miércoles, 30 de septiembre de 2015

El Cristo de Kcho y los “no importantes” de Alarcón

El Cristo de Kcho y los "no importantes" de Alarcón
Los comunistas cubanos desde siempre han sobrepasado los límites
martes, septiembre 29, 2015 | Alberto Roteta Dorado

QUITO, Ecuador – La reciente visita del Papa Francisco a Cuba y Estados
Unidos ha sido motivo para la realización de numerosos comentarios y
artículos periodísticos que han aparecido en redes sociales y otros
medios de comunicación. Escritos de Sergio Ramos, Angélica Mora, Gustavo
Pardo y de manera especial de Carlos Alberto Montaner con su análisis
del Papa y la pobreza, se han publicado en CubaNet. No pretendo ser
reiterativo, ni utilizar a modo de sensacionalismo o noticia de moda, la
figura del Sumo Pontífice y su presencia en Cuba. Solo comentaré dos
sucesos relacionados con la visita del Papa a Cuba y su repercusión,
considerando su trascendencia e impacto internacional.

El Papa sostuvo un encuentro con el presidente cubano Raúl Castro el
pasado domingo 20 de septiembre. En esta ocasión ambos líderes
intercambiaron sendos regalos. El Papa entregó al presidente un mosaico
de la Virgen de la Caridad del Cobre realizado por artistas de la
plástica del Vaticano, mientras que Castro entregaba al Pontífice una
obra de gran tamaño realizada por el artista "Kcho". Dicha obra es la
tradicional figura del Redentor crucificado matizada con nuevos bríos de
modernidad a través de una enorme cruz confeccionada con remos.

No es este el espacio, ni tengo la intención de referirme al creador
desde el punto de vista estético. Cuando analizamos una obra de arte se
corre el riesgo de dejarnos llevar por nuestros gustos, convicciones y
conocimientos de determinada tendencia. El tiempo será el mejor juez que
podrá situar en su justo lugar a un artista.

Alexis Leyva (Kcho) acudió, una vez más, a su recurrente tema de los
mares, mares y no aguas, por cuanto, no podemos pedir a iletrados una
obra a partir del misterio de las aguas, en las cuales se movía el
espíritu de Dios desde los tiempos inmemoriales de la creación de los
mundos, pero sí de los mares con sus triunfos y reveses. Leyva llevó al
clímax su ya agotado tema de mares y barcos a través de la crucifixión
del Redentor del mundo, donde sustituyó los maderos tradicionales de la
cruz por grandes remos.

Este elemento ha sido el desencadenante de una generalizada crítica de
oposición hacia el "artista" por su creación y hacia el presidente
cubano por su ofrenda. Cuando se utiliza la figura del Cristo en
cualquier manifestación artística debe hacerse desde la perspectiva del
respeto, tanto para el líder reformador de la antigua Palestina, como
para sus miles de seguidores en todas partes del mundo. No se trata de
ser conservadores en el estilo, estamos en el siglo XXI, las tendencias
del arte han evolucionado vertiginosamente, pero al tratarse de líderes
espirituales la contemporaneidad debe ceder su sitio al respeto y la
devoción.

Recordemos que miles de cubanos han muerto durante su travesía en las
profundidades de los mares al intentar salir de las costas cubanas hacia
la Florida. Sus embarcaciones sencillas y rústicas, la inexperiencia y
la desesperación por huir de las garras del comunismo los han llevado a
los abismos marinos. Los remos constituyen el símbolo del éxodo a través
de los mares, lo que resulta contradictorio, irrespetuoso e irreverente
si se coloca la imagen del Cristo sobre remos convertidos en cruz y peor
aún, si se le regala al Sumo Pontífice, que de acuerdo a las enseñanzas
ortodoxas de la iglesia, es el representante de Dios en la tierra.

¿Cómo el presidente cubano o sus asesores no fueron capaces de prever
las consecuencias que podrían derivar de tan "grandioso regalo"? ¿Acaso
ha sido una ofrenda con premeditación y alevosía? Esperemos que la
escultura no figure entre las grandes obras maestras que decoran el
Vaticano, aunque todo es posible en estos convulsos tiempos en que los
religiosos olvidan que fueron perseguidos y los comunistas pretenden
rezar de nuevo.

Otro suceso que ha suscitado el descontento de todos, ha sido la
intervención de Ricardo Alarcón durante la visita del Papa, donde
declaró en entrevista con NBC que nunca ha existido represión o
persecución religiosa en Cuba y que el Papa era un hombre muy ocupado
como para poder dedicar un tiempo a aquellos que no eran importantes,
refiriéndose despectivamente a los disidentes de la isla.

Los comunistas cubanos desde siempre han sobrepasado los límites, pero
Alarcón lo llevó al extremo. Acudir a la constitución es irreverente,
ellos la modificaron. Decir que no fue el Dr. F.Castro el responsable
máximo de la discriminación hacia los religiosos es insostenible.
Recordemos que sin contar con nadie declaró el carácter socialista de la
revolución cubana en 1961. Con esta decisión se imponía la filosofía
marxista y se pretendía establecer el ateísmo en Cuba. Si ahora algunos
no quieren recordar que no lo hagan, pero lo cierto es que a los
religiosos se les expulsaba de las universidades o se les señalaba desde
el bachillerato para impedirles cursar estudios superiores. Si alguien
opina lo contrario que se atreva a negarlo. La peor de las condenas para
todos ellos no repara el daño que han hecho a través de medio siglo.

No se trata solo de recordar a los miles de cubanos que han muerto en su
travesía hacia la Florida como escape al peor régimen dictatorial de la
isla, o de sentirnos discriminados por ser extranjeros y haber tenido
que dejar nuestros hogares, nuestro trabajo en la que sigue siendo
nuestra patria. Se trata de las sutilezas que van más allá de estas
grandes percepciones. Se nos quiso manipular el pensamiento y esa es la
peor de las ofensas. Las amenazas constantes, saber que alguien te está
observando y delatando por el hecho de ser diferente desde el punto de
vista político es traumatizante.

Alarcón –como todos los líderes comunistas cubanos– representa el
deshonor, la falsedad y la ironía que solo el comunismo puede engendrar
en los hombres. El perdón no nos devolverá a los miles de desaparecidos
en los mares, a los cientos de deprimidos, enajenados y marginados por
causa del régimen, a todos los que tuvieron que crearse un pensamiento
amoldado a la forma socialista para sobrevivir.

No se trata de absoluciones y perdón de pecados en días de visitas
Papales. El proceso que se avecina deberá ir más allá de perdones. No se
trata de que perduren los rencores y odios que tanto predicara "el
caballero ya inmóvil y andante". Se trata de la aplicación de aquella
justicia social que desde los tiempos de Aristóteles fue el paradigma de
la sociedad. Pero no podemos hablar de justicia social en países con
regímenes totalitaristas en los que se impone un solo modo de pensar y
expresarse, una sola ideología y una posibilidad única de actuar. Estás
con ellos o te declaran enemigo, lo que significa que te excluyan,
discriminen y aíslen. Ojalá que estos sucesos hagan reflexionar a unos y
actuar a otros para el restablecimiento de una sociedad libre y
democrática y que no se reiteren regalos ofensivos y declaraciones
incoherentes en el contexto de un acontecimiento tan importante y
trascendente para cualquier país.

Source: El Cristo de Kcho y los "no importantes" de Alarcón | Cubanet -
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