Sin ley y sin amparo
Luis Felipe Rojas
Holguín 06-09-2011 - 9:40 am.
Trabajadores despedidos y sindicatos independientes buscan espacios
frente al Estado y al sindicato oficial.
Reciben órdenes y contraórdenes. Son enviados a casa como si fueran
paquetes, no tienen un sindicato al que acudir y no pueden decir que el
sistema no les funciona: no tienen a quien, no tienen donde. Las nuevas
medidas económicas de racionalización de fuerza de trabajo que el
gobierno ha implementado no brindan a los obreros ni una cuña del pastel.
Más de medio centenar de obreros medianamente calificados de la planta
de extracción de níquel en Nicaro, municipio Mayarí, provincia de
Holguín, quedaron sin empleo a inicios de este 2011. Las indicaciones de
la administración de la empresa "René Ramos Latour" fue que reorientaran
sus vidas, que dirigieran el camino laboral hacia otras esferas; esto, a
sabiendas de las nulas posibilidades en un lugar devastado por la
explotación mineral.
Según Ramón, trabajador afectado, el sindicato no hizo más que repetir
lo indicado por el Partido y la dirección de la empresa. Al decir de
este "disponible", otra orientación fue que se inclinaran por el trabajo
por cuenta propia o esperaran a la conformación de un contingente
agrícola que nunca ha llegado a ver la luz.
Hasta ahora, las medidas implementadas para animar la pequeña empresa o
"trabajo por cuenta propia" han contado con más obstáculos que otra
cosa, a pesar de que hasta el mismo Raúl Castro ha lanzado rayos y
centellas contra el inmovilismo de cincuenta años alimentado bajo su
propio mandato y el de su hermano.
Las quejas más frecuentes, aparecidas en los pocos espacios de difusión
masiva, van desde el mal funcionamiento de los órganos de justicia
laboral, pasando por la inopia de los sindicatos de base para la
solución de los problemas de los trabajadores, hasta el autoritarismo
más ramplón de las direcciones empresariales, cuyas intromisiones llegan
a anular por completo la gestión sindical.
El semanario Trabajadores, órgano de divulgación del sindicalismo
oficialista, publicó el pasado primero de agosto una entrevista a Daniel
Casal, líder sindicalista canario. En la conversación, Casal, quien se
define como defensor de los trabajadores, se queja del sistema
asociacionista ibérico al afirmar: "Usted no puede estar en el sindicato
que quiere y que lo defiende realmente, sino en el que le imponen so
pena de perder el empleo, y hasta se llega al punto de poner como
condición para trabajar el no estar sindicalizado".
Tal aseveración parece una burla ante la imposición del sindicato único
en Cuba, al servicio del aparato ideológico del Partido Comunista.
Protestar, caminar por la cuerda floja
Trabajadores del sistema de salud, la producción de azúcar y la
construcción aparecen ahora con la más alta tasa de "disponibles",
término que la jerarquía se ha inventado para definir a los
desempleados, quienes, en ningún caso, podrían reclamar al sindicato
totalitario desde uno conformado de manera independiente: su sola
insinuación sería catalogada de disidente.
El Gobierno ha puesto en funcionamiento legal 74 de los 89 convenios
ratificados en la Organización Internacional del trabajo (OIT). Muy
pocos, sin embargo, se conocen entre los trabajadores. Aún así,
continúan prohibidos el derecho a huelga y la asociación fuera del campo
oficialista.
La huelga de los conductores de coches tirados por caballos en Bayamo, a
inicios de año, donde un puñado de ellos se erigieron en líderes, puso
en la mesa de negociaciones al gobierno local. Sin embargo, las
contramedidas posteriores, tales como cancelación de licencias para
laborar, coacción y otras amenazas, dejaron en el desamparo a los que
protestaban desde un principio.
Aún así, un hecho como esta huelga y sus posteriores conversaciones
aparecen como una anomalía en medio de la madeja de la represión
gubernamental. En 2010, una huelga de trabajadores por cuenta propia
sacudió al municipio Palma Soriano en Santiago de Cuba. No dejó saldos
positivos para los huelguistas, mientras los sindicalistas
independientes del país eran hostigados, detenidos, golpeados y acusados
de trabajar bajo las órdenes de Washington o , incluso, de algo peor:
recibir indicaciones de grupos de cubanos en el exilio, principalmente
radicados en el sur de Florida.
Mientras tanto, Raymundo Navarro, funcionario que asistió el pasado
junio a la conferencia anual de la OIT, relató en Trabajadores cómo se
debatió en aquel foro sobre la libertad sindical y de asociación, el
derecho laboral y la negociación colectiva, entre otros, términos que
son un baldón en la historia sindical cubana de los últimos cincuenta años.
Así, el gobierno intenta dibujar una sociedad sin fisuras y la prensa se
atasca frente a una realidad que no puede relatar. Mientras, con el
temor a perder lo que le han robado de antemano, los obreros entonan, en
voz baja, quejas que no pasan de ser un rezo.
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