Jueves, 03 de Noviembre de 2011 10:26
Amarilis C. Rey
Managua, La Habana, (PD). Entre las muchas veces que Julio León Pérez,
de 49 años, padre de familia, ha sido arrestado está la del 24 de
septiembre en la vía pública, después que oficiales de la policía
política, le propinaran una golpiza y lo introdujeran a la fuerza en un
auto policial.
Julio Pérez fue conducido a la estación policial de Santiago de las
Vegas en el municipio Boyeros, y encerrado en un calabozo. desde ese
momento, asegura, se declaró en huelga de hambre y sed.
"Me declaré en huelga por considerar mi arresto arbitrario. No voy a
negar que fui atendido por médicos, pero esa atención en muchos casos se
convirtió en tortura y en presiones psicológicas", refiere.
Después de cinco días de protesta, Julio padeció una hipoglisemia, por
lo que fue llevado hacia la policlínica de la localidad y atendido en la
sala de terapia intensiva.
"Me trasladaron como si yo hubiese sido un preso peligroso. Rodearon la
zona del policlínico, varios autos patrulleros y de la Seguridad del
Estado me custodiaron durante el trayecto. Como me sentía tan mal, no
podía ni darme cuenta de lo que ocurría. Tiraban duro las puertas de los
carros, lo que me sacaba de mi letargo y me daba la impresión que algo
grave pasaba. Después fui llevado a Medicina Legal. Allí un equipo de
Villa Maristas (cuartel principal de la policía política) me interrogó y
me filmó. Yo estaba con sueros puestos y con un aparato que monitoreaba
mi corazón. Creo que me condujeron allí para verme las lesiones que
ellos mismos me causaron. Pero después de cinco días no sé si pudieron
precisar bien la magnitud de la agresión de la que fui objeto."
Julio es miembro del Partido Pro Derechos Humanos de Cuba, y junto a su
esposa, Sara Marta Fonseca, y varios activistas, ese día 24 de
septiembre marcharon por las calles aledañas a su vivienda, en la
barriada de Rio Verde, para manifestar a viva voz que no querían
comunismo y pedir elecciones libres, democráticas y pluripartidistas.
"Me sentía muy mal, llevaba muchos días sin comer ni tomar agua
–recuerda-Ya el instructor del caso me había comunicado que sería
procesado judicialmente y opté por suspender la huelga, pues ya me
estaban pasando sueros. Pensé entonces que sería mejor estar claro de
todo lo que me ocurría."
Con múltiples medidas de seguridad, Julio fue trasladado hacia el
Hospital "Manuel Fajardo", donde, recuerda, después de dos horas de
espera en la ambulancia, lo vieron dos médicos.
"No me dejaban ni mirar por la ventana hacia fuera. La espera se hizo
interminable. Al cabo de ese tiempo, dos médicos me vieron dentro de la
ambulancia y de pronto, de nuevo salimos rodeados de motos Suzuki (las
que usa la policía política)) con rumbo desconocido, hasta que llegamos
al Hospital Militar de Marianao. Fui ingresado en la sala de penados.
Allí, entre otros presos se encontraba Alan Gross, a quien pude ver de
lejos. Durante los ocho días que estuve allí, me sacaron en dos
ocasiones a coger sol. Tampoco me permitían mirar por la ventana. Y la
luz de la habitación estaba encendida permanentemente."
Asegura: "Mi proceso médico estuvo todo el tiempo monitoreado y
manipulado por la policía política. Atención medica sí, pero a
conveniencia de ellos. Hoy continúo con mucho malestar y me pregunto:
¿habrán puesto algo en el suero?"
Después de 13 días, Julio y sus demás compañeros quedaron en libertad,
pero con algunas regulaciones advertidas por la Seguridad del Estado,
sin que mediara papel oficial ni tribunal alguno.
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