sábado, 15 de junio de 2013

Piedras y palabras

Economía

Piedras y palabras
Raúl Rivero | Madrid | 15 Jun 2013 - 9:46 am. | 0

El dominio más floreciente de la economía cubana está fuera de Cuba: es
la industria de las remesas familiares.

El dominio más floreciente de la economía cubana está fuera de Cuba. Es
la industria de las remesas familiares. Se trata del gran éxito del
gobierno revolucionario que la diseñó durante medio siglo de
intolerancia, represión a sus opositores, miles de presos políticos y
mediante la puesta en marcha de una escrupulosa torpeza administrativa
que ha conseguido dejar hasta sin azúcar a la azucarera del mundo.

Resulta ahora que los expulsados, los hombres y mujeres que por falta de
pan o de libertad (o por las dos carencias) abandonaron sus casas y su
familia le aportan al país desde el exterior una mayor cantidad de
dinero que los renglones económicos que explotan los jefes del
socialismo como el turismo, la zafra de azúcar o el níquel.

Es un grupo humano diverso y disperso que funciona fundamentalmente por
afecto, amor y nostalgia, pero que el año pasado hizo llegar a Cuba
1.956 millones de euros en efectivo que beneficiaron al 62% de los
núcleos familiares de la Isla y le proporcionaron trabajos y medios de
subsistencia a miles de personas.

Un informe divulgado en La Florida por The Habana Consulting Group dice
que en 2012 se mandaron a Cuba ayudas en equipos electrodomésticos, ropa
y artículos de consumo por valor de otros 1.877 millones, lo que hace
que el conjunto de dinero y bienes se eleve a 3.833 millones de euros.

Los cubanos no creen en los anuncios de cambios y mejoras económicas que
hace la dictadura cuando apuntala o remienda sus estructuras. Cerca de
50.000 ciudadanos salen todos los años de Cuba, un promedio de medio
millón en una década.

Muchos de los que colaboran hoy con sus empobrecidas familias que
permanecen en la Isla fueron despedidos en escandalosos actos de repudio
—escraches gubernamentales— frente a sus viviendas. Esos episodios
violentos incluían agresiones físicas, lanzamientos de huevos congelados
y piedras, todo bajo una banda sonora que acusaba a los viajeros de
traidores.

Cuando recibieron autorización para regresar y volvieron con regalos
para parientes y amigos, el humor criollo les sirvió para sobrellevar el
odio estatal inducido. No, no les llamaban traidores. Había bulla y
confusión. Les gritaban: trae dólares, trae dólares.

Y allá están las remesas con el dinero.

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Este artículo apareció en El Mundo. Se reproduce con autorización del autor.

http://www.diariodecuba.com/cuba/1371227127_3758.html

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