Frank Correa
LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - En el año 2003 José Martín
(Joseíto) paseaba a diario en su motocicleta por las calles de Palma
Soriano sin problemas, pero un día la moto se rompió y la llevó a casa
de Pedro Figueredo (Perucho), el mejor mecánico del pueblo, para que la
ajustara.
Figueredo, ingeniero mecánico y artista del cubaneo, logró adaptarle a
la moto una invención que sustituía el freno de mano por un juego de
varillas, pero había que comprar un cigüeñal, que no apareció en seis
meses, el tiempo justo para que el Programa de Refugiados Políticos de
la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana, aprobara la
salida definitiva de Joseíto, sin que terminara la reparación. La moto
quedó recostada a una pared en la casa de Perucho.
Figueredo, de joven, fue marino mercante, jefe de máquinas de grandes
buques, viajó a Singapur, Vigo, Tenerife, Odesa, Québec, Sao Tomé y
Príncipe; hablaba perfectamente el inglés, innovaba en la dinámica
técnica del barco durante el día, y por la noche se iba a trabajar de
peón en los muelles, cargando pescado. Le pagaban bien. Si el barco
tocaba puerto por varios meses, invertía el dinero y lo multiplicaba
negociando el pescado. También jugaba en los casinos y ganaba.
Acumulaba dinero que gastaba en Cuba, disfrutando con su familia hasta
el próximo viaje.
Con la llegada del período especial, Cuba vendió muchos barcos para
pagar deudas, y negoció los navíos viejos como chatarra. Muchos
marineros quedaron cesantes, y chocaron con la verdadera Cuba, entre
ellos Perucho, que terminó como custodio en una pescadería, ganando
poco, y de vez en cuando, una tenca, o una biajaiba como estímulo.
Fue la época en que leyó el Proyecto Varela, que exigía al gobierno
realizar un plebiscito, si se lograban recoger un número determinado de
firmas, según se contemplaba en un artículo de la Constitución de la
República. Así, Perucho se hizo varelista, recogió más de mil firmas, se
las entregó a Oswaldo Payá organizador del Proyecto. Como represalia lo
dejaron cesante.
Un día recibió una llamada de Miami, de Joseíto, cuya madre estaba grave
en el hospital de Santiago de Cuba. Le pidió a Perucho que arreglara la
moto, la vendiera y entregara la mitad del dinero a su familia para
enfrentar la novedad, la otra mitad era suya.
Perucho arregló la moto, la vendió a un vecino y cumplió el mandato de
Joseíto, entregó la mitad del dinero a la madre, y con su parte dio de
comer a su familia durante dos meses.
Juan Alberto Borges, el nuevo dueño de la moto, fue detenido cuando
violó una señal de Pare. Identificaron la MZ con numeración 20001 como
propiedad de la empresa donde laboró Joseíto antes de su partida. Como
Joseíto no estaba en Cuba, Borges la emprendió contra Perucho, al que
acusó de estafa. Durante la investigación salió a relucir su
participación en el Proyecto Varela, y la Seguridad del Estado se
encargó de que el peso de la ley cayera sobre el mecánico. ´
A pesar de la firmeza con que su abogado lo defendió, Perucho cumplió
tres años en el correccional El Caguayo. Más tarde conoció, por medio de
un confidente de la Fiscalía, que la verdadera razón de su condena no
fue la supuesta estafa, sino que era un varelista.
Al salir de la cárcel Perucho se inscribió en el programa de refugiados.
Quiere marcharse a los Estados Unidos, reencontrase con Joseíto y
decirle: ¡Qué bien me la hiciste, cabrón!
Noticias/Cuba Varelista (23 February 2010)
http://www.cubanet.org/CNews/y2010/feb2010/23_C_1.html
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