jueves, 25 de junio de 2009

El miedo del soldado

El miedo del soldado
Yosvani Anzardo Hernández

HOLGUÍN, Cuba, junio (www.cubanet.org) – Según la maestra de mi hija
todas las narraciones comienzan con las palabras "Había una vez". Es muy
excluyente la maestra, y lo peor es que los niños están obligados a
creerle. Entonces, para no defraudarla comenzaré así:

Había una vez un joven soldado que lo último que deseaba era morir en
combate. Durante los primeros días de su reclutamiento pensó que la
única manera de sobrevivir era evitar la parte más cruda del combate y
atrincherarse bien. También debía economizar sus recursos. Sobre todo
alimentos y medicinas, porque en la guerra también mueren muchos
soldados por diversas enfermedades. Tenía que sobrevivir porque era
joven y lo esperaba para casarse una bella muchacha de la cual estaba
enamorado. Además, administraría la fábrica de muebles de su padre, un
trabajo que le apasionaba y era bien remunerado.

Los primeros días no fueron tan malos. El frente estaba lejos, y salvo
sus botas nuevas, nada más le había rozado con insistencia la piel. Fue
en esos días cuando su regimiento llegó a un pueblo tranquilo, famoso
por los consejos sobre el futuro que daba una señora de aspecto
respetable, en los que todos creían por estar estos avalados por el
tiempo. La señora, según dicen, nunca se equivocaba.

Después de una larga fila, tocó el turno al joven soldado. Lo miró y le
dijo:

-Si de verdad no quieres morir, debes evitar que mueran más de siete
miembros de tu regimiento en combate. Tampoco deben morir más de nueve
heridos o enfermos. Si esto sucede recuerda, tú serás el ocho o el diez,
según el caso.

Al principio aquello no lo preocupó. Hubo una escaramuza durante una
emboscada de hostigamiento del enemigo y tuvieron tres bajas, el enemigo
huyó sin daños, luego en el hospital de campaña, uno de los heridos le
dijo que la señora le había advertido que se cuidara de las emboscadas,
pero él lo olvidó. Poco a poco comenzó a saber de historias similares y
sobrevino el miedo. Si hubiese sido General, a partir de aquel momento
evitaría los combates, pero era un soldado.

Después de un nuevo combate contó seis muertos de los suyos y cayó
desmayado, sintió que iba a morir. En el hospital todos pensaron que era
un cobarde más, y tenían razón, y de pronto comenzó a atender y socorrer
a todos. Tenía la meta aquel día de impedir la muerte de siete de los
suyos.

En los combates se esforzaba por proteger a sus compatriotas, y esta
actitud, sin darse cuenta, le permitió realizar hazañas por las que fue
condecorado. Siempre decía que lo hacía todo por él mismo y no por los
demás, y que lo movía el miedo. Nadie le creía, y pensaban que era
modestia. Pero él decía la verdad.

Su miedo a morir era tan grande que le daba fuerzas para imponerse al
hambre y cedía su rancho a los heridos, o los sacaba del combate para
salvarlos. También sustituía en sus puestos a los que cumplían misiones
muy peligrosas, sin reparar en que con ello ponía en peligro su vida.

Al terminar su servicio fue el soldado más condecorado, y regresó a
casarse lleno de orgullo por haber sobrevivido. A su esposa le contó por
qué había hecho todo aquello, y ella tampoco le creyó. El joven soldado
se deprimió, nadie le creía y continuaban alabándolo. Sacó como
conclusión que a la gente le gusta que le mientan, o que tal vez a nadie
le importa la verdad sobre una causa sino sus consecuencias. Fue
entonces cuando su esposa le trajo viejos partes de guerra donde se
hablaba de algunos de los combates en los que él participó, y para su
sorpresa, en varios habían muerto más de diez de sus compañeros.

Entonces entendió que la señora del pueblo había leído el miedo en su
rostro, y con su augurio no lo curó, pero lo transformó en una razón
para superarlo. La sabia señora utilizaba los miedos de los soldados
para curarlos. Por eso en aquel regimiento sucedieron muchas cosas
interesantes que otro día les cuento, ahora lo que importa es que desde
entonces, los jóvenes vivieron felices por siempre.

El miedo del soldado (25 June 2009)
http://www.cubanet.org/CNews/y09/junio09/25_C_1.html

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