Disidencia 'revolucionaria': ¿nueva estrategia ideológica?
Miriam Celaya
La Habana 25-04-2011 - 11:08 am.
Un arma de doble filo: el régimen tolera a nuevos 'críticos' mientras
éstos no toquen la esencia del sistema.
Un habanero camina a lo largo de un muro. (REUTERS, abril de 2011)
A juzgar por algunos sitios oficialistas, parece que en Cuba ha surgido
una nueva orientación ideológico-estratégica que incluye la utilización
de términos hasta ahora demonizados por los medios de difusión del
gobierno. Así, pues, "disidencia" se ha convertido en una palabra
atractiva para ciertos sectores progubernamentales de barniz
"reformista". Al parecer, los neo-pensadores de la vieja estructura han
descubierto un filón inexplorado en su intento de renovar el desgastado
e inocuo repertorio del léxico revolucionario.
Y ya que combatir la disidencia se ha venido tornando tan difícil —al
punto de llegar a publicitarla a través de los propios medios de
difusión del régimen—, los llamados sectores reformistas de la ideología
oficial (ésos que sí tienen permitido e instalado el acceso a la
Internet) han ideado una novedosa manera de neutralizarla: crear su
propia y particular "disidencia" artificial dentro de las filas de
revolucionarios, una disidencia al servicio de la ideología en el poder,
por muy disparatado que parezca el concepto, capaz de hacer frente a la
disidencia independiente, pero cuyos voceros permanezcan bajo el
cuidadoso control gubernamental que los cobija.
Hay que reconocer que se trata de una estrategia más refinada, si se
compara con la burda creación de un bloque de blogueros oficiales
destinados a enfrentar, sin éxito, al fenómeno bloguero alternativo
surgido espontáneamente a partir de 2007. También el encarcelamiento de
75 disidentes en marzo de 2003, la mayoría de ellos periodistas
independientes, constituyó un error del gobierno que entrañó un alto
costo político a la dictadura. Con aquella torpeza, el gobierno no sólo
perdió el apoyo de numerosos grupos de la izquierda internacional que
hasta ese momento habían vivido un ciego e idílico romance con el modelo
fascistoide antillano, sino que al interior de Cuba se multiplicaron los
espacios alternativos y se impulsaron movimientos de la sociedad civil,
de los cuales las Damas de Blanco son el ejemplo más relevante.
Obviamente, el hostigamiento frontal no ha estado dando los frutos
deseados, de manera que los más lúcidos servidores del régimen han
aprendido de estas experiencias y ahora se aprestan a ensayar otros
métodos para desvirtuar las aspiraciones democráticas de la disidencia
interna, alentar en la población las esperanzas de posibles cambios y,
así, tratar de facilitar otro tiempo de gracia al maltrecho sistema.
Por eso acaban de descubrir que disidencia, lejos de ser un término
diabólico, puede resultar muy útil al servicio del poder dictatorial, y
en algunos círculos reformadores del sistema ha comenzado a mencionarse
—como si de una nueva categoría filosófica neo-marxista se tratase— la
frase revolucionarios disidentes, para designar a aquellos que discrepan
con algunos elementos del régimen y señalan posibles vías de soluciones,
aunque sin transformar la esencia del sistema.
Como denominador común de los disidentes revolucionarios se pueden
mencionar algunos aspectos generales, por ejemplo, su renuencia a
señalar a la máxima dirección de la revolución cubana como responsable
de la situación actual del país; la omisión deliberada del fracaso de
planes y experimentos dimanados durante decenios de la fértil
imaginación de Fidel Castro; el juramento implícito de fidelidad a la
revolución, a los dos hermanos Castro —síntesis de la pureza de los
ideales marxistas-martianos— y al socialismo; la eterna división de la
sociedad en los dos bandos antagónicos clásicos de revolucionarios
(cubanos, con derechos a los "beneficios" del sistema, incluyendo el de
criticar las faltas de los funcionarios que atentan contra el éxito de
la revolución), y contrarrevolucionarios (una especie de no cubanos,
excluidos de todo derecho, incluyendo el de disentir), es decir, la
perpetuación de las exclusiones. Son, en resumen, una nueva clase de
alabarderos —tal vez los mismos de siempre— pero camuflados bajo la
atractiva pinta de reformistas, habida cuenta de que el viejo lenguaje
de barricadas no está funcionando.
No hay dudas de que los ideólogos de la renovación están haciendo su
tarea; así se evidencia en varias páginas web y entre algunos
"analistas" agrupados en plataformas que se hacen llamar independientes
y que para demostrar su vocación disidente (revolucionaria) han llegado
al "atrevimiento" extremo de criticar ácidamente con nombres y apellidos
a algunos altos funcionarios, ya anteriormente defenestrados y
castigados por los dueños de esta hacienda. Diatribas post mortem, muy
convincentes. Las autoridades, por su parte, muestran una plácida
tolerancia ante estos nuevos críticos: ellos no han sido lapidados nunca
por los medios oficiales, nadie les cuestiona en qué forma actualizan
sus páginas ni se les atribuye financiamiento alguno proveniente de
gobiernos extranjeros, como sí suele ocurrir con la disidencia.
Habrá que seguir de cerca esta especie de metamorfosis formal sectaria
dentro de los fieles de la revolución. Como ocurre con todos los
fenómenos pre-transicionales, no se trata de una experiencia nueva.
Algunos gobiernos del antiguo bloque socialista, en la fase de sus
estertores finales, permitieron el surgimiento de otros "partidos" y
hasta de programas radiales "independientes", cuidadosamente
seleccionados y controlados, en una desesperada estrategia de
supervivencia; sin embargo, a la larga constituyeron espacios que
estimularon la apertura de brechas por las que se escurrió el
monolitismo y, con ello, el propio sistema. El gobierno cubano,
probablemente en la figura del General "reformista", está jugando una
carta riesgosa. A la vez, hay que reconocer que si la disidencia
independiente subestima la jugada, ésta podría conducir a un reacomodo
que ralentizará más aún el necesario inicio de los cambios en Cuba.
http://www.diariodecuba.com/opinion/4298-disidencia-revolucionaria-nueva-estrategia-ideologica
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