Los guajiros cubanos de Homestead
JOSÉ HUGO FERNÁNDEZ | Miami | 31 de Diciembre de 2016 - 10:59 CET.
Adentrarse en los predios de los guajiros cubanos de Homestead (en el
límite sur de Miami-Dade), es una suerte de retrospección hacia un
paisaje de Cuba que nunca vimos pero que la nostalgia de padres y
abuelos no nos dejaron olvidar.
Pequeñas fincas en las que no queda ni una micra libre para hierbas
malas o matojos silvestres. Fecundas parcelas sembradas de viandas,
frutas, arroz, frijoles, vegetales… Arboledas de aguacates, de mangos,
de guayabas o cítricos. Canteros de flores típicas que no se han vuelto
a ver en Cuba más que en las coronas mortuorias de los mandantes. A un
lado y otro de la carretera, el trayecto por las zonas rurales de
Homestead deviene fiesta para los ojos y el olfato. Así debió ser, me
dicen, un paseo por las afueras de La Habana, digamos con rumbo a
Alquízar, San Antonio de los Baños, Bejucal, Güines, o Quivicán.
A uno y otro lado encuentras vendutas, más y menos improvisadas, donde
se pueden comprar jugos, batidos, guarapo, raspaduras, tamales, quesos
frescos, pan con lechón, dulces caseros en almíbar, aguacates,
guanábanas, chirimoyas, nísperos, ciruelas, mameyes colorados, caimitos…
Algunas de estas golosinas ni siquiera las has probado nunca. No las
conoces más que a través de ciertas descripciones familiares o mediante
cuadros costumbristas.
También hay allí restaurantes de comidas criollas, muy al estilo del
famoso Rancho Luna que existió en el Wajay (y que tal vez existe aún,
pero solo como un espectro). Por lo general, son atendidos por familias
que distribuyen sus esfuerzos entre las labores del campo y el comercio.
Un ejemplo —solo uno entre varios— es el de la familia Reyes, donde
además de la mejor comida cubana que es posible saborear en Miami,
puedes hallar cualquier otro producto propio de la agricultura isleña. Y
todo a precios sorprendentemente bajos. Es algo que les permite el hecho
de producir ellos mismos gran parte de la materia prima.
De repente, puede darte la impresión de que estás visitando sets de
Hollywood, donde se proyecta filmar una película, bien pintoresca y
folklórica, sobre la Cuba anterior a 1959. Sin embargo, nada más lejos.
Entre los guajiros de Homestead todo es espontáneo, auténtico. Fruto del
trabajo duro y del espíritu re-emprendedor de nuestra gente humilde, que
no encontró otra alternativa más que abandonar sus propiedades en la
Isla (aun cuando se sabe que para el guajiro cubano la tierra es el
guajiro mismo), y venir a jugársela en un país extraño, a empezar de
cero, rompiéndose el lomo para domar los suelos, encabuyándolos a su
voluntad, convirtiendo arenales en campos fértiles, pero, además,
haciéndolo con la mayor alegría, puesto que al fin lograban su única
ambición: cultivar la tierra en paz y libertad, y obtener sus frutos
como verdaderos dueños.
Allí hay cubanos de diversas provincias y de generaciones, pero sus
diferencias no son apreciables a simple vista. Todos, sin proponérselo,
sin hacerlo consciente siquiera, encarnan la representación del guajiro
reyoyo, tal y como debió ser antes del diluvio fidelista y quizá como
algún día vuelva a ser en la Isla.
Es frecuente que muchos compatriotas, tanto en Europa como en Cuba o en
Estados Unidos, emitan juicios negativos y por lo general peregrinos
acerca de quienes vivimos en Miami. Para colmo, suelen echarnos a todos
en un mismo saco, prejuiciadamente, que es la manera más bruta de
practicar la injusticia. Una buena medicina para sus aprensiones podría
ser tal vez que cuando tengan un chance, se dejen caer por los predios
de los guajiros de Homestead.
Source: Los guajiros cubanos de Homestead | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1482865903_27708.html
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