Aquí se vive entre el desencanto, la mentira y el temor
Periodista independiente reseña la situación de cuentapropistas que
cerrarán sus negocios por una de esas ilógicas medidas del estado cubano.
Mario Hechavarria Driggs
octubre 26, 2013
Las últimas noticias en Cuba acusan desencanto y falsedad. Miles de
cuentapropistas cerrarán sus negocios por una de esas ilógicas medidas
del estado cubano. Se trata de los vendedores de ropa y calzado,
artículos traídos de otros países, generalmente marcas de primer nivel,
con precios competitivos respecto a la red estatal de comercio minorista.
Las autoridades han dicho claramente que ese segmento del mercado es y
será monopolio del estado. No aceptan la competencia privada. Ni
siquiera de estos minúsculos comerciantes que carecen de locales de gran
tamaño, diseñados para tales actividades, además de estar limitados en
cuanto al empleo de trabajadores,
pagando altos impuestos por su gestión.
El estado fija los precios y aún así les teme a los pequeños
comerciantes, cuyos productos deben pagar aranceles en las aduanas, con
limitaciones en cuanto a la factura que se puede introducir en el país.
Bueno es recordar que en el año 1959 el gobierno intervino la magnifica
red de tiendas y almacenes que existía.
Durante años, el monopolio estatal obligó a los consumidores a pagar
precios arbitrarios por productos de dudosa calidad, incumpliendo normas
internacionales de garantía comercial, junto al estancamiento de las
ofertas, muchas veces pasadas de moda. Excepcionalmente habían
posibilidades mejores, pero pagando cifras escandalosas.
Los cuentapropistas han atemorizado a las autoridades, en poco tiempo su
gestión pone en crisis el modelo económico existente, desde antaño
incapaz de brindar servicios óptimos a la población. Estamos ante
aquello que el decir popular resume en la frase compraron pescado y le
cogieron miedo a los ojos.
No es la primera vez que asistimos a tales retrocesos, recordemos los
años ochenta cuando se abrió por vez primera el mercado libre campesino,
liquidado rápidamente bajo la operación contra los entonces llamados
"Macetas", o sea, los comerciantes que rápidamente generaron un
movimiento mercantil del cual, como es lógico, se beneficiaron
personalmente con altos ingresos, pero brindando al cliente un servicio
imposible de alcanzar por las empresas gubernamentales.
A finales de los años noventa, luego de una débil apertura inicial al
trabajo por cuenta propia, las autoridades arremetieron contra esta
modalidad económica, llevándola a los límites mínimos. Muchos pequeños
restaurantes, Paladares les decimos aquí, debieron cerrar; de otras
actividades posibles, la lista permitida era mínima.
Ahora, refrendada por el Sexto Congreso del Partido Comunista, se
suponía que la llamada ¨actualización del modelo económico cubano¨,
conduciría definitivamente a una apertura sin marcha atrás. Esa era la
esperanza de muchos, lamentablemente cercenada por decisiones como la
que actualmente enfrentan una buena parte de estos pequeños comerciantes.
Desde las páginas de Granma, especialmente la edición de los viernes,
con amplio espacio a la opinión de los lectores, es sospechosa la
selección intencionada de cartas que siempre atacan las medidas de
aperturas en cuanto al mercado, reclamando el regreso a los viejos
tiempos, cuando ni siquiera podía usted pelar a un amigo en su casa,
ante la probable acusación de los Comité de Defensa de la Revolución de
estar realizando actividades económicas ilícitas y contrarrevolucionarias.
La élite en el poder, junto a su burocracia actuante, prefiere mantener
el inmovilismo que les permite gobernar y lucrar con los bienes ajenos.
Los recursos que han levantado al cuentapropismo muy poco tienen que ver
con el estado, sin embargo, están salvando a la nación del paro,
generando centenares de miles de empleos.
Una parte de las inversiones constituyen ahorros de los millones de
cubanos aquí sobreviviendo en medio de insólitas dificultades como la
absurda dualidad monetaria, otra porción no menos significativa
corresponde a sus compatriotas allende los mares, sobre todo en los
Estados Unidos, quiénes igualmente apostaron sus ahorros ante sus
familiares, confiando en la palabra empeñada por los dirigentes comunistas.
Los que gobiernan en Cuba temen a los cambios, retroceden luego de
avanzar tímidamente, faltan a sus promesas, titubean, en fin, nos hacen
vivir entre el temor, la mentira y lo que es peor, el desencanto.
Source: Aquí se vive entre el desencanto, la mentira y el temor -
<http://www.martinoticias.com/content/cuba-cuentapropistas-cierre-negocios-reacciones/28686.html>
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