miércoles, 27 de julio de 2016

Moncada para nada

Moncada para nada
[25-07-2016 00:02:54]
Martín Guevara Duarte
Escritor

(www.miscelaneasdecuba.net).- Mañana se conmemora, festeja o sufre según
quien lo mire, el 63 aniversario del asalto al Cuartel Moncada en
Santiago de Cuba, noventa y nueve años después de su construcción en
1854 como Cuartel del Nuevo Presidio, a cargo del Marqués de Villaite,
al que ya entrado el siglo XX se le cambió el nombre por el del insigne
general mambí, Guillermo Moncada.
Episodio llevado a cabo por 135 asaltantes anti batistianos preparados
en la granjita Siboney y comandados por tres cabezas, Fidel
Castro, quien dirigió la columna que asaltaría al cuartel con 95
hombres, su hermano Raúl Castro con diez efectivos quien tomó el Palacio
de Justicia y el valeroso Abel Santamaría quien con veintiún hombres se
hizo con el Hospital Civil.

De los encargados de asaltar el cuartel un grupo de ocho hombres fueron
a la vanguardia para atacar la posta número 3, pero fueron sorprendidos
por un destacamento de guardia que permitió que se organizaran las
fuerzas militares en el interior, detrás iban 45 hombres con armas cortas.
Y detrás de esos hombres estaba Fidel, como siempre, detrás.

Otro grupo importante de hombres que portaban las armas largas se perdió
en las calles de la ciudad de Santiago de Cuba y llegaron tarde al
combate. En el lance hubo bajas de ambos lados, los insurgentes
emprendieron la retirada en grupos de diez personas defendidos por seis
francotiradores.
Fidel logró huir al monte sin el rasguño de una bala, y más tarde se
entregó por las garantías que le ofreció la mediación del arzobispo de
Santiago de Cuba Enrique Pérez Serantes, en cuanto la total integridad
de su vida, y a juzgar por las abrumadoras pistas, alguna otra concesión
menos presentable.

En el asalto murieron numerosos guardias del cuartel llamados
"casquitos" y un alto número de guerrilleros, que se incrementó
notablemente con la represión posterior inmediata a la derrota de las
fuerzas atacantes, brutal e indigna del prestigioso ejército de la
República de Cuba forjado en la lucha independentista de sólo medio
siglo atrás.

Uno de los tres comandantes, Abel Santamaría, fue torturado, antes de
asesinarlo se le extrajeron las uñas, se le cortaron los testículos y
por si el sadismo no fuese suficiente, los llevaron a la celda de su
hermana Haydeé Santamaría para enseñarle lo que habían hecho con su
hermano, a modo de escarmiento.

Los otros dos comandantes del asalto, Fidel, mayor responsable y autor
intelectual, y su hermano Raúl Castro, salieron ilesos e inmunes, sin un
solo rasguño, y pasaron sólo un año y medio en prisión, una pena
llamativamente garantista si se tiene en cuenta que habían protagonizado
una masacre contra el Ejército de la República; en nuestros días hasta
en los países más sofisticados, cumplirían penas de reclusión de no
menos de veinte años, sino perpetuas o de muerte, pero hablando de los
años cincuenta, pocos son los países donde no hubiesen muerto en el
mismo instante en que pusieron un pie en el calabozo.

Al poco de habese entregado Fidel probablemente bien asesorado sobre el
efecto propagandistico, tomó la decisión de defenderse a si mismo en el
juicio por el asalto, y su alegato quedó recogido por la Historia que él
mismo estableció años más tarde como la oficial, en un panfleto conocido
como "La Historia me Absolverá".

La pena la cumplieron en la cárcel de Isla de Pinos, la misma prisión a
la que Fidel y Raúl pocos años más tarde, una vez acontecido el triunfo
de la Involución, enviaron a cumplir cadenas desorbitadas, delirantes,
en condiciones de reclusión inhumanas, a opositores de toda índole, que
iban desde alzados en las montañas del Escambray, a simples detractores
del sibilino rumbo alineado a la URSS que iba cobrando subrepticiamente
la revolución que ellos mismos habían apoyado, ya fuese con logística,
con dinero, con servicios e incluso con la propia sangre, para derrocar
la dictadura y establecer una democracia regida por la Constitución del
1940 inspirada en la constitución española de 1931.

Este texto moderno constituyente a cargo de nada menos que Grau San
Martín, Prío Socarrás, Eduardo Chibás, Blas Roca y Juan Marinello, era
sofisticado para su época e incluso para nuestros días.

Sesenta y tres años más tarde siguen en el poder a cal y canto, los
hermanos que salieron ilesos de aquella masacre, los dirigentes que
decían atacar al cuartel para derrocar un gobierno dictatorial que
detentaba el poder desde hacía un irrisorio período de tiempo en
comparación con el impresentable medio siglo, que más tarde ellos, como
"patriotas relevadores" de Batista, tuvieron a bien amoldar a sus
traseros los sillones del poder, a las espaldas de los inconformes las
fustas del miedo, y a la inanición del pueblo su poco decorosa y
sempiterna opresión.

Habiendo entrado a la Historia por el siempre purificador pasadizo al
reino de las Tinieblas, ya se puede asegurar que a los
hermanos Santamaría y a los muertos de ambos bandos en aquel asalto del
cual mañana se conmemoran 63 años, la Historia los ha sobreseído, los ha
indultado y a algunos los ha absuelto; sin embargo ese mismo magma
impreciso de hechos transformados en efemérides, onomásticos,
aniversarios, estandartes, iconos y en medio de todo algo de realidad
imparcial, que conocemos por Historia, lo que sí tiene claro, es que a
los todavía vivos Raúl y su ínclito hermano Guarapo, no les tiene
reservado el banquillo del perdón, ni siquiera el rincón del beneficio
de la duda.

Source: Moncada para nada - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/5797de0e3a682e11e0a96e9a#.V5ij07h95h0

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