¿Propician las medidas de Obama un cambio democrático en la Isla?
ANTONIO G. RODILES | La Habana | 28 Ene 2015 - 6:56 pm.
La permanencia de herederos políticos como parte de un nuevo sistema es
uno de los puntos álgidos de cualquier transición.
Las recientes visitas a La Habana de legisladores norteamericanos y de
la Subsecretaria de Estado, Roberta Jacobson, han vuelto a generar
controversia sobre la transparencia en el proceso de diálogo político
entre la administración Obama y el régimen castrista. Hasta el momento,
ha resultado evidente la pretensión de continuar con un plan previamente
determinado y realzar a aquellos actores políticos que apoyan y se
ajustan a esta política.
Fue notoria la ausencia de voces indispensables dentro del movimiento
opositor en los encuentros sostenidos. También la reticencia a que
hubiera un balance de opiniones en dichos contactos.
En repetidas ocasiones, como argumento para la nueva política, la
administración ha usado la tesis de que deben ser los cubanos quienes
guíen el proceso de cambio en la Isla. Este pronunciamiento busca de
manera implícita la aprobación de las nuevas medidas y abre las puertas
a fuertes críticas de quienes rechazamos el carácter incondicional y la
notable falta de transparencia y consensos con que se ha planteado el
comienzo de este proceso.
Esta tesis, manejada de forma simplista y con dosis de falso
nacionalismo, pretende etiquetar a quienes exigimos compromisos firmes
con la promoción de la democracia y los derechos humanos, como
individuos incapaces de asumir nuestras responsabilidades políticas,
anclados en el pasado o deseosos de que gobiernos extranjeros vengan a
hacer los cambios necesarios. Curiosa coincidencia con la vieja tesis de
soberanía nacional, esgrimida por el régimen durante tantos años y
repetida como parte de los argumentos de los opositores autodeclarados
leales.
¿Están las medidas de Obama en la dirección de permitir que el cubano se
empodere, en cuanto a sus derechos civiles y políticos? ¿Puede la
oposición generar una articulación social amplia, bajo los niveles de
control, represión e impunidad conque se maneja el régimen? ¿Existen
garantías de que las nuevas medidas generen una clase empresarial cubana
en el mediano plazo? ¿Puede la sociedad cubana mover la realidad hacia
un Estado de Derecho, en la atomización, evasión y corrupción en que
viven la inmensa mayoría de los cubanos?
Si somos realistas, las respuestas son obvias. La Cuba actual solo
funciona mediante la corrupción y el clientelismo. No existe el marco
jurídico que permita que el pueblo se pueda empoderar en ningún aspecto.
No puede existir un amplio y extenso protagonismo de los demócratas y
emprendedores cubanos mientras el régimen pueda mantener los altos
niveles represivos y de control social sin pagar un mayor costo
político. Y una transición pacífica a una democracia plena exige tal
protagonismo.
Las transiciones pacíficas y medianamente ordenadas de regímenes
despóticos a democracias, han ocurrido bajo una intensa presión
internacional sumada a un efectivo empuje interno. Las salidas políticas
han aparecido cuando estos regímenes palpan que su permanencia en el
poder no es posible y comienzan a temer que un colapso social los ponga
en situaciones desventajosas o de peligro.
La permanencia de los herederos políticos como parte del nuevo sistema,
es uno de los puntos álgidos de cualquier transición. La experiencia
también demuestra que, en la mayoría de los casos, esta permanencia trae
consigo una herencia de corrupción y red de influencias, que termina
boicoteando los genuinos intereses de construir democracias plenas.
Permitir una transferencia de poder, se correlaciona con alargar las
penurias de los cubanos y sacrificar el futuro de nuestra nación a
mediano y largo plazo.
El diálogo llevado a cabo por la actual administración norteamericana no
ha logrado siquiera conseguir la liberación de todos los presos
políticos y la anulación de sus condenas. Muchos de los liberados
salieron con modificación de la medida cautelar y no en plena libertad.
Se suman así los doce presos de la ola represiva del 2003, liberados
desde 2010 que decidieron permanecer en Cuba y que se encuentran bajo
licencias extrapenales sin permitírseles viajar fuera del país. Dicho
diálogo tampoco ha logrado detener nuevas encarcelaciones y olas de
arrestos, como la de finales de 2014 e inicios del presente año.
Insistir en la idea de que los cubanos no entienden de derechos
fundamentales y que un grupo de necesidades básicas son sus prioridades,
muestra desconocimiento de nuestra realidad y sesga las genuinas
aspiraciones democráticas. Las libertades no necesitan ser explicadas,
aún sin haberlas vivido, el ser humano las identifica. Los cubanos no
somos la excepción.
Un probable fracaso de este proceso político sería muy dañino para todos
los implicados, pero sobre todo para los cubanos. La administración
Obama debería combinar una presión efectiva al régimen con el trabajo
consensuado de un amplio grupo de actores democráticos de dentro de la
Isla y el exilio. Si realmente se pretende que la salida final sea la
democratización de nuestra nación se necesita un cambio de rumbo.
Source: ¿Propician las medidas de Obama un cambio democrático en la
Isla? | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/1422467807_12578.html
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