martes, 10 de enero de 2017

Recordando a Manuel Corona sin interferencias

Recordando a Manuel Corona sin interferencias
Ayer 9 de enero se cumplieron 67 años de la muerte del compositor cubano
Martes, enero 10, 2017 | Pedro Manuel González Reinoso

VILLA CLARA, Cuba.- Tras más de veinte años yendo a su tumba en
peregrinación, ayer 9 de enero hizo 67 años que, como los pájaros
frágiles de la poeta matancera Digdora Alonso, este compositor
caibarienense —ilustre y sencillo— se volviera también un golpe de
"aire, luz, color y música".

En un inhóspito cuartucho situado al fondo de un bar de mala muerte en
Marianao, entre la más injusta y desoladora de las miserias que devora a
los grandes artistas inválidos ya del arte —sus únicas armas—, murió
Manuel Corona, 'insiliado' y ausente del pueblo costero que lo arrastró
al mundo, donde antaño compuso armonías para la posteridad.

El hecho fue noticia dolorosa de un día, porque pronto solo quedó vivo
en el recuerdo de los viejos amigos, admiradores e intérpretes
incontables de sus melodías, las que por fortuna sobrevivieron en
memoria del creador.

Como de costumbre, la Trova moderna rinde homenaje a sus precursores
repetidas veces —cuando hay presupuesto disponible a lo largo y estrecho
del caimán—, especialmente la muy reconocida santaclareña, que acude
hasta su lápida en el cementerio local durante cada aniversario de enero
desafiando el tiempo.

Esta cofradía de jóvenes talentos que desde los años duros del periodo
especial se organizó espontáneamente en torno a una guitarra compartida
cuando la conjuntivitis hemorrágica asolaba al país, se parangonó como
"La Trovuntivitis", es decir, mal que al final alcanza la cura y nos
devuelve la visión.

En horas de la noche de ayer tuvo lugar el habitual concierto clausura
de la jornada local al pie del monumento a Martí en el Paseo que lleva
su nombre, con la inclusión de algunos invitados y fundadores.

Entre novedades en el programa de este año, la cantautora catalana
Silvia Pérez Cruz estará por primera vez en el Longina el próximo
sábado, en el Teatro La Caridad, y el coterráneo Javier Ruibal ya
ofreció allí su música en el ámbito provincial.

Nombres como Yaíma Orozco, Leonardo García, Rolando Berrío, Raul
Marchena, Alain Garrido, Miguel Angel de la Rosa, Yordan Romero, Karel
Fleites, Yatsel Rodriguez, Michel Portela, Irina Gonzalez, Yunior
Navarrete y otros bisoños competentes, nos han visitado y cantado a una
voz sus arreglos ocasionales, en un programa que hospeda la capital
mayormente, pero que nos regala una tarde-noche con los poetas
consagrados de las cuerdas.

Los municipales consideran que —por derecho— este espacio les
correspondería mejor en la organización anual. Pero todos sabemos cómo
funciona la burocracia nacional si de otorgar espacios elitistas se
trata. Teniendo en cuenta el estado desastroso de nuestras instalaciones
culturales.

Manuel Corona (1880, +1950) fue uno de los conocidos como los cuatro
grandes de la canción trovadoresca cubana, junto a los 3 brillantes
santiagueros Sindo Garay (autor de La tarde, Perla marina, Mujer
bayamesa…), Alberto Villalón (Boda negra, La palma herida, Me da miedo
quererte…) y Rosendo Ruiz (Falso juramento, Confesión, Presagio
triste…), aunque quizá de entre todos ellos, sea nuestro nativo
compatriota quien más perviva a través de algunas liricas, coreadas por
generaciones que le idolatraron, los mismos que conservan el encanto y
la emoción de las viejas postales: "Mercedes", "Aurora", "Santa Cecilia"
y de manera muy especial la popularísima "Longina", escrita en 1918
cuando conoció abrasadoramente a Longina O'Farrill.

Nombres hermosos de mujeres que nos habría gustado conocer, y descubrir
qué deslumbró de ellas a nuestro Manuel para hacerlas trascender al
verso, el pentagrama y la eternidad serena a todas juntas. Como un harem
colmado de sonora felicidad.

Estamos seguros de que habría escrito hoy también una "Roxana" —que no
fuera al estilo roquero del grupo Toto ni a la falsa melancolía de un
Silvio R, quien escribió una homónima pero con "s"— de haberse el bardo
topado viva a esa ruso-cubana que hoy habita en el terruño y le recuerda
a menudo en sus presentaciones.

Este atardecer, mientras en el cementerio evocaban bajo la batuta de la
banda municipal la estelar melodía, en la puerta de entrada empedernidos
románticos indiferentes a la solemnidad del sitio y al evento mismo,
subidos a un colorido bicitaxi a la caza de pedestres, sonaban a rajar
en sus bocinas de 10KB c/u el himno heredado en el país del año recién
concluido: "Hasta que se seque el malecón". Reggaetón poético como no
hay dos, nominado hasta un Grammy de la música latina.

Nos quedamos pensando, hartos de la calamidad auditivo por todas partes:
¿Querrán esos muchachos desde el honesto fondo de sus almas, a
diferencia de los trovadores que nos visitan ofreciendo veneración al
maestro en su aniversario, irse en masa pa´llá… y a pie? ¿A luchar su
premio también?

Quizá la justicia cultural triunfe un buen día, cuando la libertad
regrese plena a Cuba y podamos seguir recordando a Corona sin
interferencias inexcusables. Y además, quienes lo deseen, puedan hacer
su bulla donde la prefieran sin destruirle el tímpano a nadie. Para
bienestar del prójimo que Martí quiso sentir plenamente realizado.

Source: Recordando a Manuel Corona sin interferencias | Cubanet -
https://www.cubanet.org/mas-noticias/recordando-a-manuel-corona-sin-interferencias/

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