Jueves 10 de Junio de 2010 15:57 Mary Simón, Ginebra
Un relator más del órgano de derechos humanos de la ONU ha sido
bloqueado por el régimen de La Habana. El jurista austríaco Manfred
Nowak se ha quedado plantado, sin que sea la primera vez, en 30 años,
que la Isla niega la entrada a expertos de Naciones Unidas.
Nowak, quien al menos públicamente se creyó la invitación cursada en
febrero del año pasado por el régimen, tendrá ahora —cuando menos—
serias dudas de que todo no haya sido más que un montaje propagandístico.
A fin de cuentas, sus predecesores, los relatores especiales de la
desaparecida Comisión de Derechos Humanos (CDH), corrieron una suerte
similar al confrontar a La Habana. En la década del noventa, por citar
nombres en concreto, no pudieron cumplir el mandato de la ONU el
embajador de Colombia, Rafael Rivas Posada; el embajador sueco, Carl
Johann Groth; y más recientemente, la jurista francesa Christine Chanet.
Ninguno de ellos escapó a un sistemático rechazo y emplazamiento
personal por parte de las autoridades castristas, empeñadas en
mantenerse intocables, dueñas de una retórica que siempre ubica a los
responsables de sus desmanes fuera de sus fronteras.
En un comunicado difundido en la mañana de ayer, el experto
independiente Nowak expresó su "profunda decepción, tras haber sido
informado por el gobierno de Cuba [de] que no podrían fijar una fecha
para su misión antes de que concluya su mandato, el venidero 30 de
octubre de 2010".
"Lamento que a despecho de su invitación, el gobierno no me haya
permitido evaluar con objetividad la situación en el país mediante la
recolección de informaciones de primera mano, ante todas las fuentes
posibles", afirmó Nowak.
El relator contra la Tortura y las penas o tratamientos crueles,
inhumanos o degradantes, se cansó de presentar opciones para llevar a
efectos su visita. Y al igual que sus predecesores, se quedó a la espera
de que La Habana cumpliera los compromisos que suscribió al aceptar su
integración en el nuevo Consejo, órgano sustituto de la antigua Comisión
de Derechos Humanos que tantas veces le impuso resoluciones condenatorias.
El rechazo a la visita del relator, si bien no sorprende, confirma la
advertencia hecha por organismos como la Organización Mundial contra la
Tortura. A raíz de conocerse la invitación cursada a Nowak, esta
reportera entrevistó a su Secretario General, el suizo Eric Sotta. Y
éste fue muy claro, al decir que el gobierno de La Habana "tendrá que
responder de manera honesta qué pretende con la recién cursada
invitación al relator de la ONU contra la Tortura […] Y si le va a
permitir el libre acceso a los detenidos políticos, a las prisiones y a
todas las personas con las cuales desee entrevistarse". En su enfoque,
Sotta precisaba que cuando introducía el elemento de honestidad, lo
hacía para que Cuba respondiese claramente "si esa invitación es
solamente un gesto de impacto, de cara al examen periódico universal del
CDH, para evitar un análisis o un juicio duro contra el gobierno, o si
es realmente el principio de un proceso".
En lo que va de año, la OMCT ha manifestado en numerosas ocasiones su
profunda preocupación ante la situación de los prisioneros cubanos y
"las condiciones extremas de detención" existentes en la Isla, por la
falta de garantías para la libertad de expresión y de asociación y la
represión contra disidentes.
El 16 de abril, a los 52 días de la huelga emprendida por el disidente
Guillermo Fariñas, la OMCT volvió a insistir sobre el caso, al igual que
hiciera meses antes, cuando todavía el prisionero de conciencia Orlando
Zapata Tamayo estaba en vida.
La Habana, sin embargo, no se cansa de repetir que donde único se
tortura en la Isla es en la estadounidense base naval de Guantánamo.
Todo lo que se denuncie, por tanto, quedará en el aire, pues hasta la
fecha no ha habido fuerza ni institución internacional capaz de lograr
que el régimen se atenga a las mismas reglas que pide imponer al resto
de países con situaciones de graves violaciones a los derechos humanos.
Otras visitas, otros resultados
En cuanto a las visitas de relatores, es bueno recordar que sólo al cabo
de diez años de la misión de la CDH de 1988, encabezada por el embajador
senegalés Alioune Sené, La Habana accedió a invitar a otros dos
relatores, y esto bajo un patrón de estricta selectividad coyuntural.
En ese sentido, podrían enmarcarse las visitas hechas en febrero de 1999
por el relator especial sobre el Uso de Mercenarios —que Cuba supo muy
bien acomodar al caso de un salvadoreño encarcelado dos años antes,
luego de atentados con bombas en la capital de la Isla—, y la de la
relatora especial sobre la Violencia contra las Mujeres, también ese
mismo año.
No podría olvidarse, tampoco, la visita del relator especial del CDH
sobre el derecho a la alimentación, el catedrático-político-sociólogo
suizo Jean Ziegler, quien tras su visita declaró que "en Cuba no hay
problemas de alimentación", entrando en plena contradicción con
observaciones de otras organizaciones del sistema de la ONU, como el
Programa Alimentario Mundial (PAM), que en su momento admitió las
carencias en la Isla y que ha estado prestando ayuda en ese sector.
¿Guerra de comunicados, o intento de devolver la pelota?
A la decepción expresada por Manfred Nowak en su comunicado, siguió otro
emitido por la misión de Cuba ante la ONU en Ginebra, en el que se
declaraba la "sorpresa" por el anuncio hecho por el relator especial
sobre la Tortura, de que su prevista visita había sido cancelada tras
haber sido informado por La Habana de que no podía fijar una fecha.
Según la nota-respuesta de la misión, "Cuba no necesita una evaluación
objetiva de la situación del país". La agencia española EFE, que cita el
comunicado, dice también que la misión asegura que "en la Isla no se ha
producido un solo caso de ejecución extrajudicial o de desaparición
forzada".
A raíz de la reacción cubana, podría interpretarse que el responsable de
la suspensión, congelación, postergación indefinida o cancelación de la
visita habría sido, por qué no, el propio relator. Y eso que a Nowak —al
parecer— no le faltó sinceridad al decir que estaba interesado en
recopilar información de todos los actores internos posibles, incluidos
los disidentes, y en visitar las cárceles y entrevistarse libremente con
los prisioneros de conciencia.
Al final, tras cinco años de mandato, el reconocido jurista austríaco
tendrá que regresar a Viena, a sus labores como catedrático de Derechos
Humanos Internacionales y director del prestigioso Instituto Ludwig
Boltzman de Derechos Humanos, sin haber logrado una ventana de claridad
en torno a las frecuentes denuncias de casos que caerían bajo su mandato
de relator contra la Tortura.
http://www.diariodecuba.net/cuba/81-cuba/1971-un-relator-mas.html
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