Viernes, Enero 6, 2012 | Por Ernesto García Díaz
LA HABANA, Cuba, enero, www.cubanet.org -Se inicia 2012 con la
expectativa de las continuas transformaciones económicas resaltadas el
pasado año en ocasión de celebrarse, a finales de diciembre, el Octavo
Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular
de Cuba.
La intervención de Marino Murillo, vicepresidente del Consejo de
Ministros y nuevo zar económico del país, rasgó las caras a viejas
figuras del gobierno; su lenguaje autoritario y aun algo chabacano,
aunque claro, caracterizó de manera crítica los desvíos de la economía
cubana durante décadas anteriores. Pese al gran séquito de especialistas
que rodeaban al anterior jefe supremo, ahora retirado, éste mantuvo el
control totalitario, sin dejarse convencer de adoptar medidas que
mejoraran siquiera un poco la destrozada economía nacional.
El nuevo equipo gobernante, aconsejado de cambiar el rumbo, trata a
duras penas de dinamizar el sistema productivo del país, implementando
una especie de cooperativismo multifuncional en diferentes sectores de
la producción y los servicios, los que no están exentos del
proteccionismo estatal y de la continua monopolización del comercio
exterior. Este último rasgo, que no permite la descentralización de las
compras por la intermediación de la pequeña empresa privada, también
contribuirá a contraer la economía interna cubana, la misma que
pretenden desarrollar.
No cabe dudas de las intenciones rectificadoras que han anunciado los
nuevos gobernantes, quienes se desmarcan de la dirección en la que el
"errante líder" llevó a su pueblo, quemando las naves del "socialismo
real" y autodestruyendo "el sueño del bienestar" prometido a
generaciones de cubanos, los que ahora deberán acostumbrarse a pagarlo
todo y recibir poco: Esa es la nueva estrategia, que excluye luchas
reivindicatorias.
El Vicepresidente del Gobierno también llamó la atención sobre los
nuevos mecanismos de comercialización en el sector del turismo, la
ampliación del usufructo de tierras y la revisión funcional,
estructural y productiva de las unidades básicas de producción
cooperativa (UBPC), sumergidas en dificultades económicas por el siempre
controlador Estado que les limitó su autonomía empresarial.
Cabe significar que aun cuando tratan de infundir un espíritu renovador
en las formas productivas agrarias y en las relaciones contractuales, el
sector agrario privado no está preparado para mantener una concurrencia
estable y segura en el suministro de productos al turismo.
Al respecto, Murillo no habló de la protección y calidad adecuadas del
producto agrario, ni de su aseguramiento logístico, conservación de la
cadena de frio, envases, transportes y seguridad sanitaria. Estos
aspectos son los únicos que podrían garantizar la inocuidad de los
alimentos suministrados por los campesinos privados, como garantía
segura de su consumo.
El nuevo zar económico tampoco hizo referencia a la necesidad de
reestructurar la organización cooperativa agraria, ni de garantizarle
los equipamientos necesarios para competir de manera equitativa con las
actuales entidades estatales que monopolizan la tecnología y la
logística de este tipo de mercado. Sobrevivirá el que tenga los medios
apropiados para mantener una actividad muy exigente. No nos llamemos a
engaño.
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