Una Habana con muletas
Si no fuera por esos troncos de madera que sirven de puntales,
centenares de edificios y ciudadelas habrían colapsado. La urbe no ha
pasado la prueba del tiempo
jueves, noviembre 27, 2014 | Jorge Olivera Castillo
LA HABANA, Cuba. -Es difícil pensar en una Habana sin muletas. Si no
fuera por esos troncos de madera que sirven de puntales, centenares de
edificios y ciudadelas habrían colapsado.
La urbe no ha pasado la prueba del tiempo. Son de tal magnitud las
huellas del deterioro, que bien podría servir de locación para un filme
bélico. Las ruinas, el polvo, la mugre y las columnas de madera
soportando, a duras penas, el peso de los inmuebles se han convertido en
parte de la imagen que distingue a una capital que llegó a ser una de
las más limpias y hermosas de América Latina.
En los ámbitos de una tragedia que afecta a miles de familias, existe un
término que transmite cierta esperanza, por la posibilidad de ponerle
fin al peligro de vivir en una casa apuntalada.
Es el hecho de que el arquitecto de la comunidad puede expedir un
documento donde se constata que el inmueble es inhabitable pero
reparable. Aunque la reparación de marras puede extenderse indefinidamente.
Muchas exigencias de vecinos con viviendas deterioradas para que
comiencen las tareas reconstructivas han caído en saco roto. Las
autoridades alegan frecuentemente que los trabajos de reparación no
pueden ser completados por falta de madera.
Una de las sospechas más fundamentadas de la carencia del material en
cuestión, es que haya sido desviado para su venta en el mercado negro.
Nada extraño en un país donde la economía familiar depende del robo a
las instituciones del Estado o de las remesas del exterior.
En medio de la incertidumbre y de una espera que desespera, quienes
viven en las ciudadelas quizás imaginan que el derrumbe llegará y luego
la posterior ubicación en un albergue, si es que salen ilesos del
desastre. Mientras tanto deben estar alertas. Saben que la madera no ha
alcanzado para el reemplazo total de los puntales.
Las lluvias que llegan con el invierno, o una leve ráfaga de viento,
podrían descomponer las edificaciones y poner las esperanzas bajo los
escombros.
Algunos de mis vecinos de la calle Merced, en la Habana Vieja, pasan por
experiencias similares. No me atrevería a garantizar si llegarán con
vida al 2015. Sus inmuebles mantienen su estructura por puro milagro y
sin apuntalamiento.
oliverajorge75@yahoo.com
Source: Una Habana con muletas | Cubanet -
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viernes, 28 de noviembre de 2014
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