A "debatir", pero suavecito y con control
Viernes, Junio 1, 2012 | Por Víctor Manuel Domínguez
LA HABANA, Cuba, junio, www.cubanet.org -Las instituciones abiertas al
público en La Habana para debatir sobre temas y hechos culturales
vinculados al dogmatismo, la censura y la represión, más que sitios
donde compartir experiencias o intercambiar conceptos, son espacios para
lamerse a solas las heridas causadas por la revolución.
El revuelo formado en torno al grupo de intelectuales que desató la
denominada "guerrita de los emails" (6 de enero de 2006), cuando varios
escritores y artistas protestaron por la aparición en la televisión de
algunos ex represores del sector, fue sólo un pataleo mediático.
Unos días después, una serie de reuniones entre los "sublevados", la
dirección de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), el
Ministro de Cultura, y no podía faltar, el ideólogo del partido,
determinaron demonizar a Luís Pavón Tamayo, Armando Quesada y Jorge
Serguera, los ex represores convertidos en divos por una "pifia" de la
televisión cubana.
Desiderio Navarro, convertido en capitán araña de los actos de repudio
contra los hechos que desataron la efímera guerrita de los emails,
circuló entre los más de cincuenta artistas y escritores reunidos, la
invitación para la conferencia inaugural a realizarse en el Centro
Teórico-Cultural Criterios.
La primera conferencia, titulada "El Quinquenio Gris: Revisitando el
término", fue impartida por el ensayista, escritor, crítico y editor
Ambrosio Fornet (actual Premio Nacional de Literatura), el martes 30 de
enero de 2006, como parte de un ciclo que se extendería unos meses más.
En igual fecha, el mismo escenario (Casa de las Américas), y como
introducción al Ciclo "La política cultural del periodo revolucionario:
Memoria y reflexión", Navarro impartió la conferencia ¿Cuántos años, de
qué color?, que abordó el zarandeado quinquenio.
Sin cambiar el guión de que podían tocar la cadena (solo los ex
represores de marras en específico), pero sin tocar el mono (el
gobierno), como reza un refrán popular, fueron desfilando en meses
alternos varios "siquitrillados", conversos, y cómplices de lo mal
hecho, resueltos a enterrar el pasado que los amenaza y para de contar.
"El trinquenio amargo y la ciudad distópica: autopsia de una utopía", de
Mario Coyula; "El Quinquenio Gris: testimonio de una lealtad", de
Eduardo Heras León; "Con tantos palos que te dio la vida: poesía,
censura y persistencia", de Arturo Arango, y "Pensamiento social y
política de la revolución", de Fernando Martínez Heredia, conformaron un
ciclo que ha tenido poca o ninguna continuidad.
Los ponentes, acusados de ir "contra el heroísmo de la época, de caer en
el criticismo tendencioso y la confrontación ideológica, de apáticos o
reaccionarios", alardearon de su paciente virtud revolucionaria, y
hablaron de las múltiples humillaciones a que fueron sometidos como si
fueran condecoraciones por su lealtad.
En esta especie de muro de las lamentaciones ideológicas y políticas,
jamás se hizo alusión a la parte que les correspondía a las autoridades
gubernamentales en los actos de represión efectuados contra los artistas
e intelectuales en el "Quinquenio Gris".
Tampoco se vinculó a las autoridades con hechos anteriores y posteriores
que, si bien en un menor perfil, han contribuido a la marginación
intelectual por razones raciales, ideológicas y sexuales en más de medio
siglo de política cultural revolucionaria.
En esta convocatoria a enfilar los cañones contra unos fantasmas del
pasado reciente que se negaban a desaparecer, si bien participaron
algunos epígonos de los combatientes de la "guerrita de los emails", el
pueblo tuvo poca o nula participación.
Más allá del anunciado propósito de intercambiar con todos los
interesados en conocer una etapa que se necesita exorcizar del acervo
cultural de la nación, los ex siquitrillados prefirieron lavar la ropa
sucia en casa, es decir, entre los lavanderos de opinión.
Convertidos de víctimas en victimarios, muchos de los intelectuales
preteridos por décadas en el país, aplican a ciudadanos que quieren
conocer los rumbos del pensamiento y la cultura nacional, parecidos
métodos de exclusión a los que fueron sometidos alguna vez.
El espacio Último jueves, de la revista Temas, que bajo la conducción
general de Rafael Hernández, cada mes desarrolla un análisis sobre un
tópico socio cultural con un panel integrado por intelectuales de
diversas ramas y el pueblo en general, se arroga el derecho de admisión
a muchos interesados en los debates.
José Antonio Madrazo, Coordinador Nacional del Comité Ciudadano por la
Integración Racial (CIR), y Leonardo Calvo Cárdenas, licenciado en
historia y representante de dicha organización, no pocas veces han
tenido prohibido el acceso por parte de los organizadores del evento y
los agentes de la Seguridad del Estado.
En fecha reciente, ambos activistas por la integración racial, junto a
otros que desean debatir desde una posición ciudadana los problemas que
competen a toda la nación, fueron expulsados de la presentación de
Criterios, revista dirigida por Desiderio Navarro, uno de los más
heroicos combatientes de "la guerrita de los emails".
De acuerdo con la opinión de Madrazo, "esta política de exclusión se
aplica lo mismo en las mencionadas presentaciones de las revistas Temas
y Criterios, como en algunos eventos de la UNEAC, la Cofradía de la
negritud, y en otros espacios donde se debaten los rumbos de la cultura
en su sentido más abarcador dentro del país".
Los marginados de ayer son los que marginan hoy. Las prebendas que
tienen que cuidar, y el temor de volver a caer en la lista negra de los
apestados de la cultura nacional, constituyen razones suficientes para
denegar el acceso a los debates de opinión.
vicmadomingues55@gmail.com
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