viernes, 30 de mayo de 2014

Capital para quién?

¿Capital para quién?
ROBERTO ÁLVAREZ QUIÑONES | Los Ángeles | 30 Mayo 2014 - 10:47 am.

Las leyes castristas impiden a los cubanos invertir en negocios propios
y acumular capital. Un hipotético alivio del embargo de EEUU
beneficiaría, ante todo, a la casta cívico-militar que controla la
economía y la política en la Isla.

"O aceptas esas condiciones, o te cerramos el negocio y no recibes un
centavo más de Miami."

Esta probablemente sería la frase que le diría el régimen de los Castro
a cada uno de los cuentapropistas que pudiese recibir recursos
financieros enviados por empresarios cubanoamericanos desde Estados
Unidos, si el presidente Barack Obama aceptase la petición que le ha
hecho un grupo de importantes figuras de los negocios y la política.

Los promotores de esta iniciativa, o ignoran por completo cómo funciona
la economía en Cuba, o quieren hacer negocios y estar "dentro" de la
Isla para cuando los Castro mueran y se inicie el postcastrismo.

Es obvio que la dictadura aceptaría el apoyo económico a los
cuentapropistas desde EEUU solo si pudiese obtener ganancias muy
superiores a las que recibirían los cubanos emprendedores. Es irreal
pensar otra cosa.

No solo la nueva Ley de Inversión Extranjera, promulgada a fines de
marzo pasado, excluye la posibilidad de que los cubanos residentes en el
país puedan invertir, "porque no tienen capital" —como argumenta el
Gobierno—, sino que en el caso de que pudiesen recibir financiamiento o
equipamiento desde el extranjero, tampoco lo podrían invertir porque lo
prohíbe el Partido Comunista (PCC).

Los Lineamientos económicos, aprobados en 2011 por el VI Congreso del
PCC, establecen: "No se permitirá la concentración de la propiedad en
personas jurídicas (negocios privados) o naturales" (individuos).

Dicho en otras palabras, en Cuba no se puede crear capital nacional
privado. No hay otro país en la tierra, excluyendo a Corea del Norte, en
el que se impida a sus ciudadanos crear riqueza, acumular capital y
progresar. Ese es uno de los mayores absurdos que presentan las
"reformas" raulistas, que nada tienen que ver con China o Vietnam.

Si alguien en la Isla quiere ampliar un tallercito de reparación de
calzado para comenzar a producir zapatos en pequeña escala y avanzar en
el negocio, no puede aunque le llueva todo el dinero del mundo desde el
extranjero. Su timbiriche no podrá crecer. Tampoco el propietario de un
restaurante privado puede progresar, pues el Estado solo autoriza que
tenga un máximo de 50 sillas.

Lo único positivo sería que cubanos que hoy no tienen su propio negocito
por falta de dinero, tal vez podrían abrir uno. Pero saben que no van a
poder prosperar, y que apenas obtendrán recursos para pagar los
impuestos. No obstante, eso sería bueno.

Quienes solicitan a Obama que permita inyectar capital a los
cuentapropistas tienen razón en cuanto a que la economía cubana necesita
urgentemente de un sector privado que dé empleo al 43% de los 4.2
millones de empleados del Estado, unos 1.8 millones de trabajadores que
son innecesarios según un estudio oficial. La economía isleña no saldrá
de su devastadora crisis endémica mientras no se liberen las fuerzas
productivas.

Burguesía cívico-militar

Pero los Castro no quieren dicha liberación, sino edificar una nueva
burguesía cívico-militar que trascienda la partida biológica de ellos
dos. Ya se gesta en Cuba la futura aristocracia postcomunista integrada
por los familiares de ambos hermanos, y de los generales, coroneles, y
los máximos jerarcas de la nomenklatura. Ellos van conformando
paulatinamente un entramado mafioso de mercado, al estilo postsoviético,
aunque con mucho mayor protagonismo militar.

