La transición imposible
¿Se arriesgaría el general presidente a remover todas las talanqueras
burocráticas e ideológicas que el sistema reproduce para su supervivencia?
jueves, enero 28, 2016 | Jorge Olivera Castillo
LA HABANA, Cuba.- Raúl Castro ha dado pruebas fehacientes de su empeño
por retrasar las reformas económicas y sociales, aprobadas en el 2011.
Los más optimistas piensan que esa tendencia puede cambiar a partir del
VII Congreso del Partido, a celebrase en abril próximo y donde se
aprobarán documentos que quizá ayuden a destrabar una situación
insostenible. Uno de ellos está relacionado con la conceptualización del
Modelo Económico Social Cubano de Desarrollo Socialista.
La lógica indica la aceptación de nuevas perspectivas en el ámbito de
las transformaciones, en aras de evitar la profundización de la crisis,
pero la mentalidad del poder no parece dispuesta a asumir la necesidad
de un desmontaje de las viejas estructuras que lamentablemente continúan
reciclándose.
Este ejercicio, inútil e insensato, pudiera repetirse en el evento
cumbre del Partido único. ¿Se arriesgaría el general presidente a
remover todas las talanqueras burocráticas e ideológicas que el sistema
reproduce para su supervivencia?
Realmente, no sea avizora la disposición a darle rienda suelta a un
programa de aperturas que deje sin efecto el discurso en defensa del
socialismo de partido único y economía centralizada. Los inversores
capitalistas que llegan a hurtadillas, con permisos temporales y la
obligación de aceptar las reglas que decidan los mandamases, vienen a
reforzar el estatus quo.
Que el anfitrión sea un dictador les viene como anillo al dedo. Nada de
sindicatos que reclamen salarios justos ni medios de prensa que
denuncien la explotación del hombre por el Estado. A estas alturas del
proceso es imposible cerciorarse de que la democracia sea el destino
final de un viaje que apenas comienza.
Si en cuatro años (2011-2015) solo se han implementado el 21% de las
medidas contenidas en el plan de reformas, es razonable acopiar la
suficiente paciencia para ver el cumplimiento de todo lo dispuesto por
los señorones de la nomenclatura, en un plazo que apunta a exceder los
límites del actual quinquenio.
Nos acercamos a una ronda de cambios, eventualmente menos cosméticos,
pero con pocas posibilidades de alcanzar la magnitud requerida para que
Cuba abandone la estadía en los puertos de la decadencia y el estupor.
El VII Congreso del PCC hay que verlo en el mejor de los casos como un
leve impulso en la llamada actualización del socialismo, solamente
constreñido a la actividad económica, tal y como señalan los informes
oficiales que la prensa se encarga de exaltar en cada uno de sus formatos.
Legitimaciones no le faltan a la élite de poder criolla. Por ejemplo, el
presidente de Francia, Francois Hollande será el anfitrión de Raúl
Castro en los primeros días de febrero. Esos espaldarazos cuentan para
la sostenibilidad de la única dictadura de las Américas que se resiste a
descentralizar el poder y establecer la economía de mercado.
El general presidente evitará a toda costa esa responsabilidad. Lo
demuestra sin afeites. El magno evento de abril servirá para comprobar
una vez más su reticencia a reformular las dinámicas de una transición
que se ha caracterizado por los frenazos y los prolongados estacionamientos.
oliverajorge75@yahoo.com
Source: La transición imposible | Cubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/la-transicion-imposible/
jueves, 28 de enero de 2016
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