viernes, 27 de septiembre de 2013

La lenta muerte de los CDR

La lenta muerte de los CDR
ORLANDO DELGADO | La Habana | 27 Sep 2013 - 9:29 am.

El año pasado, en el aniversario de la organización faltaron fogatas y
caldosas. Cada vez es más visible la apatía por los Comité de Defensa de
la Revolución.

El Gobierno cubano está listo para celebrar otro congreso de una de sus
organizaciones más sui géneris: los llamados Comités de Defensa de la
Revolución (CDR). Esta organización en teoría agrupa a más de 8 millones
de personas y se creó para vigilar y delatar a las personas o grupos que
tempranamente mostraron su desacuerdo con el castrismo y su ideología
marxista. El propio Castro no tendría el menor pudor en proclamar (en la
efervescencia de aquellos primeros años) que esos comités surgían para
"ver qué es lo que hacen las personas y a que se dedican".

Sus palabras legitimaban y protegían la chivatería, la delación
oportunista y la más burda violación a la privacidad de las personas.
Los CDR se convertía en el eslabón primario del control que ejerce el
Gobierno sobre sus ciudadanos, lo cual queda plasmado en la consigna que
presidirá el repetitivo cónclave castrista: "Unidos, vigilantes y
combativos".

Tales palabras convocan a lo que el cubano de a pie no tiene ya la menor
disposición de hacer, pues ¿a quién va vigilar y combatir? ¿Será al
vecino que ha podido mejorar su nivel de vida gracias a que ahora
trabaja en un almacén donde tiene "búsqueda"? ¿O a la vecina que le da
de comer a sus hijos ejerciendo la prostitución o vendiendo lo que le
caiga en sus manos? Y así se pudieran enumerar miles de actividades
consideradas ilegales por el Gobierno y que forman parte de la vida
cotidiana en la Isla.

El pasado 27 de septiembre (se escoge la noche del día anterior para
esperar el 28, día de su creación), en muchos barrios de la ciudad de La
Habana no se realizó la tradicional fogata y caldosa con que
habitualmente se "celebra" la existencia de tan negativa organización.
Ni en los años más críticos del régimen, en la década del 90, se dejaron
de reunir los vecinos para repartirse un poco de caldosa y llenar la
cuadra de banderitas. Pero si hay algo implacable es el paso del tiempo
y aunque el clan Castro se resista a desafiarlo, los CDR (como todo el
sistema) muestran un prolongado desgaste.

Muestra de ello es que mucho antes que el régimen llenara la ciudad de
lacitos amarillos para desviar la atención de los acuciantes problemas
de la sociedad cubana, paulatinamente iba estampando una nueva pegatina
en la puerta de los presidentes de los CDR para reafirmar que allí vive
el máximo dirigente de la cuadra y que la organización funciona o
aparenta que funciona, aunque muchos de los residentes en el lugar no
conozcan a esa persona y muestren su apatía hacia las esporádicas
actividades que convoca.

En la transición soñada, esta organización sería de las primeras en ser
desarticulada para dar paso al irrestricto respeto a las más elementales
libertades individuales y a un legítimo Estado de Derecho, el cual sí
propiciaría (despojado de elementos autoritarios o verticales) una
efectiva vida en comunidad.

Source: "La lenta muerte de los CDR | Diario de Cuba" -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1380214647_5260.html

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