Patas de puerco para los CDR
Su distribución para el "banquete" con que amenizan los "festejos" de la
organización parece una declaración de intenciones
lunes, septiembre 28, 2015 | José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba – En el insufrible transcurso de medio siglo, los más
conspicuos organismos y la mayoría de las personalidades internacionales
que se dedican a la defensa de los derechos humanos, han pasado por alto
la existencia de los Comité de Defensa de la Revolución (CDR),
institucionalización del horror con la que, no conforme con violar los
más elementales preceptos de la convivencia civilizada entre personas
–desde el derecho a la libre expresión o reunión, hasta el natural y
racional derecho a defender la intimidad hogareña–, la dictadura
fidelista impuso la división entre familias y el violento recelo entre
amigos y vecinos.
A muy pocos campeones internacionales en el respeto a la democracia y al
intercambio pacífico entre humanos, parece haberles inquietado la
existencia de esta entidad totalitaria, que enroló impunemente a todos
los ciudadanos de un país, desde la inocente edad de los 14 años (ya que
su negación es asumida por el régimen como una actitud enemiga y
hostil), obligándoles a delatar ante la policía a cualquier persona que
no adopte como suya la ideología dominante y que, aun pacíficamente, se
atreva a desobedecer sus dictados.
Tuvo que ser el tiempo, el implacable, el que se encargara de carcomer
las bases del engendro, pues por inaudito que parezca, los adalides del
humanismo en el mundo nunca han visto a los CDR como lo que en realidad
son: un monumento a la barbarie, una vergonzosa tacha de la sociedad
moderna.
Desde luego que tal vez no sea a los cubanos a quienes corresponde
enjuiciar a indolentes y cómplices internacionales, ya que, siendo sus
únicas víctimas, tampoco puede decirse que hiciéramos mucho por
adelantar el fin del engendro.
En cualquier caso, la muerte tiene sus propios pies, así que siempre
llega, aun cuando nadie la traiga. Un viejo cómico de nuestro país
contemplaba como muerte natural el hecho de ser arrollado por un tren,
pues –según decía–, quien resulta arrollado por un tren, lo más natural
es que se muera. Este debe ser más o menos el tipo de muerte natural que
ha puesto en coma a los Comités de Defensa de la Revolución, arrollados
por el tren de las nuevas generaciones históricas.
Y conste que no se trata de un desenlace de los últimos meses, cuando,
lo que aún no había muerto, ha terminado pudriéndose en vida. Desde hace
ya bastante tiempo, los CDR agonizan. La inmensa mayoría de los jóvenes
no sólo evade ocupar cargos de responsabilidad entre sus filas, ni
siquiera asumen sus funciones como simples miembros, por más que sus
madres u otros adultos de la casa no dejen de inscribirlos tan pronto
cumplen la edad de rigor (sin pedirles su consentimiento, claro, y sin
tenerlo en cuenta). Pero a ellos les da lo mismo ser o no cederistas,
porque de todas formas, no están dispuestos a vigilar, ni a denunciar,
ni a hostigar, ni a escarbar en las intimidades ajenas. Mucho menos
aceptan ser colaboradores gratuitos de la policía. Y no perderían un
minuto de sus vidas intentando ponerle zancadillas al vecino.
En cuanto a los adultos, incluso a los viejos comunistas de palo y
pedrada, es raro, rarísimo, hallar aquí a un solo integrante (o
responsable de base) de los CDR, que no compre productos alimenticios
robados, que no hable mal del régimen, no realice negocios oscuros, no
participe en marañas menores o mayores, o, en general, no incurra en
violaciones que supuestamente debieran prevenir y combatir. Y es lógico,
si no hay revolución que defender, ¿qué tipo de papelazo se les exige
que hagan en los Comités de Defensa de la Revolución?
Que nos resulte gracioso que algunas momias estalinistas sueñen todavía
con la plausibilidad de resucitar este fiambre, certifica por sí mismo
su retrogradación y su condena. El hecho de que este año les hayan
vendido patas de puerco a los CDR para el "banquete" con que amenizan
los "festejos" por su aniversario, parece ser toda una declaración de
intenciones. La verdad es que duró demasiado, pero nunca es tarde si la
dicha es cierta. En paz descanse.
Source: Patas de puerco para los CDR | Cubanet -
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