Tamboril de casa ajena
ELENA LARRINAGA | Madrid | 28 de Septiembre de 2016 - 11:05 CEST.
Cartagena de Indias ha sido el escenario de un acontecimiento que
marcará el futuro de Colombia: el acuerdo de paz. Más de 50 años de
enfrentamiento se cierran gracias al diálogo, la generosidad, el
arrepentimiento, el perdón y el homenaje a quienes lo merecen.
La mesa de diálogo para el acuerdo de la paz estaba compuesta por los
implicados en el proceso, a saber, los mediadores, el Gobierno
colombiano, la guerrilla de las FARC y los afectados por la guerra, es
decir, las víctimas.
Este proceso tendrá sus detractores y defensores, como lo tienen todos
los acuerdos. No es mi objetivo analizar en profundidad sus debilidades
ni fortalezas. Pero sí lo es aseverar que para resolver un conflicto es
condición sine qua non reconocer que existe. Este ha sido el valor del
presidente Juan Manuel Santos y de las FARC, y esa ha sido la cobardía
del gobierno Cubano.
Mi naturaleza femenina me hace ser proclive a la mediación como sistema
de resolución de conflictos, método muy alejado del uso de la fuerza, la
intolerancia, y el abuso de poder. Las mujeres, madres y esposas, tienen
esta cualidad innata que es la de conciliar la libertad individual de
los miembros de una familia, con la exigencia del buen funcionamiento de
la misma. Es decir, compaginar libertad individual, respeto y autoridad.
Medio siglo de conflicto subyace en Cuba, cuyo jefe de Estado ha tenido
un papel relevante en la no reconciliación de las partes. Alabo su
implicación en Colombia, pero es un hecho absolutamente surrealista que
mientras aplaude el esfuerzo de los ajenos, su policía política reprime
a la sociedad civil independiente en la Isla, golpea a las Damas de
Blanco todos los domingos, impide el acceso a la libre información y la
libertad de expresión y pensamiento, les niega el derecho a asociarse y
por supuesto en ningún caso sometería a la ratificación del pueblo
ninguna decisión gubernamental.
Impasible, Raúl Castro acepta el beneplácito de la comunidad
internacional por su participación activa en el proceso colombiano,
mientras sigue humillando a la población cubana, con el consentimiento
de buena parte de esa misma comunidad internacional.
Los cubanos nos merecemos y agradeceríamos que los esfuerzos de todos
vayan dirigidos en la dirección de sentarnos en la misma mesa, en
igualdad de condiciones, y ayudarnos a construir nuestro futuro en
libertad, democracia y prosperidad.
Source: Tamboril de casa ajena | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1475053555_25615.html
miércoles, 28 de septiembre de 2016
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