Martes 01 de Junio de 2010 08:47 Alberto Méndez Castelló, Las Tunas
En realidad, el General Raúl Castro nunca habló de cambios. Desde su
posición de segundo secretario del Partido Comunista de Cuba, tampoco se
halla en condiciones de hacerlo. El artículo cinco de la Constitución de
la República está ahí para recordárnoslo, aunque el 43 y tantos otros
sean letra muerta.
Para que nadie albergara dudas, el General aseguró el primero de agosto
de 2009 en el Palacio de Convenciones que estaba ahí no sólo para
mantener el socialismo, sino para perfeccionarlo. Y bien sabemos los
cubanos lo que es el socialismo castrista, más cercano a la fusta de
Stalin que a la utopía de Marx. De hecho, y valga el pleonasmo, el
propio General ha mencionado el exceso de prohibiciones y regulaciones;
pero sabido es, y no sólo por los juristas, que en Cuba una cosa son los
hechos y otra el derecho.
No señor, el General nunca habló de cambiar nada. Sólo el 26 de julio de
2007, acogotado por el marabú en Camagüey, habló del imperativo de hacer
producir la tierra ya fuera con tractores o con bueyes: "Para lograr ese
objetivo habrá que introducir los cambios estructurales y de concepto
que resulten necesarios", dijo el General.
¿Pura retórica? Según el Ministro de Economía y Planificación, Marino
Murillo, de las novecientas veinte mil hectáreas prestadas a los
campesinos para hacerlas producir bajo rigurosos controles burocráticos
y hasta policiales, la mitad permanecen todavía hoy ociosas o
insuficientemente cultivadas.
Se sabe que la tierra no produce por decreto.
Quienes están a cargo… siguen a cargo
Quienes piensan que en Cuba se han producido o están a punto de
producirse cambios, deberían comparar la relación de nombres y apellidos
aparecidos en la página 6 de la edición del sábado 24 de noviembre de
2007 del periódico Juventud Rebelde, con la página 4 del mismo diario,
en la edición del viernes 21 de mayo de 2010.
Los nombres repetidos en ambos listados recuerdan las nóminas de pago de
una empresa en época de bonanza, cuando no se producen despidos. Pero
no, las listas son las relaciones de presidentes y vicepresidentes de
las asambleas municipales del Poder Popular "elegidos" en 2007 y, de
forma mayoritaria, "reelegidos" el pasado 19 de mayo de 2010, al
constituirse la Asamblea para un nuevo período.
Según la administración político-administrativa, Cuba está dividida en
14 provincias y 169 municipios. Tan inmóviles andan las cosas por acá,
que de 169 presidentes de gobiernos municipales, 118 no se moverán de
sus butacas, 89 presidentes fueron "reelectos", mientras 29
vicepresidentes fueron promovidos a la oficina del jefe, lo que unido a
los 52 vicepresidentes "reelectos" en sus cargos, completa la bonita
suma de 170 presidentes o vicepresidentes de gobiernos municipales que
"proseguirán" gobernando.
En Cuba existen provincias históricamente ganaderas, como Camagüey;
arroceras, como Bayamo; o cafetaleras, como Guantánamo. Pero en Cuba no
hay carne de vaca, y pobre del vaquero que aún para alimentar a sus
hijos se le ocurra sacrificar una de sus reses. Del café ni se diga;
constituye todo un delito portar algunas libras de grano en el equipaje
aunque usted sea de Guantánamo y vaya de viaje a La Habana. Y ni hablar
del arroz, cada vez más alejado de las mesas de la Isla.
A pesar de todo esto, las ranuras de las urnas electorales no parecen
guardar relación con las bocas de los cubanos: de los trece municipios
de la ganadera Camagüey, nueve presidentes fueron "reelegidos" y dos
vicepresidentes promovidos a ese cargo. También la arrocera Bayamo, con
13 municipios, hizo permanecer en sus sillones a 11 presidentes; de los
10 municipios guantanameros en los que escasea el café, el aceite de
coco y el cacao, 7 presidentes, dirigentes, alcaldes o como guste
llamárseles, mantendrán también las cosas como están. Porque de eso se
trata, del estatismo, de la gerontocracia.
http://www.diariodecuba.net/cuba/81-cuba/1841-los-datos-de-la-gerontocracia.html
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