lunes, 22 de febrero de 2010

Taxis con camillas

Taxis con camillas
Lunes 22 de Febrero de 2010 08:27 José Hugo Fernández, La Habana

No es que sorprenda, ya que a estas alturas no hay desatino que sea
novedad para nosotros, pero aun a quienes comulgamos a diario con el
esperpento, se nos retuercen las tripas ante los taxis con camillas que
ruedan hoy en La Habana.

Y no únicamente con camillas. También llevan sirenas. Con todo y que es
poco probable que sus conductores las utilicen durante el trasiego de
pasajeros comunes.

Estarían anunciándose con demasiado énfasis. Y lo menos que necesitan
ellos es anunciarse, no sólo porque la demanda se mantiene siempre por
encima de la oferta, sino porque además llamarían la atención sobre el
delito que cometen: usar como taxis particulares las ambulancias
destinadas al servicio hospitalario.

Es ya asunto viejo y de total dominio público que los llamados
ambulancieros les cobran por la izquierda —y a precios nada moderados— a
familiares de enfermos que necesitan ser trasladados a los hospitales, o
que salen de éstos con alta médica y no pueden recibir el
correspondiente servicio legal, o deben resignarse a esperar durante
largas horas para recibirlo, debido a las limitaciones del sistema de
salud, las que también son viejas, crónicas y notorias.

Lo nuevo es que ahora las ambulancias han ampliado su radio de acción,
convertidas en taxis de uso privado por parte de sus conductores, que lo
mismo recogen a pasajeros comunes en cualquier calle, para cobrarles por
tramos, o van a buscarlos a sitios precisos, a través de la variante de
recogida según solicitud del usuario.

Si bien choca y descacharra la falta de escrúpulos de estos conductores,
a quienes parece no importarles lo que ocurra con los enfermos graves
que están a expensas de que ellos terminen de solventar sus asuntos
personales —por acuciosos que fueren—, más descacharrante aún resultan
la miseria material y moral en medio de la cual actúan, así como las
circunstancias que propician que su delito sea consumado impunemente, a
la desbandada, sin control ni cordura.

Y en tanto, sólo el diablo conoce la cifra de pacientes de urgencia que
acaban en la espera, pasando a otra dimensión donde ya no precisan
esperar por ellos, ni por nadie.

Bueno, eso es si las características del fallecimiento no requieren
autopsia. Porque en tales casos la espera se prolonga hasta más allá de
la muerte, aun cuando el paciente no tenga que sufrirla. La causa es
otra, pero al final viene siendo la misma.

En los hospitales habaneros se hace cada vez más arduo encontrar un
patólogo. Están desperdigados por el mundo, en lo que denominan misiones
internacionalistas.

Por citar un ejemplo, uno entre el montón, en el hospital Julio Trigo
labora en este momento un solo patólogo, el cual está calentando los
motores para irse de misión.

Lo que sí abundan son cadáveres engavetados. Aunque, total, a esos ya no
hay espera que los desespere.

Taxis con camillas - Diario de CUBA (22 February 2010)
http://www.diariodecuba.net/cuba/81-cuba/370-taxis-con-camillas.html

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