
soldados sedientos.
Source: El embargo como enfermedad - Artículos - Opinión - Cuba
Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/el-embargo-como-enfermedad-327430
lunes, 31 de octubre de 2016
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