miércoles, 28 de agosto de 2013

De cuando Fidel Castro puso a los cubanos a comer pizza

De cuando Fidel Castro puso a los cubanos a comer pizza
Además de pizzas, spaghettis y en menor medida, de lasañas y raviolis,
en el panorama nacional habían hecho su aparición los Alfa Romeo, de
fabricación italiana y del mismo color, magenta.
Tania Quintero
agosto 27, 2013

A mediados de los años 60, en La Habana y en toda Cuba, restaurantes y
cafeterías que antes de 1959 ofrecían variados menús criollos, de pronto
se reconvirtieron en pizzerías. Algunas fueron especialmente
construidas, en lugares céntricos.

Cuando uno ha vivido 44 años bajo el mandato ininterrumpido de un hombre
como Fidel Castro, es mi caso, no se necesita rastrear mucho en internet
para darse cuenta que ese ataque repentino de 'italianitis' debe haber
sido resultado de uno de esos 'enamoramientos' que a cada rato cogía. Y
nada de amor desinteresado, qué va.

Pronto lo descubro, en el blog Cuba a 360 gradi. En un breve post
recuerdan a Leo Cittone, fallecido el pasado 6 de julio, a la edad de 90
años en Milán. Considerado 'el primer italiano en romper el embargo',
en 1962 hizo llegar al puerto de Génova un barco cargado de azúcar, cuyo
destino final era la Unión Soviética. Gracias a su amistad personal con
el comandante, Cittone se convirtió en un privilegiado socio comercial
de Cuba. Vaya tomando nota.

Los cubanos que peinamos canas recordamos su 'encarne' con la ganadería.
De toda la vida, la vaca utilizada en nuestros campos era la cebú, pero
a Castro se le metió en la cabeza, cruzar la cebú con la raza holstein.
No paró hasta que lo logró... a medias. La reina de aquel invento, Ubre
Blanca durante los 13 años que vivió (1972-1985) formó parte de las
campañas publicitarias de Castro y su revolución.

Otro arranque de embullo fue el café caturra y su quijotesca idea del
Cordón de La Habana. Esa etapa coincidió con 1968, Año de la Ofensiva
Revolucionaria, o mejor, de las nacionalizaciones de bodegas, comercios
y timbiriches. Incluso pensaron en eliminar el dinero. En 2012 lo
contaba el economista cubano Oscar Espinosa Chepe.

En el 68 ya hacía rato que los cubanos le estábamos metiendo a la pizza
y los spaghettis en la misma costura. La epidemia de 'italianitis' aún
continuaba. El 30 de septiembre de ese año, en Cangrejeras, en las
afueras de la capital, donde antiguamente había existido un instituto
cívico militar, clausuró el primer curso -y si no me equivoco el único-
de operadoras de tractores Piccolinos.

Además de pizzas, spaghettis y en menor medida, de lasañas y raviolis,
en el panorama nacional habían hecho su aparición los Alfa Romeo, de
fabricación italiana y del mismo color, magenta. Sus ocupantes eran
'pinchos', 'mayimbes', quienes con sus escoltas se paseaban por las
calles habaneras en aquel 'políticamente correcto' 1968, según recordé
en mi blog.

Ahora entiendo por qué la marca Alfa Romeo era entonces sinónimo de
status: el Sr. Cittone los envió a Cuba para uso exclusivo de la clase
gobernante. Gracias a él, a la isla igualmente llegaron autos Fiat, las
motos Guzzi usadas por la Seguridad del Estado y máquinas de escribir
Olivetti, entre otras mercancías.

Poco después arribarían oleadas de italianos en busca de sexo barato.
También surgieron romances y hoy existen cientos de matrimonios
cubano-italianos. En los últimos tiempos, varios atletas cubanos se han
nacionalizado y algunos han logrado representar a Italia en eventos
deportivos de alto nivel.

En mi casa rara vez se cocinaban pastas, si acaso, macarrones. De niña
nunca probé una pizza. No formaba parte del menú de las familias
cubanas. Por primera vez comí una pizza cuando aquel fracasado agrónomo
y ganadero llamado Fidel Castro Ruz, en vez de ponernos a comer carne de
res, pollo, pescado, mariscos, hortalizas y frutas, nos puso a comer
carbohidratos. Ah, y a tomar helado Coppelia.

Source: "De cuando Fidel Castro puso a los cubanos a comer pizza" -
http://www.martinoticias.com/content/cuba-pizza/26848.html

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