Por eso se entrenan como gerentes de las únicas industrias y actividades
que son rentables, o que podrían llegar a serlo, casi todas ya manejadas
por el Ministerio de las Fuerzas Armadas (MINFAR).

Un adelanto del futuro de los militares en Cuba es el Grupo Corporativo
GAE, perteneciente al MINFAR y al Ministerio del Interior. El GAE opera
restaurantes, hoteles, instalaciones turísticas, transporte aéreo,
marítimo y terrestre, más de 300 tiendas recaudadoras de divisas, y
otros muchos establecimientos. Tiene tentáculos bancarios por todo el
mundo y emplea en la Isla a miles de trabajadores. Lo peor es que el GAE
no rinde cuentas a nadie y sus ingresos no van directamente al
presupuesto nacional, sino que pasan antes por un limbo financiero que
es primeramente "ordeñado" casi de forma secreta por la Junta Militar y
el generalato.

Estos empresarios que en el futuro próximo pasarán de "proletarios" a
propietarios, serían quienes más se beneficiarían si Obama decidiese
burlar al Congreso y autorizar el envío de capitales a la Isla.

Prohibiciones y condiciones

¿Por qué? El Gobierno, por ejemplo, podría obligar a los cuentapropistas
a comprarle al empresariado militar y sus cayos adyacentes —a altísimos
precios de monopolio— todos los insumos y equipos que necesitan para dar
cierto impulso a sus precarios negocitos, y crecer hasta el límite en
que el régimen considerase que hay "concentración de la propiedad". Es
decir, los cuentapropistas solo podrían recibir cash desde EEUU, y no
insumos y equipos. Estos seguramente serían comprados por el Gobierno en
Panamá y otros países, a un costo que no sería descabellado pensar
equivaldría a un 10% o un 12% del precio que le cobrarían luego a los
negocios privados.

De ser autorizada la recepción de equipamiento y tecnología desde EEUU
sería sobre la base de imponer exorbitantes tarifas aduaneras e
impuestos sobre las ganancias a los cuentapropistas. Los ingresos por
esos gravámenes irían al Estado, pero sobre todo a la Junta Militar y el
empresariado cívico-militar.

Por último, más que los 40 firmantes de la petición a Obama se equivocan
quienes últimamente piden levantar lo que queda del embargo
estadounidense contra Cuba para provocar una democratización. No acaban
de entender la naturaleza del régimen cubano, ni a los Castro, ni a los
otros "históricos" que mandan en el país.

Nuevos líderes

En 55 años de poder absolutista ambos dictadores jamás han hecho una
concesión que ellos consideren de "principios". Y admitir el fracaso del
socialismo y posibilitar reformas de mercado y una democratización del
sistema político, lo sería. Para ellos sería una claudicación y una
"traición". No lo van a hacer.

Más sencillo aún: los procesos libertarios que echaron abajo el Muro de
Berlín y acabaron con el comunismo en Europa fueron promovidos por
nuevos dirigentes políticos que sustituyeron a los fósiles estalinistas.

También en China y en Vietnam hubo profundas reformas económicas de
mercado solo después de la muerte de Mao Tse Tung y luego de que fue
removida la casta ortodoxa de los tiempos de Ho Chi Minh. En ambos casos
el sistema político totalitario y violatorio de los derechos humanos
quedó intacto.

En Corea del Norte, en cambio, no ha habido reformas económicas ni
políticas, pues rige la misma dinastía desde hace casi 70 años.
Igualmente, en Cuba tampoco habrá cambios radicales económicos, y mucho
menos políticos, mientras la dinastía Castro ostente el poder. Sí va a
continuar la proliferación de timbiriches de corte medieval. Y punto.

La pregunta adecuada aquí finalmente es, ¿capital para quién? Son muchas
las razones para creer que esos recursos financieros irían
fundamentalmente al Estado y no crearían el amplio sector privado que la
nación reclama. Y a la dictadura, lejos de debilitarla, le daría oxígeno.

Source: ¿Capital para quién? | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1401439622_8811.html

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