Entre máscaras y falsedades
[27-03-2015 02:30:52]
Aimée Cabrera
Corresponsal
(www.miscelaneasdecuba.net).- La sociedad civil cubana actual se viste
de viajes, oropeles y rostros frescos que quizás cursaban la escuela
secundaria o salían a pasear de la mano de sus padres cuando otros, hoy
olvidados, eran acosados junto a sus familiares; esa nueva ola de
democráticos son los que se han convertido en imagen de una nación, a
la que no todos aspiramos.
Durante décadas de falso patriotismo y reglas impuestas por los
oportunistas, un rebaño de corderos se amansó a la fuerza para ver como
se destruían ciudades enteras en las que la comida y la ropa, de la peor
calidad, eran racionadas con tarjetas que aún no han podido ser erradicadas.
Como en un campo de concentración sin cámara de gas han vivido los
cubanos que se han acostumbrado a ponerse y quitarse máscaras para cada
ocasión. Los niños y jóvenes, que ya dejaron de serlo, se criaron
imitando posturas hipócritas que aniquilaron a la familia, así como a
las ideas religiosas, o la libertad de expresión de cada ciudadano.
En el intento por ser auténticos, muchas personas decentes tuvieron que
ir a juicios, cumplieron injustas condenas o enfermaron y murieron
antes de poder al menos exiliarse. Eran tiempos en que había que
humillarse, pedir la baja del centro laboral y exponer que se
abandonaría el país.
Hacer ese planteamiento costaba al trabajador soportar las peores
degradaciones; al instante era condenado por la opinión pública, era el
gusano, lo peor. Si sus hijos estudiaban eran mal vistos y pocos se les
acercaban, Cuántas familias sufrieron por esta razón.
Amigos y familiares se alejaban de ellos. Irse definitivo no era un
proceso rápido, todo lo contrario, podía durar años. Los niños cumplían
la edad militar, las niñas se enamoraban y casaban, los más viejos
fallecían. Así y todo, muchas de estas familias son las que ahora ayudan
a quienes se mantuvieron en Cuba por ideales falsos o reales.
El mundo se movía al ritmo de chicos como los de Liverpool o los Rolling
Stones, la bella Twiggy usaba minifalda y medias a las rodillas. Warhol
deleitaba con su obra irreverente, "Paz y Amor" gritaban los que no
querían ir a la guerra, mientras en Cuba se trataba de violar a la
geografía regional con la creación de más de un Viet Nam.
Los seguidores incondicionales de la Revolución, enemigos acérrimos de
todo lo que oliera a inglés o a capitalismo zafaban pantalones
ajustados, pelaban al rape a quien usara melena, ponían multas y
llevaban a juicio a chicos y chicas que intentaban imitar la moda que
veían en las películas con un pullover robado de la marina de guerra y
vendido en el mercado negro.
Familiares que se escondían para leer la carta del que estaba fuera de
Cuba, inventos para contestarla y que nadie lo supiera. Gafas de sol y
pañuelos anudados al cuello para entrar en una iglesia, y gente mucha,
pobre y desarrapada husmeando por las esquinas y detrás de las ventanas
para informar los comportamientos de los que persistían en tener hábitos
considerados pequeño-burgueses, los mismos a los que les gritaron
traidores, les tiraron los huevos que son tan difíciles de comprar hoy
o, con saña, los golpearon por ser ingratos al gobierno revolucionario.
Campos de trabajo forzoso para los que sufrían las fobias del gobierno
caribeño-soviético, planes de la escuela al campo con las peores
condiciones para adolescentes casi niños, servicio militar obligatorio
en otras tierras de las que pocos regresaban, envidias y odios de los
cuadros directivos de las organizaciones de masas y políticas, los
mismos que hoy viven fuera del país o reciben ayudas de sus hijos que
para nada son malos por querer vivir bien, esos que marginaron y
destruyeron a tantos amantes de la transparencia y la libertad.
Entre tantos odios y mentiras viven los cubanos dispersos por el mundo.
Aún el gobierno no concibe que puedan existir personas que deseen vivir
en la Isla y a su vez dar a conocer que no están de acuerdo con la
política obsoleta que trata de acercarse, Dios no lo permita, a sus seis
décadas.
Se acabó el cuadro con el Sagrado Corazón de Jesús o el de La última
Cena que presidían buena parte de los hogares cubanos. Bastantes
feligreses tuvieron que negar su credo, el que fuera; y eso se rebate
ahora, pero hace 40 años o más, costaba la pérdida de toda libertad
aunque parezca ahora irrisorio.
El cubano con su costumbre de llevar a choteo sus penas más grandes, ríe
como el triste payaso para olvidar las penas que no obstante, aniquilan
a tantas personas aquejadas de enfermedades que se expandieron por
dentro de sus cuerpos hoy minados, en el afán de esconder sus
sentimientos.
Por eso, duele que personas que se deleitan con las noticias de los
canales de la Florida que pueden ver en sus antenas conectadas de forma
ilegal, critiquen a quienes han sido hostigados por sus ideas políticas.
Los mismos televidentes que se quitan y ponen caretas para salir a la
calle, ver los programas de la antena o los paquetes guardados en memorias.
La incertidumbre y la inestabilidad son propias de la mentira y la falta
de transparencia, de la arrogancia que ha convertido en una tragedia
social la posibilidad de garantizar el bienestar de una población que
sobrevive no se sabe cómo. Las largas filas y aglomeraciones de personas
de todas las edades en el parque de Calzada y K, los que salen llorando
y se abrazan por cualquier calle aledaña a la Sección de Intereses de
los Estados Unidos de América cuando le niegan la visa, o ríen cuando se
la otorgan dan fe de la desesperación en que viven.
Ahora son nuevos tiempos que imponen nuevas caras y preceptos. La nueva
era del On Line descaracteriza o ensalza a diario a quienes pertenecen a
la sociedad civil. Sus jóvenes más destacados nacieron en las garras de
lo incierto, por lo que algunos no tienen tiempo para esperar y, si no
son escuchados como quieren, aprovechan sus visados para exiliarse, o
raras veces hacen tierra para confraternizar con los que pudieran ser
sus futuros seguidores.
Un silencio cómplice rodea a los nuevos líderes que sonríen triunfantes
en su falta de sencillez, surgidos de la nada y aplaudidos por los que
tratan de manipular el futuro incierto de Cuba desde las comodidades
aliadas a las libertades existentes allende los mares, en abierto
coqueteo con posturas antidemocráticas que están a favor de lo novedoso.
Para unos y otros, poco importan los rostros cansados y envejecidos de
quienes no doblegan sus principios, en los que priman el honor, la
humildad y el recuerdo de una historia que no podrá ser borrada.
Source: Entre máscaras y falsedades - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/5514b2cc3a682e13b89a0536#.VRWdF_nF83Q
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