Huele a podrido
Martes, Junio 26, 2012 | Por José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba, junio, www.cubanet.org -¿Estará cocinando el régimen
cubano un nuevo golpe de suerte, con el beneplácito (tácito o no) de la
ONU, esta vez referido a la posición del Relator para la libertad de
reunión y asociación? Sólo ellos y el diablo lo saben, de momento.
Algunos grupos pertenecientes al movimiento de oposición pacífica en
Cuba han adelantado conclusiones tal vez impulsivas, haciendo pública su
indignación ante las palabras recién declaradas por Maina Kiai, Relator
de Naciones Unidas para la libertad de reunión y asociación, que diera a
conocer el embajador cubano en Ginebra. Sin embargo, ateniéndonos
objetivamente a lo declarado por Kiai, parece que aún no existen claros
motivos para alarmarse. Sin que ello descarte que puedan existir motivos
para la extrañeza y la expectación.
En esencia, Kiai se ha limitado a manifestar su deseo de venir a Cuba
para comprobar, in situ, las fundamentaciones de un informe presentado
por el régimen ante el Consejo de Derechos Humanos, donde se riegan
flores sobre el "disfrute del derecho a la libertad de reunión y
asociación pacífica" que gozamos aquí.
Desde luego que no deja de resultar sospechoso que el representante del
régimen en Ginebra mencionara, aunque a su manera, lo dicho por el
Relator. Sobre todo si se tiene presente cuánto ha contrariado siempre a
los caciques la mera posibilidad de que tales funcionarios de la ONU
acerquen las narices a sus predios.
Sin embargo, como ya se ha estado denunciando en estas páginas, una de
las estrategias que mejor tipifican el accionar cínico y manipulador del
régimen en los últimos tiempos, apunta a la invención de una sociedad
civil organizada, a través de cuyas organizaciones y grupos, que
supuestamente actúan al margen del poder e incluso de la política, pueda
proyectar hacia el exterior una imagen alternativa a la que ofrecen las
organizaciones y grupos de la oposición pacífica.
Es evidente que el régimen trama una jugada sucia, con la complicidad
(ingenua o no) de muchos cubanos de a pie, que han visto en esas nuevas
organizaciones amañadas un escape, un alivio, o una alternativa para la
canalización de necesidades, demandas y anhelos reprimidos durante medio
siglo.
Lo lamentable sería que el Relator de la ONU se permitiese caer en una
trampa tan burda. Y más que lamentable, sería desesperanzador y
escandaloso que viniese a Cuba cumpliendo órdenes, o al menos
respondiendo a expectativas que limiten su capacidad de observación ante
los trucados hechos que le muestre el régimen.
No iba a ser la primera sorpresa que nos dispensan las organizaciones de
la ONU, la cual últimamente remite con frecuencia a la leyenda de aquel
templo que tomaron por asalto los fariseos, dispuestos a ponerle precio
a los valores del espíritu.
Pero aún es temprano para las conclusiones. Lo único que tal vez podemos
dar por seguro, desde ya, es que algo está oliendo a podrido entre La
Habana y Ginebra.
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martes, 26 de junio de 2012
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