Tramposos, hipócritas y mentirosos
MOISÉS NAÍM 28/02/2010
Estamos acostumbrados a que los políticos nos mientan. O que nos digan
una cosa y hagan otra. En algunos países los gobernantes no parecen
incurrir en mayores costes cuando mienten, o cuando prometen lo que
todos saben que no se cumplirá o describen la realidad de maneras que
nada tienen que ver con lo que de verdad sucede. Estas son tendencias
universales y son excepcionales los países en los cuales esto no ocurre.
Pero es peligroso acostumbrarse tanto. Esta tolerancia ha hecho que en
algunos países la complacencia del público con las flagrantes mentiras
de los gobernantes o con la hipocresía de los políticos alcanza niveles
insólitos. Nos hemos acostumbrado tanto a que nos mientan que ya no nos
importa; es parte de un juego en el que todos participamos. Los
gobernantes mentirosos saben que sabemos que nos están mintiendo y que,
o no nos importa, o no hay nada que podamos hacer al respecto. Cuentan
también con el hecho de que la mayor parte de la población no presta
mucha atención a lo que dicen, y que quienes sí prestan atención tiene
la memoria corta.
En todo esto juegan un rol crítico los medios de comunicación y la buena
noticia es que las nuevas tecnologías como Google o YouTube facilitan el
recuento de las promesas incumplidas, las mentiras y las contradictorias
posiciones de gobernantes y políticos. Siempre y cuando, claro está,
esos líderes no tengan el control de los medios, incluyendo Internet. O
que a la población le importe que le mientan.
Los ejemplos sobran y en cada país -y continente- se pueden hacer largas
listas de las mentiras gubernamentales o de los políticos que engañan
haciendo trampas con el idioma. América Latina, por ejemplo, es una
fuente inagotable de hipocresía gubernamental.
Hace poco, en Cancún, los presidentes latinoamericanos crearon una nueva
organización que quizás se llame Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños. Sus integrantes son todos los países del hemisferio menos
Estados Unidos, Canadá y... Honduras. ¿Por qué no Honduras? Porque su
nuevo Gobierno, elegido en un proceso que nadie objeta, es el sucesor de
un Gobierno que derrocó a un presidente democráticamente electo. Pequeño
detalle: Cuba, ese bastión de la democracia, es miembro de la nueva
Comunidad de Estados Latinoamericanos. Cuba sí; Honduras, no. ¿No les da
vergüenza? Otro pequeño detalle: esa reunión, convocada con el nombre de
la Cumbre de la Unidad (¿será por eso que no se invitó a Estados
Unidos?) incluyó violentos intercambios de insultos entre los
presidentes de Colombia y Venezuela y mostró claramente que hay más
unidad entre muchos países de la región con Estados Unidos que entre
ellos mismos.
La nueva organización incluye entre sus principios fundacionales
"promover el respeto al derecho internacional". Este sagrado principio
fue aclamado por los mismos presidentes que no dijeron absolutamente
nada cuando uno de ellos, Hugo Chávez, un día decidió prohibir,
arbitraria y unilateralmente y en contra de todas las normas del derecho
internacional, el comercio entre su país y Colombia. El embargo aún se
mantiene y las empresas brasileñas lo han aprovechado para quitarle el
mercado venezolano a los exportadores colombianos. ¡Viva la unidad!
En las reuniones del Grupo de los 20, la presidenta Argentina, Cristina
Fernández de Kirchner, truena contra las manipulaciones y la falta de
transparencia del sistema financiero internacional. Tiene razón. Pero
que esto venga de una presidenta cuyo país ha caído al foso de la lista
de los países más corruptos del mundo compilada por la organización
Transparencia Internacional es una deliciosa ironía que no parece
importarle. Para ella esta contradicción no tiene consecuencias.
"No se puede juzgar a un país o la actitud de un gobernante en función
de la actitud de un ciudadano que decide empezar una huelga de hambre",
dijo el presidente brasileño Lula da Silva minimizando la muerte del
cubano Orlando Zapata, fallecido en la cárcel después de un prolongado
ayuno en protesta contra las torturas y maltratos que allí sufrió. Lula
aceptó que en su época de líder sindical había hecho huelgas de hambre,
pero que "jamás" lo volvería a hacer. Sobre esto último estoy seguro de
que es absolutamente sincero.
Sobre el tema de la sinceridad vale la pena recordar a George Orwell:
"La gran enemiga de la claridad en el lenguaje es la insinceridad... El
lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras parezcan
verdades y que el asesinato parezca respetable...".
Tramposos, hipócritas y mentirosos · ELPAÍS.com (28 February 2010)
http://www.elpais.com/articulo/internacional/Tramposos/hipocritas/mentirosos/elpepuint/20100228elpepiint_7/Tes
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