Miércoles 24 de Febrero de 2010 12:47 DDC
Orlando Zapata Tamayo, antes de ser encarcelado. (EL PAÍS)
La vida es el primer derecho humano. Haber recurrido a una huelga de
hambre y, finalmente, preferir morir antes que ceder en el reclamo de
sus derechos, revela el estado de indefensión al que ha estado expuesto
el preso político Orlando Zapata Tamayo, quien ha fallecido en un
hospital de La Habana tras 86 días de ayuno.
Aunque en los últimos años decenas de presos políticos se han sometido a
huelgas prolongadas por causas similares o diferentes, un acontecimiento
de esta naturaleza no se producía desde la muerte de Pedro Luis Boitel,
el 24 de mayo de 1972, después de 53 días de ayuno.
Como han señalado familiares, disidentes y exiliados, la culpabilidad de
la muerte de Zapata Tamayo recae por partida doble en el régimen de Raúl
Castro. En primer lugar, por su inocencia: cumplía 36 años de cárcel
solamente por sus ideas políticas. Y, en segundo lugar, porque la
integridad de cualquier prisionero es responsabilidad directa del
gobierno que lo custodia.
El clima de terror de las cárceles de la Isla es insostenible. Presos
políticos y comunes viven en condiciones infrahumanas y reciben un trato
degradante. Muchos presos políticos están enfermos y el régimen no sólo
desatiende sus necesidades, sino que propicia el empeoramiento de sus
estados de salud. Pero la cuestión atañe no sólo a los presos políticos,
sino al régimen general imperante en las cárceles.
La muerte de Orlando Zapata Tamayo ocurre en medio de una coyuntura
internacional favorable para el régimen de La Habana. América Latina se
hace de la vista gorda ante los desmanes de Raúl y Fidel Castro, como
fue evidente en la recién concluida Cumbre de Playa del Carmen, México.
Por su parte, España procura implementar nuevos mecanismos, pactos y
reuniones que sólo conseguirían regalarle tiempo extra a los diseñadores
de la tragedia cubana.
La disidencia interna y el exilio tienen con la muerte de Zapata Tamayo
un nuevo mártir, pero ni su familia ni él mismo merecían esa suerte en
nombre de nada. Sobre todo, porque los hermanos Castro han demostrado
ser inmunes ante el dolor de la muerte.
Un hecho como éste no debe quedar fuera de la agenda del presidente Lula
de Silva, de visita en Cuba, así como del resto de los mandatarios
latinoamericanos en diálogo con el gobierno cubano. Y ha de ser tenido
en cuenta por la presidencia de la Unión Europea, que España ocupa
actualmente. La solidaridad internacional, de cualquier signo político
que sea, ha de estar con los presos de conciencia, con sus familias, con
el pueblo de Cuba.
Editorial: La muerte de Orlando Zapata Tamayo - Diario de CUBA (24
February 2010)
http://www.diariodecuba.net/opinion/58-opinion/406-editorial-la-muerte-de-orlando-zapata-tamayo.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario