Una historia de cimarrones
HILDEBRANDO CHAVIANO MONTES | La Habana | 28 Nov 2015 - 8:55 am.
Según el diario Granma, el canciller de la República del Salvador se ha
pronunciado con elocuencia sobre la crisis migratoria que afecta
Centroamérica a partir de los impedimentos presentados por el Gobierno
nicaragüense al tránsito de cubanos migrantes procedentes de Costa Rica.
Para el Canciller salvadoreño, al igual que para otros de los asistentes
a la Reunión del Sistema de Integración Centroamericana + Cuba, Ecuador,
Colombia y México (SICA+4) que se celebró en la capital de ese país, los
derechos de los migrantes centroamericanos que pretenden llegar a
Estados Unidos deben ser también respetados. Quiere decir que Estados
Unidos deben abrir sus fronteras; sin embargo, la representación
nicaragüense señala por su parte "que se debe respetar el principio de
autodeterminación de cada nación, que tiene la potestad de reservarse el
derecho de admitir o no a estas personas en su territorio". Donald Trump
o cualquiera de los políticos norteamericanos que se oponen a la entrada
de mexicanos y sirios a Estados Unidos no lo habrían dicho mejor.
¿Somos o no somos? Cuando Nicaragua y los demás países centroamericanos
reclaman como un derecho el que sus nacionales, al igual que los
mexicanos, puedan acceder de manera ilegal a territorio de Estados
Unidos, no toman en cuenta que el Gobierno norteamericano tiene igual
potestad soberana de reservarse el derecho de admitir o no a cualquier
persona en su territorio. En este caso el uso de esta potestad favorece
a los cubanos que huyen no de una situación económica precaria, que lo
es, sino de una falta absoluta de libertad que ya dura casi seis décadas
y es la única razón de la improductividad en el campo y la industria así
como la baja calidad de los servicios, la corrupción administrativa y el
descontrol que son analizados por enésima vez en las reuniones del
Partido Comunista sin esperanza de solución.
Por ello se van los cubanos hasta para Haití, porque aunque no haya una
guerra, el país se asemeja a uno ocupado militarmente y las palabras del
día son "exigencia", "disciplina" y "control", como si en vez de
ciudadanos se tratara de esclavos amenazados permanentemente con el
látigo del mayoral.
Lo que provoca el sálvese quien pueda no es la Ley de Ajuste Cubano o el
principio de Pies Secos-Pies Mojados, o el Programa de Parole para
Profesionales Médicos Cubanos, los cubanos están sedientos de libertad y
los médicos están cansados de que el Gobierno de su país los explote.
Aunque soy de los que prefiere que las decenas de miles de compatriotas
jóvenes que cada año escapan del país se queden a formar parte de la
masa crítica necesaria para provocar los cambios, soy realista y
consciente de que esta estampida no se va a detener ni siquiera con la
derogación de las mencionadas disposiciones, ni aunque Ecuador implante
el visado. Los cubanos siempre encontrarán cómo salir y el lugar que
escojan no es lo importante, lo mismo les da Miami que Tombuctú.
La llamada situación de los migrantes cubanos no se va a resolver hasta
que La Habana tenga un gobierno democrático que propicie verdaderas
oportunidades para todos en una economía de mercado.
En cuanto a la oferta que hace el Gobierno cubano a los migrantes de que
quien así lo desee puede regresar, es tan sospechosa como la que podría
haber hecho un hacendado esclavista a los cimarrones apalencados en las
montañas. Los cubanos varados en Costa Rica son cimarrones que buscan su
libertad y el regreso al barracón no parece estar en sus planes.
Como si se tratara de cumplir con algún ciclo maltusiano, Cuba
periódicamente se ve abocada a emigraciones multitudinarias generalmente
asociadas con crisis internas; en este momento además se han unido la
crisis económica y la de valores, así que el desespero cunde entre las
masas y también en la dirección del país. A las masas se les ve y
escucha en las calles, mercados y medios de transporte público, a los
dirigentes se les puede seguir en las asambleas provinciales del Partido
Comunista, las que según publica el propio órgano oficial, derrochan
frustración, amenazas, búsqueda de culpables a quienes sacrificar,
justificaciones e incompetencia.
Y de quién es la culpa si no del propio Partido gobernante que hace y
deshace planes, organiza, administra y controla cada aspecto de la vida
de los cubanos. Cultura, economía, deporte, orden interior, salud y
educación, todo está subordinado a un sistema político disfuncional que
corroe el país y provoca todos los demás males, incluyendo la emigración.
Source: Una historia de cimarrones | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1448649167_18430.html
sábado, 28 de noviembre de 2015
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