RAÚL RIVERO: Escribir y mirar el reloj en Cuba
11/29/2014 2:00 PM 11/29/2014 7:00 PM
Madrid – A principios del siglo XXI el poeta Eliseo Alberto Diego vivía
en México y tenía un amigo preso en Cuba. El autor de Ester en alguna
parte contaba el tiempo de cárcel que cumplía su compañero de una manera
singular. No calculaba los días, los meses ni los años de condena, se
empeñaba en pensar en las noches. En una nota que le hizo llegar de
alguna manera desde un bar del Distrito Federal le decía con una mezcla
rara de humor y consuelo: Tú tranquilo que ya estás cerca de las dos mil
noches.
Lichy Diego debía conocer, por su sensibilidad y su inteligencia, el
tiempo enorme que dura la madrugada en una celda por la que pasan los
recuerdos, los amores, la gente querida y lejana en un mismo sueño
vertiginoso que se apaga y se enciende acosado por el desvelo.
Recuerdo ahora aquella filosofía porque he leído que este viernes el
escritor Ángel Santiesteban pasaba su día número 368, exactamente 15 mil
312 horas, encerrado en una prisión en su país y llevé esas cifras
fatales a las noches calladas que evocaba siempre el poeta de Las cosas
que yo amo.
En medio de tanta prosa interesada por el intercambio cultural creo que
podemos hacerle un espacio a este narrador preso. Un intelectual que no
ha dejado de escribir ni de defenderse sin tratar de imponer una escuela
o una conducta o de proclamarse campeón ni maestro de nada. Un hombre
con una obra reconocida que tiene un nombre y un sitio en la literatura
de Cuba y de América Latina con títulos como Dichosos los que lloran y
Los hijos que nadie quiso.
Santiesteban, convertido en un maestro de la noche, de la espera y de la
reflexión, parece que encuentra en esas oscuridades sabiduría para
encarar todos los castigos y agobios que se renuevan todos los días, al
alba, con el primer recuento en la galera.
Serenidad y lucidez para escribir este párrafo de rigurosa actualidad:
"Estoy seguro que –con mi encarcelamiento– el gobierno –y
particularmente los hermanos Castro–, son los que más han sido dañados,
porque dejaron en evidencia la credibilidad del cambio que quieren
vender, demostraron cómo pretenden engañar al mundo para obtener
financiamiento para la maltrecha economía cubana".
Vive allá en la isla otro escritor que no tiene reloj, pero le dicen la
hora sus amigos y los fantasmas de todos los poetas. Se llama Rafael
Alcides Pérez, no quiere medallas ni busca que lo incluyan en las
antologías. Escribe poesía y artículos brillantes y rotundos. El poeta
de Himno de montaña, La pata de palo y Noche del recuerdo merece un
quicio aparte también porque él tiene talento y coraje para decir lo que
piensa en cualquier sitio. Y además decirlo bien, en un lenguaje que
admiran y respetan los editores, los lectores y sus colegas de España y
de otras partes del planeta Tierra.
Cada uno en su sitio, en sus vidas y con su trabajo tienen un lugar que
los salva de la seducción de los intercambios culturales con equilibrio
de cachumbambé.
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/opinion-sobre-cuba/article4186186.html
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